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Viernes, 17 Mayo 2024
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“Monseñor, entre mis compañeros he conocido a uno que se dice budista. Yo lo aprecio, se le ve honesto y respetuoso. ¿Me puede decir cómo nuestra Iglesia considera el budismo? ¿Puedo yo compartir alguna propuesta e idea de este compañero? Que Dios le pague su atención”.

Estudiante universitario - San José

 

El Budismo es una religión histórica y, de ese modo, se distingue de otras, como el hinduismo, que no tiene un fundador ni una fecha de su comienzo. Pues hacia el año 525 antes de Jesucristo, cuando Budha Sakyamuni empezó a predicar su doctrina tras haber conocido lo que él mismo llamó el “Despertar”.

En su tiempo, los hombres particularmente cultos del norte de India se enfrentaban con múltiples interrogantes que, aunque en distinta medida, son de todos los tiempos. He aquí unos ejemplos: el mundo, ¿es finito o infinito, eterno o de duración limitada? Y el hombre, ¿es temporal o dura para siempre? El mundo y el hombre, ¿han sido creados por algún ser superior o son increados? ¿Podemos alcanzar conocimientos seguros o no? Después de la muerte, ¿el espíritu humano pervive o se corrompe como el cuerpo?

Buda (que significa el Iluminado) experimentó profundamente que pretender dar respuestas a tales preguntas, sólo causa sufrimiento, por la imposibilidad de llegar a conclusiones ciertas y seguras, como, por otra parte, causa sufrimiento el dejarse llevar por los deseos del tipo que sean. A su vez, esta extraordinaria “iluminación” le llevó a formular cuatro fundamentales verdades.

1ª: La verdadera realidad es el dolor; el nacimiento es dolor, la vejez y la muerte lo son también… la vida toda es dolor.

2ª: La causa del dolor es el deseo, entendido como tensión hacia el placer, como el anhelo de felicidad en la vida presente o en la futura.

3ª: La necesidad de suprimir y negar el deseo, para así suprimir o al menos disminuir el dolor. Hay que encaminarse hacia la aniquilación del deseo.

4ª: El camino para llegar a esa meta tan exigente, es gradual y debe manifestarse ante todo en la rectitud, que consiste fundamentalmente en no matar, no adulterar, no robar, no mentir, no tomar bebidas alcohólicas; en segundo lugar, en la meditación, entendida como máxima concentración interior y como vaciamiento de todo contenido mental y como silenciamiento de toda emoción. En tercer lugar, se llegaría así a la sabiduría que consistiría en el hecho misterioso con el cual el alma individual queda como absorbida o diluida en el alma universal, o lo que es lo mismo, con el Todo.

Como podemos apreciar, por esta breve exposición, el budismo así entendido, más que una religión, corresponde a una concepción o visión de la vida y de la realidad, es decir, sería más bien una filosofía.

Sin embargo, el budismo es considerado y practicado también como religión, integrando con frecuencia, elementos de otras religiones. En tal caso, el budismo se apoya en la concepción de lo Divino que se identificaría con toda la realidad en que ésta queda como identificada con la Divinidad. Se trataría de un vago “panteísmo” en que todo es proclamado como divino.

Es de ahí que se deriva esa serie de preceptos muy positivos que caracteriza la propuesta budista, como son la renuncia, la mansedumbre, el perdón, la tolerancia, la hermandad universal y, especialmente, la compasión, entendida como participación en el dolor ajeno y que, a la vez, lo invade todo.

Han sido esos valores tan positivos que han cooperado a “romper”, o al menos a “debilitar” la barrera que el hinduismo tradicional había ido justificando, entre las varias castas, en India. Se llegó así, con sorpresa, a establecer el budismo como religión oficial en aquel país, allá por el siglo III antes de Jesucristo y, entonces, elevando poco a poco, al mismo Buda a la categoría de “divinidad” o, al menos, de un ser superior. Más tarde, particularmente, por las persecuciones de parte del islamismo, el budismo fue decayendo en India, pero a la vez fue difundiéndose en China, en Corea, en Japón (mezclándose con el Shintoísmo, religión propia de Japón). Desde el siglo VII después de Cristo, fue floreciendo en el Tíbet, en donde, hasta hoy en día, se presenta fuerte y jerárquicamente organizado. Todos hemos oído hablar del Dalai Lama, su máxima autoridad.

