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No como una novedad, sino como una insistencia en los principios de la Doctrina Social de la Iglesia sobre la economía, el papa Francisco ha venido expresando, de diversas maneras esta idea que publicó en su exhortación sobre el Gozo del Evangelio: “Así como el mandamiento de ‘no matar’ pone un límite claro para asegurar el valor de la vida humana, hoy tenemos que decir ‘no a una economía de la exclusión y la inequidad’. Esa economía mata. No puede ser que no sea noticia que muere de frío un anciano en situación de calle y que sí lo sea una caída de dos puntos en la bolsa. Eso es exclusión” (n.º 53). Por esto, él mismo nos explica que uno de los ejes que atraviesa toda su encíclica Laudato si’ es “la invitación a buscar otros modos de entender la economía y el progreso” (n.º 16). En definitiva, se trata, como expresa en su última encíclica, Fratelli tuti, de construir “una economía integrada en un proyecto político, social, cultural y popular que busque el bien común puede ‘abrir camino a oportunidades diferentes, que no implican detener la creatividad humana y su sueño de progreso, sino orientar esa energía con cauces nuevos’ (LS 191)”.

El 1.º de mayo del año pasado, el Papa invitó a los “jóvenes economistas, emprendedores y emprendedoras de todo el mundo” “a una iniciativa que he deseado tanto: un evento que me permita encontrar a quienes hoy se están formando y están empezando a estudiar y practicar una economía diferente, la que hace vivir y no mata, que incluye y no excluye, que humaniza y no deshumaniza, que cuida la creación y no la depreda. Un evento que nos ayude a estar juntos y conocernos, que nos lleve a hacer un ‘pacto’ para cambiar la economía actual y dar un alma a la economía del mañana” (Carta del Santo Padre Francisco para el encuentro “Economy of Franceso). El acontecimiento estaba previsto para celebrarse del 26 al 28 de marzo del presente año, en Asís, la ciudad natal de san Francisco, al cual el Papa quiso proponer como un referente para pensar en esa nueva forma de entender la economía. Por eso, quiso llamar a esta gran propuesta la “economía de Francisco”, de san Francisco. Debido a las limitaciones impuestas por la pandemia, el evento se retrasó hasta los pasados días 19, 20 y 21 de noviembre, de forma virtual.

 

 

La Pastoral Social Caritas y las “nuevas economías”

 

En su último congreso regional, en febrero del 2019, Caritas de América Latina y el Caribe retomó una de sus líneas estratégicas en favor de una economía centrada en el bien común, centrada en el ser humano, eje fundamental del desarrollo humano integral y solidario. Una economía solidaria. Ratificó esta línea reafirmando como uno de sus ejes de trabajo el de las “nuevas economías”, concepto que abriga diversas corrientes que responden a los anhelos de una humanidad que sueña con una economía afín a la que propone la Doctrina Social de la Iglesia: la economía social, la economía solidaria, la economía social solidaria, la economía de comunión, la economía para la vida, la economía del bien común, la economía humana, la economía circular, la economía participativa, la economía asociativa, la economía comunitaria, la economía verde, la economía azul, la economía popular y otras.

La expresión más común en el ámbito de la Iglesia en la región latinoamericana y caribeña ha sido el de la “economía solidaria” o “economía social y solidaria”. El fomento de la economía social solidaria en Caritas obedece a la correspondencia de esta manera de entender las relaciones económicas con los principios de la enseñanza social de la Iglesia. Por este motivo, la Pastoral Social Caritas de Costa Rica viene, desde hace más de una década, comprometida con el fomento y desarrollo de la economía social solidaria. Con gozo, vimos cómo el papa Benedicto XVI le dio carta de ciudadanía en la Doctrina Social de la Iglesia a este concepto, cuando, en su encíclica Caritas in veritate, afirmó: “El binomio exclusivo mercado-Estado corroe la sociabilidad, mientras que las formas de economía solidaria, que encuentran su mejor terreno en la sociedad civil aunque no se reducen a ella, crean sociabilidad. El mercado de la gratuidad no existe y las actitudes gratuitas no se pueden prescribir por ley. Sin embargo, tanto el mercado como la política tienen necesidad de personas abiertas al don recíproco” (n.º 39).

