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Tus dudas: ¿Cómo considera la Iglesia al budismo?

By Mons. Vittorino Girardi S. Julio 12, 2021

“Monseñor, entre mis compañeros he conocido a uno que se dice budista. Yo lo aprecio, se le ve honesto y respetuoso. ¿Me puede decir cómo nuestra Iglesia considera el budismo? ¿Puedo yo compartir alguna propuesta e idea de este compañero? Que Dios le pague su atención”.

Estudiante universitario - San José

 

El Budismo es una religión histórica y, de ese modo, se distingue de otras, como el hinduismo, que no tiene un fundador ni una fecha de su comienzo. Pues hacia el año 525 antes de Jesucristo, cuando Budha Sakyamuni empezó a predicar su doctrina tras haber conocido lo que él mismo llamó el “Despertar”.

En su tiempo, los hombres particularmente cultos del norte de India se enfrentaban con múltiples interrogantes que, aunque en distinta medida, son de todos los tiempos. He aquí unos ejemplos: el mundo, ¿es finito o infinito, eterno o de duración limitada? Y el hombre, ¿es temporal o dura para siempre? El mundo y el hombre, ¿han sido creados por algún ser superior o son increados? ¿Podemos alcanzar conocimientos seguros o no? Después de la muerte, ¿el espíritu humano pervive o se corrompe como el cuerpo?

Buda (que significa el Iluminado) experimentó profundamente que pretender dar respuestas a tales preguntas, sólo causa sufrimiento, por la imposibilidad de llegar a conclusiones ciertas y seguras, como, por otra parte, causa sufrimiento el dejarse llevar por los deseos del tipo que sean. A su vez, esta extraordinaria “iluminación” le llevó a formular cuatro fundamentales verdades.

1ª: La verdadera realidad es el dolor; el nacimiento es dolor, la vejez y la muerte lo son también… la vida toda es dolor.

2ª: La causa del dolor es el deseo, entendido como tensión hacia el placer, como el anhelo de felicidad en la vida presente o en la futura.

3ª: La necesidad de suprimir y negar el deseo, para así suprimir o al menos disminuir el dolor. Hay que encaminarse hacia la aniquilación del deseo.

4ª: El camino para llegar a esa meta tan exigente, es gradual y debe manifestarse ante todo en la rectitud, que consiste fundamentalmente en no matar, no adulterar, no robar, no mentir, no tomar bebidas alcohólicas; en segundo lugar, en la meditación, entendida como máxima concentración interior y como vaciamiento de todo contenido mental y como silenciamiento de toda emoción. En tercer lugar, se llegaría así a la sabiduría que consistiría en el hecho misterioso con el cual el alma individual queda como absorbida o diluida en el alma universal, o lo que es lo mismo, con el Todo.

Como podemos apreciar, por esta breve exposición, el budismo así entendido, más que una religión, corresponde a una concepción o visión de la vida y de la realidad, es decir, sería más bien una filosofía.

Sin embargo, el budismo es considerado y practicado también como religión, integrando con frecuencia, elementos de otras religiones. En tal caso, el budismo se apoya en la concepción de lo Divino que se identificaría con toda la realidad en que ésta queda como identificada con la Divinidad. Se trataría de un vago “panteísmo” en que todo es proclamado como divino.

Es de ahí que se deriva esa serie de preceptos muy positivos que caracteriza la propuesta budista, como son la renuncia, la mansedumbre, el perdón, la tolerancia, la hermandad universal y, especialmente, la compasión, entendida como participación en el dolor ajeno y que, a la vez, lo invade todo.

Han sido esos valores tan positivos que han cooperado a “romper”, o al menos a “debilitar” la barrera que el hinduismo tradicional había ido justificando, entre las varias castas, en India. Se llegó así, con sorpresa, a establecer el budismo como religión oficial en aquel país, allá por el siglo III antes de Jesucristo y, entonces, elevando poco a poco, al mismo Buda a la categoría de “divinidad” o, al menos, de un ser superior. Más tarde, particularmente, por las persecuciones de parte del islamismo, el budismo fue decayendo en India, pero a la vez fue difundiéndose en China, en Corea, en Japón (mezclándose con el Shintoísmo, religión propia de Japón). Desde el siglo VII después de Cristo, fue floreciendo en el Tíbet, en donde, hasta hoy en día, se presenta fuerte y jerárquicamente organizado. Todos hemos oído hablar del Dalai Lama, su máxima autoridad.

Si admiramos las propuestas morales del budismo, a la vez lamentamos el doloroso sentido de orfandad que lo caracteriza, debido a la ausencia del Dios Creador y Padre, que lo trasciende todo, pero que nos piensa y nos ama, nos perdona y que nos ha destinado a “estar con Él”, eternamente, en donde no hay lágrimas, ni dolor, ni muerte. Mientras que el cristianismo se presenta como camino a la Plenitud de vida personal, el budismo es camino orientado a fomentar y posibilitar la disolución de la vida personal en el Todo… Un día, hace ya años, un experto del budismo que había vivido con los budistas pasando tiempo en alguno de sus monasterios, con tono triste me dijo: “¡Y tanta exigencia, en el budismo… y todo es… para nada!”.

 

 

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