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Miércoles, 01 Mayo 2024
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Cuando la brutal represión por parte del gobierno nicaragüense de Daniel Ortega en 2018 alcanzaba sus niveles más altos, Verónica y su familia tenían una clínica clandestina para atender a los golpeados y heridos en las manifestaciones.

Cabe mencionar que, a quienes protestaban, muchas veces les negaban la atención en los centros hospitalarios o corrían el riesgo de ser apresados si se acercaban a uno. 

Verónica y sus padres son médicos, por lo que decidieron atenderlos en casa. No obstante, después de tres meses de brindar apoyo humanitario, estuvieron en la mira de las fuerzas represivas y de los seguidores de Ortega.

“Se creó una redada, se llamó Operación Limpieza, consistía en descabezar a los líderes en las ciudades, entre esos estábamos nosotros, el 15 de julio varios grupos paramilitares, armados, iban en camionetas y entraron a mi ciudad La Concepción, en Masaya, con el fin de asesinarnos o meternos presos”, relató.

Gracias a Dios, habían tomado previsiones. Días antes, habían asesinado a un joven al confundirlo con su hermano mayor, por lo que tanto él como ella buscaron un lugar donde ocultarse. Verónica estuvo escondida en un convento en Managua.

Las casas de refugio para quienes eran perseguidos fue algo frecuente en esa época. No obstante, sus padres y su otro hermano no habían salido para cuando llegaron los paramilitares a su ciudad, cuando escucharon que venían huyeron de la casa, estuvieron muy cerca de ser atrapados.

En la Asamblea Ordinaria 124, los Obispos de la Conferencia Episcopal de Costa Rica hemos dedicado parte de nuestra reflexión y oración por los acontecimientos que se viven en Nicaragua, especialmente en la Diócesis de Matagalpa.

Rogamos al Señor para que pueda reinar la paz en esa nación; que la libertad religiosa pueda vivirse sin ninguna restricción y que la Iglesia siga llevando el anuncio de la Buena Noticia a todo el pueblo.

Por ese motivo, convocamos, de manera especial, en la Solemnidad de la Asunción de la Virgen María, a que todas las Eucaristías que este día, en todas las diócesis de Costa Rica, se ofrezcan en favor de la Iglesia en Nicaragua.

Así como lo revela la Palabra de Dios “la Iglesia oraba sin cesar a Dios” (Hechos 12, 5), de igual forma, en nuestro tiempo, debemos seguir manifestando nuestra fe uniéndonos intensa y confiadamente en oración.

“Bienaventurados seréis cuando os injurien y os persigan, y cuando, por mi causa, os acusen en falso de toda clase males. Alegraos y regocijaos, porque vuestra recompensa será grande en los cielos; pues de la misma manera persiguieron a los profetas anteriores a vosotros”. (Mt. 5, 11-12)

 

Este texto del Evangelio resume elocuentemente la realidad de muchos hermanos, que son testimonio vivo de Jesucristo, la Verdad encarnada. Quisiera referirme puntualmente a la experiencia de diálogo con Monseñor Silvio Báez Ortega (Obispo Auxiliar de la Arquidiócesis de Managua, Nicaragua), y a su testimonio, que considero asombroso. 

En mis primeros años de formación como seminarista, conocí la impactante historia de este joven obispo del hermano país, que arriesgaba la vida para defender a su gente de la injusticia. Me llamaba la atención la incomodidad del gobierno, reproduciendo la misma historia de represión, agresión, soborno, fraude, asesinato repetida tantas veces e inclusive experimentada con sus matices distintos por Jesús, nuestro Señor.  

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