 

Pastoral Social y Política Nacional

 

Con la noticia de la presencia de un Nuncio Apostólico en Bogotá, la Asamblea de Costa Rica decretó, el 22 de diciembre de 1837, la revocatoria de lo actuado con la erección civil de la Diócesis en 1825 y la autorización al Ejecutivo para que nombrara un Legado ante dicho Nuncio, para gestionar la creación de nuestra Diócesis. No tenemos noticias de que tal gestión se haya llevado a cabo.

Hace 150 años el beato Papa Pío IX declaró a San José como Patrono de la Iglesia Católica. Lo hizo con el decreto Quemadmodum Deus, firmado el 8 de diciembre de 1870. El Santo Padre Francisco lo celebra convocando a un Año de San José, y lo hace con la Carta apostólica Patris corde (Corazón de padre).

Este Año se celebrará Dios mediante hasta el 8 de diciembre de 2021, y será una ocasión para destacar las virtudes del esposo de la Santísima Virgen María y padre adoptivo de Jesús.

El día de hoy, los Obispos de la Conferencia Episcopal de Costa Rica (CECOR) han emitido un Protocolo para realizar reuniones pastorales presenciales en salones o infraestructuras parroquiales. Lo anterior de conformidad con las indicaciones del Ministerio de Salud.

“No omitimos reiterar el respeto a las normas sanitarias en general que se nos han pedido, pero es necesario crear conciencia de que esta nueva posibilidad que nos brinda el Ministerio de Salud debe asumirse con mucha responsabilidad y seriedad. Nuestro compromiso debe ser ejemplar para el cuidado de la vida y la salud de las personas”, mencionó Monseñor Daniel Blanco, Obispo Auxiliar de la Arquidiócesis de San José.

Los siguientes son algunos de los requisitos, el Protocolo completo será accesible a través de los párrocos en todas las diócesis del país:

  • Solo se harán reuniones presenciales si no es posible hacerlas virtuales.

  • Uso obligatorio de la mascarilla.

  • No podrán durar más de 2 horas.

  • Tener espacio de 1,8 metros entre cada persona y aforo no más del 50% de capacidad del recinto.

  • No se recomienda la presencia de adultos mayores o niños menores a 12 años.

La madre de Jesús

Noviembre 13, 2020

María simboliza al pueblo de Israel que, en el Antiguo Testamento, es presentado muchas veces, como novia o esposa de Israel.

Muchas veces hemos escuchado, tanto en la predicación, las homilías, la catequesis y en especial, en la celebración del sacramento del matrimonio, el bello relato de las bodas de Caná, en donde aparece y destaca la madre de Jesús. A ella hoy queremos referirnos:

Tres días después se celebraron unas bodas en Caná de Galilea, y la madre de Jesús estaba allí. Jesús también fue invitado con sus discípulos. Y como faltaba vino, la madre de Jesús le dijo: “No tienen vino”. Jesús le respondió: “Mujer, ¿qué tenemos que ver nosotros? Mi hora no ha llegado todavía”. Pero su madre dijo a los sirvientes: “Hagan todo lo que él les diga”.

Había allí seis tinajas de piedra destinadas a los ritos de purificación de los judíos, que contenían unos cien litros cada una. Jesús dijo a los sirvientes: “Llenen de agua estas tinajas”. Y las llenaron hasta el borde. “Saquen ahora, agregó Jesús, y lleven al encargado del banquete”. Así lo hicieron. El encargado probó el agua cambiada en vino y como ignoraba su o rigen, aunque lo sabían los sirvientes que habían sacado el agua, llamó al esposo y les dijo: “Siempre se sirve primero el buen vino y cuando todos han bebido bien, se trae el de inferior calidad. Tú, en cambio, has guardado el buen vino hasta este momento”.

