La mejor preparación para acoger a Jesús es vivir sus enseñanzas, compartir con los demás (Lc. 3, 10-11), vivir el Evangelio, abrir los ojos a las necesidades del prójimo; dar nuestro tiempo, compañía y ayuda material a los demás
El mes de diciembre y los días previos a la Navidad, como la Navidad misma, son días alegres, festivos y gozosos. Pero no se trata de una alegría superficial, sino la alegría por la inminente llegada del Señor.
En medio de la Gran Misión Nacional que vivimos, la Iglesia ora por un Adviento pleno y definitivo, por una venida de Cristo para todos los pueblos de la tierra que todavía no han conocido al Mesías o no reconocen aún al único Salvador.
Adviento es tiempo para reflexionar sobre el curso y destino que estamos forjando en nuestra sociedad, cada vez más materialista, muchas veces solamente en busca de resultados económicos y de desvirtuar los verdaderos valores que enaltecen la dignidad de la persona humana.
Ya advertía el Papa Francisco en su discurso al cuerpo diplomático acreditado ante la Santa Sede, el lunes 11 de enero de 2016, cuando hablaba del hambre como una de las grandes plagas de nuestro tiempo o de la situación de millones de migrantes.
«¿Cómo no ver en todo esto el fruto de una ‘cultura del descarte’ que pone en peligro a la persona humana, sacrificando a hombres y mujeres a los ídolos del beneficio y del consumismo? Es grave acostumbrarse a estas situaciones de pobreza y necesidad, al drama de tantas personas, y considerarlas como ‘normales’. No se considera ya a las personas como un valor primario que hay que respetar y amparar, especialmente si son pobres o discapacitadas, si ‘todavía no son útiles’ –como los no nacidos–, o si ‘ya no sirven’–como los ancianos–. Nos hemos hecho insensibles a cualquier forma de despilfarro, comenzando por el de los alimentos, que es uno de los más vergonzosos, pues son muchas las personas y las familias que sufren hambre y desnutrición», destacaba el Santo Padre.
Adviento es encuentro de Dios con el hombre, por ello debe llevarnos a una cultura de acogida de la vida desde la concepción hasta su muerte natural.
Este tiempo de Adviento lo vivimos, de modo especial, en medio de un proceso sinodal convocado por el Papa Francisco, quien nos pide caminar juntos, reflexionando sobre nuestra forma de vivir y de ser en la comunidad eclesial.
Vivamos esta época buscando la novedad en nuestras vidas, para recibir a Aquél que nos ofrece la vida verdadera y eterna.
En la sede de la Conferencia Episcopal, San José, a los 25 días del mes de noviembre del año del Señor 2022.
Mons. José Manuel Garita Herrera
Obispo de Ciudad Quesada
Presidente de la Conferencia Episcopal de Costa Rica
Mons. Daniel Francisco Blanco Méndez
Obispo Auxiliar de San José
Secretario General de la Conferencia Episcopal de Costa Rica