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Sacerdotes para el 2030

By Pbro. Glenm Gómez Álvarez Enero 08, 2021

Un estudio de la universidad de Oxford[1] asegura que, por la automatización, en poco más de una década, el 47% de los empleos existentes se podrían extinguir. Si hubiese leído esa investigación antes del covid19, diría que los pastores de almas teníamos, a Dios gracias, nuestros trabajos garantizados, pero, estos nueve meses de pandemia, sujetos a circunstancias adversas e inusitadas, me han sembrado incertidumbre.

Parroquias virtuales, misas transmitidas a la hora que quiera y con celebrantes según mi gusto y necesidad, amén de aplicaciones para rezar, entre muchas opciones, deben disparar las alertas de frente a un futuro en el que la demanda pastoral también cambiará.

Recordemos que no debe “ponerse vino nuevo en odres viejos”[2] y el Papa Francisco, al comentar este texto enseña: “la Iglesia nos pide a todos nosotros algunos cambios. Nos pide que dejemos de lado las estructuras anticuadas: ¡no sirven! Y que tomemos odres nuevos, los del Evangelio”.[3] Sin embargo, los cambios sustantivos no se dan, la “conversión pastoral” sigue siendo un enunciado y nos aferramos al cómodo criterio pastoral del “siempre se ha hecho así”.[4]

Los Seminarios, como estructura eclesial, sí o sí, deben entrar en esta lógica. Los seminaristas son jóvenes de este tiempo, miembros de una sociedad cada vez más secularizada y relativista y viven en una época que está generando una verdadera emergencia formativa, tanto en los principios teóricos como del comportamiento.[5]

Desde el año 1992, Pastore Davo Vobis planteaba la urgencia de retomar una formación sacerdotal adecuada a las presentes circunstancias eclesiales y culturales, salvaguardando siempre la identidad sacerdotal. “En realidad, las nuevas generaciones de los que son llamados al sacerdocio ministerial presentan características bastante distintas respecto a las de sus inmediatos predecesores y viven en un mundo que en muchos aspectos es nuevo y que está en continua y rápida evolución. Todo esto debe ser tenido en cuenta en la programación y realización de los planes de formación para el sacerdocio ministerial.”[6]

La formación sacerdotal debe ser integral, “haciendo especial hincapié en todo lo que permite una visión histórica, simbólica y ética, que enmarque las dimensiones más analíticas del saber científico.” [7]

No reniego de mi formación sacerdotal, más bien agradezco a cada uno de mis formadores su aporte, pero esa instrucción respondía a una Costa Rica distinta, a la de 30 años atrás y aquel pensum académico, para todo efecto prehistórico, poco ha variado en contenidos. 

El sacerdocio no desaparecerá, pero, insisto, conservando lo esencial, las otras tareas que desempeñamos deben reinventarse. La metamorfosis ya no es una opción.

La virtualidad, forzada en la pandemia, llegó para quedarse en todo ámbito, también en el pastoral. Los que ejercemos el ministerio, ya por años, tuvimos que hacer frente a esta traumática transición, sin las herramientas ni los conocimientos necesarios; simplemente, cedimos a la exigencia y, de no ser por la capacidad de los laicos, muchos habríamos quedado en punto muerto.

Otro tanto debería decirse a quienes ejercemos el ministerio sacerdotal y hemos dejado de actualizarnos en los diversos aspectos de la formación humana, espiritual, intelectual y pastoral. Las circunstancias actuales requieren adaptación y modificación permanente y, en este sentido, los desafíos sociales, entiéndase: el mundo real en el que la gente a la que servimos está inmersa, debe ya colocarse en el centro de nuestra agenda pastoral.

El Papa Francisco nos agradecía a los sacerdotes por la fidelidad a los compromisos contraídos y decía: “Es todo un signo que, en una sociedad y una cultura que convirtió “lo gaseoso” en valor, existan personas que apuesten y busquen asumir compromisos que exigen toda la vida.”[8] El nuestro es un ministerio vital y no merece congelarse en el tiempo.

 

[1] Carl Benedikt y Michael Osborne, Oxford Martin School, 2013

[2] Marcos 2, 21-22

[3] Papa Francisco, 5 de setiembre 2014

[4] Cf. Evangelii Gaudium, 32-33

[5] Cf. Benedicto XVI, discurso Asamblea Diocesana de Roma, 11 de junio del 2007

[6] Pastores Davo Vobis,n.3

[7] Significado e importancia de la Formación Académica S. Em. Cardenal Jorge Mario Bergoglio, S.I

[8] Papa Francisco, Carta a los sacerdotes 160 aniversario de la muerte del Cura de Arz. 2019

 

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