Este fue el primero de los signos de Jesús, y lo hizo en Caná de Galilea. Así manifestó su gloria, y sus discípulos creyeron en él. Después de esto, bajó a Cafarnaúm con su madre, sus hermanos y sus discípulos, y permanecieron allí unos pocos días (Jn 2,1-12).

 

¿Es María?

 

Tantas veces hemos escuchado este relato de las bodas de Caná, que estamos acostumbrados a pensar que allí, efectivamente, estaba la Virgen María en aquella celebración de novios, preocupada para que, en el momento apropiado, poder intervenir y propiciar el cambio del agua en vino, en aquel primer milagro realizado por su Hijo Jesucristo. Pero llama la atención que ella no es nombrada por su nombre propio, pero es llamada “mujer” por su Hijo, cuando tuvo que haberla llamado “mamá” o “madre” y cuando el mismo San Juan, conocía el nombre de José, el padre adoptivo de Cristo (Jn 1,45; 6,42).

Además, no se dice que ella fuera invitada, sino “que estaba allí” (Jn 2,19). Es como si ella formara parte de la fiesta, del ambiente y lugar en que se celebraba el matrimonio. En cambio, de Jesús se dice “que fue invitado con sus discípulos”. Es decir, que no había sido invitado, sino que llegó de afuera. Y, como si fuera poco, es extraño que Jesús la llamara mujer, como ya hemos visto. Además, no existe ningún pasaje de la Biblia, en el que un hijo se dirija a su madre biológica, llamándola mujer.

De manera que María, en este relato, tiene una fuerte carga simbólica. Recordemos que entre nosotros, como también en Israel, el término “mujer” no solamente se refiere a una persona del sexo femenino, sino que denota a la esposa o a la novia. De allí que muchas veces los maridos, al hablar de sus esposas, las llaman “mujer” (“Mujer ¿ya está el almuerzo?”; “apúrate mujer”; “voy a hablar con mi mujer”; “la mujer de Fulano”, etc). Es decir, es la esposa y por eso, en las bodas de Caná, María simboliza al pueblo de Israel que, en el Antiguo Testamento, es presentado muchas veces, como novia o esposa de Israel. Es por eso que en el esta bella narración, no se nombra a la esposa o la novia. Porque la novia es el pueblo elegido de Dios, quien muchas veces, aparece presentado como el Esposo fiel, que quiere desposarse con su pueblo en una alianza de amor (ver Os 1-2; Jer 2,2; 3,1-12; Is 54,4-8; 62,4-5).

 

“Hagan todo lo que él les diga” (Jn 2,5)

 

A lo largo del relato aparecen nuevos personajes, los sirvientes, y la madre de Jesús les dice que se pongan a la completa disposición de él. Ella no conoce los planes de su Hijo, pero afirma que hay que aceptar su programa sin condiciones y estar preparado para seguir cualquier indicación suya. En el contexto de la alianza de bodas, en que se desenvuelve la escena, la frase de María a los sirvientes adquiere todo su significado. Su frase hace alusión a la que pronunció el pueblo en el Sinaí, comprometiéndose a cumplir todo lo que Dios les mandase (Éx 19,8: "haremos cuanto dice el Señor").

María, representando al verdadero Israel, comprende por las palabras de Jesús que la antigua alianza ha caducado y que el Mesías va a inaugurar una alianza nueva; por eso pide a los sirvientes que den su fidelidad a la alianza que Él va a promulgar. Ella aquí simboliza al nuevo Israel, a la esposa fiel de Jesucristo, el enviado divino, que viene a revelar su gloria como Mesías y a realizar el sueño de los profetas, de las bodas de Dios con su pueblo (Os 2,16-25; Jer 2,1-2; Ez 16; Cantar de los Cantares).

 

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