Es uno de los temas más polémicos que presenciamos, donde las opiniones se dividen incluso entre aquellos que se han abanderado a favor de las dos vidas.

Vamos a poner las cartas sobre la mesa y la realidad es que el abuso sexual es un acto violento que marca la vida de la víctima, sea hombre o mujer, es reprochable al cien por ciento y nos debe generar compasión para quien lo ha sufrido y mano dura para quien lo comete. Sin embargo, la pregunta aquí es ¿Qué papel juega el bebé? Él no es el agresor, y mientras no sea violentada su vida no es la víctima. Él es el inocente que crece en el vientre de la mujer y que no tiene culpa de lo que el agresor ha hecho.

Teniendo claro cuál es el papel de cada uno de los que aparecen en estas escenas tan dolorosas el abusador (agresor), mujer (víctima) y bebé (inocente) quisiera ahondar en la mujer. Conversando con una mujer que acompañé en su proceso de sanación después de realizarse un aborto en otro país, el cual era producto de un abuso sexual, me brindó una frase impactante “el abortista me violó hasta las entrañas”, había optado por el aborto creyendo que era la mejor opción, y después de terminado el procedimiento reconoció que el dolor que cargaba por haber vivido una violación no desaparecía, porque el aborto como hemos acuñado quienes trabajamos a favor de la vida no “desviola”, no va a borrar lo sucedido, y por el contrario, esta mujer se encontraba ahora más lastimada, doblemente traumatizada, por ver violentada su dignidad y por la muerte de su hijo, porque sí, se quiera o no, también es su hijo. La frase tan dura que usó la acompañó de palabras aún más dolorosas, al decirme que la diferencia entre una violación y otra, es que el abortista lo hizo con su consentimiento. Después de esos episodios optó por una vida que ella misma llamó desordenada, de consumo de sustancias y más, ya en el pasado hemos abordado estadísticas de depresión, consumo, ideación suicida y más que se presenta posterior a abortos provocados.

Parte de nuestro acompañamiento fue llevarla a la reconciliación consigo misma, con su bebé y claro que, con Dios, a tener compasión con ella y con la difícil historia que ha vivido. El proceso con quien llamaremos Susana por efectos de confidencialidad, ha sido largo, pero a la vez satisfactorio, después de nuestro acompañamiento y sobre todo la acción de Dios en ella, se ha perdonado, ha formado un hogar con un buen hombre y tiene unos hermosos hijos en la tierra y su pequeño en el cielo, y de distintas maneras sirve a la causa provida convencida que es una manera de evitar que otras caigan en su mismo error.

Hasta aquí tenemos tres argumentos del porqué el aborto no es el camino ante un abuso sexual primero no borra lo sucedido, segundo genera doble traumatismo en la mujer y tercero es matar a un inocente. Sobre este último quisiera hacer la observación de que se le está dando pena de muerte al bebé el cual no es culpable de lo sucedido, y que, ni si quiera al agresor en nuestro país se le brinda tal castigo. Claramente no estamos a favor de la pena de muerte ni mucho menos, pero es justo darnos cuenta de que apoyar el aborto en casos de violación es estar a favor de fusilar frente a un paredón a un inocente con pruebas de que lo es.