Si admiramos las propuestas morales del budismo, a la vez lamentamos el doloroso sentido de orfandad que lo caracteriza, debido a la ausencia del Dios Creador y Padre, que lo trasciende todo, pero que nos piensa y nos ama, nos perdona y que nos ha destinado a “estar con Él”, eternamente, en donde no hay lágrimas, ni dolor, ni muerte. Mientras que el cristianismo se presenta como camino a la Plenitud de vida personal, el budismo es camino orientado a fomentar y posibilitar la disolución de la vida personal en el Todo… Un día, hace ya años, un experto del budismo que había vivido con los budistas pasando tiempo en alguno de sus monasterios, con tono triste me dijo: “¡Y tanta exigencia, en el budismo… y todo es… para nada!”.

 

 

Mensaje de la Comisión Nacional de Pastoral Familiar a la Persona Viuda en ocasión del Día Internacional de las Viudas.

 “La muerte es una experiencia que toca a todas las familias, sin excepción. Forma parte de la vida; sin embargo, cuando toca los afectos familiares, la muerte nunca nos parece natural.”1

 

Desde la ONU se celebra el 23 de junio el Día Internacional de las Viudas consiente de que, para muchas mujeres, la devastadora pérdida de su pareja se ve magnificada por una lucha a largo plazo por sus derechos básicos y su dignidad. Este ha sido el mismo sentir presente en la Sagrada Escritura que ya desde el Antiguo Testamento pide al pueblo creyente velar por el cuidado de la viuda y de sus hijos.

El Señor mismo las sustenta (cf. Sal 146,9), les rinde su justicia (Cf. Ex 22, 21; Dt 10, 18) y escucha sus súplicas cuando se lamentan (Cf. Si 35,17). Sus opresores (Ez 22, 8) y los que no cumplen con su deber hacia ellas (Jb 24, 21; Is 10, 1-2) merecen castigo. En el Evangelio también notamos un particular aprecio del Señor Jesús por las viudas “¿Quién no se acuerda del gesto de compasión y de ternura del Señor para con la viuda de Naím, a la que devolvió vivo a su hijo que acababa de morir? (cf. Lc 7, 11-15), ¿o la mirada llena de admiración de Cristo a la generosidad de la pobre viuda (cf. Lc 21, 1-4)? Y ya en los inicios de la Iglesia la preocupación por la atención a las mujeres viudas se hace notar (cf. Hch 6, 1). Esta atención a las viudas en las diferentes comunidades cristianas ha sido percibida siempre como un ejercicio particular de la caridad evangélica, dado que estas mujeres vivían una realidad humana y espiritual profundamente marcada por el misterio de la cruz.”2

“Monseñor, todos sabemos que las primeras páginas de la Biblia nos dicen que Dios creó al hombre y a la mujer, distintos físicamente, pero iguales en dignidad. ¿Por qué entonces, a lo largo de la historia se ha desarrollado e impuesto una visión contraria, según la cual se ha considerado a la mujer inferior al varón? ¿Ha habido causas filosóficas, sociales y religiosas? ¿Y por qué también en la Iglesia se ha ido aceptando esa concepción contraria a la enseñanza de la Palabra de Dios?”

 

Margarita Rivera A. – Heredia

 

Usted, estimada Margarita, apunta a varias causas que han podido concurrir a esta injusta situación de la mujer en relación con el varón. Sin embargo, lo primero que hay que tener siempre presente, es que este hecho hace parte de un fenómeno más amplio y muy injusto y doloroso. Nos referimos a la tendencia general de marginación y de atropello del ser más débil, de parte de aquel que se considera más fuerte y que, entonces, “golpea” al más débil, al pobre, al indefenso, al minusválido, al anciano, al extranjero, al que posee poca o ninguna educación formal… Nos basta pensar en el fenómeno por todos conocido, del “bulling”, tan común en nuestros centros educativos.

Recientemente se anunció acerca de la posible donación de un millón y medio de vacunas, unidosis, de la farmacéutica Johnson & Johnson, por parte del gobierno de Estados Unidos, tras una gestión realizada por el Colegio de Médicos y Cirujanos, institución que forma parte del Mesa Patriótica Unidos por la Vida.

Este martes 15 de junio, autoridades gubernamentales y miembros de la Mesa Patriótica llevarán a cabo un segundo encuentro de la Mesa Bipartita, la cual tiene como fin alcanzar acuerdos entre el gobierno y sectores sociales para agilizar la vacunación de los ciudadanos, así como buscar alternativas para la adquisición de más vacunas.

En esta reunión el Dr. Mauricio Guardia, presidente del Colegio, ampliará sobre las gestiones realizadas y hablará sobre el apoyo inmediato requerido por parte de las autoridades, para avanzar en las negociaciones y en la aplicación de las dosis.

Mediante un comunicado de prensa, la Mesa Patriótica Unidos por la Vida, señala que se espera contar con el aval del Gobierno para que los sectores de la Mesa Patriótica, que han mostrado su interés y capacidad para colaborar, puedan brindar apoyo logístico que acelere el proceso de vacunación.

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