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Miércoles, 01 Mayo 2024
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Nuestros últimos pontífices han hablado del genio femenino, incluso el Papa Francisco. “Juan Pablo II emplea este término por primera vez en la carta Mulieris Dignitatem y lo define como el conjunto de dones específicamente femeninos -comprensión, objetividad de juicio, compasión- que se manifiestan en todos los pueblos… No se trata de una serie de dones extraordinarios encarnados en mujeres extraordinarias, sino de dones vividos por mujeres simples que los encarnan en la vivencia de lo cotidiano”.[1]

Santa Teresita del Niño Jesús y de la Santa Faz, cuya fiesta celebramos el primer día de octubre, representa el genio femenino en total plenitud. No fue una mujer de las que llaman hoy “empoderadas” por iniciar un negocio propio o incluso por fundar una nueva congregación.

Desde pequeña era muy lista y observadora. Dios la dotó de una gran inteligencia, un corazón noble, generoso y una memoria prodigiosa. Al crecer en una familia con padres santos, ya incluso canonizados ambos, Teresita aprendió a vivir en amor y a perdonar. Siendo apenas una adolescente sintió la llamada de Dios a una vocación especial y congruente con su fe y las enseñanzas de sus padres, Teresita respondió a Dios con un sí firme y con valentía.

Me recuerda a la Santísima Virgen que siendo apenas una adolescente aceptó ser la Madre de Dios. Ella, de la misma forma, con apenas 15 años, comprendió que Dios la llamaba a ser monja de claustro en el Carmelo de Lisieux y luchó por su ideal hasta lograrlo. Fue con su padre y su hermana a ver al Papa León XIII y aunque no se podía hablar o acercarse mucho, ella tomó la oportunidad única y le pidió al Papa que la dejara entrar al convento con 15 años. ¡Una santa osadía!

Teresita llega al convento con convicciones muy firmes, quiere ser santa y toma aquel lugar como su campo de entrenamiento en caridad para con las hermanas. La pequeña flor blanca, Teresa, observa y medita en su corazón. Llega al conocimiento de su misión gracias a su oración y se reflexión, descubre con una lógica maravillosa al leer la Palabra que Dios es amor y misericordia; que, si sus padres la amaron tanto y eran solo criaturas, el Creador no podía amarla menos que sus padres, sino al contrario, de Dios venía el amor.

Santa Teresita es Doctora de la Iglesia por su eminente doctrina, original y apegada a la Iglesia y a la Escritura. Con qué claridad, sencillez y al mismo tiempo maestría, con 23 años escribe su famoso caminito de infancia espiritual que ha beneficiado a miles de almas en la historia. Su doctrina no se la enseñó una Universidad o un sacerdote, ni siquiera el Carmelo. Se la enseñó el Espíritu Santo por tener un alma dócil y abierta a la gracia de Dios.

Editorial: Todos hermanos

Noviembre 01, 2020

El sábado 3 de octubre, en la fiesta del gran santo de Asís, San Francisco, el Papa que ha elegido su nombre como una señal inequívoca de su pontificado, firmó su nueva Carta Encíclica que lleva por nombre “Todos hermanos” (Fratelli tutti).

San Daniel Comboni

Noviembre 01, 2020

Memoria: 10 de octubre.

Daniel Comboni: hijo de campesinos pobres, llegó a ser el primer Obispo de África Central y uno de los más grandes misioneros de la historia de la Iglesia. La vida de Comboni nos muestra que, cuando Dios interviene y encuentra una persona generosa y disponible, se realizan grandes cosas.

 

Origen

Nació en Limone sul Garda (Brescia, Italia) el 15 de marzo de 1831, el cuarto de ocho hijos, muertos casi todos ellos en edad temprana. La pobreza de la familia empuja a Daniel a dejar el pueblo para ir a la escuela a Verona, en el Instituto fundado por el sacerdote don Nicola Mazza para jóvenes prometedores pero sin recursos.

 

Vocación

Daniel descubre su vocación sacerdotal, cursa los estudios de filosofía y teología y, sobre todo, se abre a la misión de África Central, atraído por el testimonio de los primeros misioneros del Instituto Mazza que vuelven del continente africano.

