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Sábado, 18 Mayo 2024
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El cardenal Joseph Ratzinger, Papa Benedicto XVI, nació en Marktl am Inn, diócesis de Passau (Alemania), el 16 de abril de 1927 (Sábado santo), y fue bautizado ese mismo día. Su padre, comisario de la gendarmería, provenía de una antigua familia de agricultores de la Baja Baviera, de condiciones económicas más bien modestas. Su madre era hija de artesanos de Rimsting, en el lago Chiem, y antes de casarse trabajó de cocinera en varios hoteles.

Pasó su infancia y su adolescencia en Traunstein, una pequeña localidad cerca de la frontera con Austria, a treinta kilómetros de Salzburgo. En ese marco, que él mismo ha definido "mozartiano", recibió su formación cristiana, humana y cultural.

Ya lo dijo Alain Ducasse “la cocina no es solo recetas”: es amor, dedicación, gusto y herencia. ¿Cuántas historias se cocinan al calor de los hornos? Y cuántos sabores e ideas hay detrás del rostro de un emprendedor que quiere ayudar a los suyos.

Así es como nació “Chepito”, una salsa picante elaborada con Chile Panamá y Uchuva, creada nada más y nada menos que por el Obispo Auxiliar de San José, Monseñor Daniel Francisco Blanco, cura párroco del Carmen, en San José.

Durante la pandemia, recuerda Monseñor Blanco, la señora que los ayudaba en la parroquia estuvo fuera varias semanas y a él le tocó asumir la cocina. En algún momento hizo una chilera y la compartió con algunos sacerdotes, colaboradores de la Curia Metropolitana y de Radio Fides. La sabrosa salsa gustó tanto que le ofrecieron comprar algunos vasitos. De boca en boca, la noticia de aquella delicia se corrió rápido, al punto de que en la navidad de 2021 Monseñor inició formalmente el emprendimiento para ayudar a la economía parroquial.

El gusto por la cocina es de origen familiar, explica Monseñor. “Mi mamá cocina repostería y conservas (jaleas, mermeladas y encurtidos). Mis hermanas y yo aprendimos con ella”, cuenta.

Después, cuando estudió en Roma y tenía que ir a alguna parroquia le decía a las personas que le enseñaran recetas italianas. “Dicen que me quedan muy bien las pastas y el risotto”, cuenta entre risas, y así fue como inició.

Navidad en la Amazonía

Diciembre 25, 2022

Hace dos días salí en barco desde el Puerto de Manaus en Amazonas. Ese día fue particularmente intenso: preparar el desayuno para las misioneras que estaban regresando de una itinerancia por la Guyana, alistar el equipaje y disponerme a ser recibido nuevamente por las aguas del gran río.

Y es navidad. Para nosotros, los franciscanos, es un tiempo especial. San Francisco de Asís abrazó el misterio del Dios que se hizo cercano, puso su tienda en medio de nosotros e hizo de su vida, ternura compartida con los más débiles.

“Saludos. Deseo preguntarle sobre la Comunión Espiritual. Mi duda y hasta cierto punto mi postura, es observar que no está bien comprendida, en su uso y en su difusión. Si creemos que la Comunión Espiritual tiene los mismos efectos que la Comunión Sacramental, muchos al mal entenderla, y aun estando en pecado grave o mortal, practican este tipo de comunión, porque lo ven como salvoconducto, casi que se dijeran: si no puedo comulgar sacramentalmente por mis pecados, que por el momento no puedo resolver, la Iglesia me permite hacer Comunión Espiritual con los mismos efectos de una Comunión Sacramental. Esta práctica está muy difundida y los sacerdotes mismos no comprenden el uso, es decir, no explican quienes pueden y quienes no pueden hacer la Comunión Espiritual. Entiendo que debe y puede comulgar espiritualmente todo aquel cristiano que esté en gracia de Dios y que no tenga grave impedimento para comulgar, sino que no pueda comulgar sacramentalmente por circunstancias que no constituyen ningún pecado. Me pregunto Monseñor, si estoy en error y si la Comunión Espiritual es para aquellos que viven en pecado mortal que no se confiesan”.

Leyla Ortiz Leiva - San José

 

Estimada Leyla, usted no se encuentra en ningún error, sino que tiene una idea clara de lo que es la Comunión Espiritual y acerca de quienes pueden realizarla real y sinceramente.

San Alfonso María de Ligorio, quien alabó e impulsó insistentemente la práctica de la Comunión Espiritual, la entendía como la estamos entendiendo nosotros, es decir, para personas que estén en gracia de Dios y que, por alguna razón en ese momento, no puedan acercarse a recibir a Jesús sacramentalmente. Un ejemplo: pensemos en fieles que se encuentren en una visita al Santísimo o en una Hora de Adoración, y deseen durante en ese acto de culto eucarístico, unirse profunda y personalmente con Jesús.

En tal caso pueden inclusive utilizar la fórmula tan conocida como la redactó San Alfonso María de Ligorio. La recordamos: “Creo Jesús mío que estás en el Santísimo Sacramento, te amo sobre todas las cosas y deseo recibirte en mi alma; ya que ahora no puedo hacerlo sacramentalmente, ven al menos espiritualmente a mi corazón…y ahora como si ya te hubiese recibido, te abrazo, me uno a ti. No permitas Señor que jamás me separe de ti”.

Los fieles que, con ocasión de una celebración eucarística, hacen propia la fórmula que acabamos de recordar, bien entienden que el deseo de la comunión no equivale a la Comunión Sacramental y que, para los dos casos, es necesario el estado de gracia.

Cuando era adolescente, tuvo la oportunidad de ir a un campamento en Nicaragua, era el año 1999 y ese país había sufrido los estragos del Huracán Mitch. Allí vio personas que aun en medio de las circunstancias mantenían su alegría. Fue una experiencia que lo marcó y comenzó a sentir un llamado del Señor a servirle.

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