 

Misión

En 1854, Daniel Comboni es ordenado sacerdote y tres años después parte para la misión de África junto a otros cinco misioneros del Istituto Mazza, con la bendición de su madre Domenica que llega a decir: “Vete, Daniel, y que el Señor te bendiga”.

 

África o muerte

El impacto con la realidad africana es muy fuerte. Fatigas, clima insoportable, enfermedades, muerte de numerosos y jóvenes compañeros misioneros, pobreza de la gente abandonada a sí misma, todo ello empuja a Comboni a ir hacia adelante y a no aflojar en la tarea que ha iniciado con tanto entusiasmo.

 

Obra

Su inquebrantable confianza en el Señor y su amor a África llevan a Comboni a fundar en 1867 y en 1872 dos Institutos misioneros, masculino y femenino respectivamente; más tarde sus miembros se llamarán Misioneros Combonianos y Misioneras Combonianas.

 

Muerte

El 10 de octubre de 1881, a los 50 años de edad, marcado por la cruz que nunca lo ha abandonado “como fiel y amada esposa”, muere en Jartum, en medio de su gente, consciente de que su obra misionera no morirá. “Yo muero -exclama- pero mi obra, no morirá”.

La Palabra o el Verbo

Noviembre 01, 2020

La Palabra de Dios entra en la persona y hace con que ella se siente acogida por Dios como hija o como hijo. Es el poder de la gracia de Dios.

En los días de Navidad, especialmente el 25 de diciembre, en el que los cristianos celebramos el nacimiento de nuestro Señor Jesucristo, escuchamos este bello himno introductorio del Evangelio de San Juan, a manera de villancico, que nos habla de la Palabra o el Verbo:

En el principio existía la Palabra y la Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra era Dios. Ella estaba en el principio junto a Dios. Todo se hizo por ella y sin ella no se hizo nada Lo que se hizo en ella era la vida y la vida era la luz de los hombres, y la luz brilla en las tinieblas, y las tinieblas no la vencieron… La Palabra era la luz verdadera que ilumina a todo hombre, viniendo a este mundo. En el mundo estaba, y el mundo fue hecho por ella, y el mundo no la conoció.

Vino a los suyos, y los suyos no la recibieron. Pero a todos los que la recibieron, les dio poder de hacerse hijos de Dios, a los que creen en su nombre; los cuales no nacieron de sangre, ni de deseo de carne, ni de deseo de hombre sino que nacieron de Dios.

Y la Palabra se hizo carne, y puso su Morada entre nosotros, y hemos contemplado su gloria, gloria que recibe del Padre como Unigénito, lleno de gracia y de verdad. Pues de su plenitud hemos recibido todos, y gracia por gracia. Porque la Ley fue dada por medio de Moisés; la gracia y la verdad nos han llegado por Jesucristo. A Dios nadie le ha visto jamás: el Hijo Unigénito, que está en el seno del Padre, él lo ha contado (Jn 1,1-5.9-14.16-18).

 

Himno a la Palabra o al Verbo, Dios y hombre

 

En tiempos en que la Pandemia generada por el COVID-19 está en aumento en muchas regiones del mundo, incluso en nuestro país, es momento de actuar con una mayor conciencia, de no bajar los brazos y de ser responsables con nuestras actitudes.

Costa Rica ha visto en los últimos días el aumento de casos, el crecimiento de hospitalizaciones y una mayor cantidad de personas en unidades de cuidados intensivos, las cuales están ante un inminente colapso. Asimismo, lamentablemente, las muertes diarias a causa de esta enfermedad están creciendo.

Sabemos que vivimos días de mayor apertura en distintos sectores y ámbitos del país, pues es necesaria la actividad económica y social. Sin embargo, este lapso de aperturas debe estar acompañado de mucha seriedad y responsabilidad por parte de todos. Debemos ser consecuentes en el cuidado que se nos pide tener.

Cada vez tenemos que ser más estrictos en el lavado de manos, en los protocolos para toser y estornudar, en el uso obligatorio de la mascarilla y en el distanciamiento físico. Salgamos a lo realmente necesario; si tenemos síntomas relacionados con el virus, debemos quedarnos en casa, para cuidarnos y cuidar de los demás.

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