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Viernes, 13 Diciembre 2024
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Mensaje de la Conferencia Episcopal a la Iglesia y al pueblo de Costa Rica al finalizar la CXXIV Asamblea Ordinaria.

 

“La familia es la célula original de la vida social”

(Catecismo de la Iglesia Católica, n. 2207)

 

Este jueves 19 de mayo de 2022, los Obispos de la Conferencia Episcopal de Costa Rica se reunieron en Casa Presidencial, con el presidente de la República, Rodrigo Chaves Robles, y con algunos ministros de Gobierno. 

“Con actitud de escucha, tuvimos un diálogo franco y sincero, en busca de unir esfuerzos por el bien común de nuestra sociedad”, expresó Monseñor José Manuel Garita Herrera, presidente de la Conferencia Episcopal de Costa Rica.
Los obispos, una vez más, felicitaron al mandatario, y agradecieron el espacio de oración durante el Traspaso de Poderes. Manifestaron, durante la reunión, la disposición de ayuda de la Iglesia que históricamente ha dado siempre su aporte de manera constante en la construcción de Costa Rica.

Dentro de los temas abordados y que también fueron expuestos en carta pública de los obispos al mandatario, el pasado 4 de abril, estuvieron: una sana política, la economía al servicio del ser humano, la importancia de la familia y de la vida, el primordial abordaje integral de la salud, la atención impostergable de la educación, el fortalecimiento de la paz social y el cuidado del medio ambiente.

“En todos estos temas, el punto focal que la Iglesia ha puesto siempre en el centro es la persona humana y el respeto a su dignidad”, destacó Monseñor Garita.

MENSAJE PARA EL TIEMPO DE PASCUA DE LOS OBISPOS
DE LA CONFERENCIA EPISCOPAL DE COSTA RICA

«¿Por qué buscan entre los muertos al que está vivo? No está aquí, ha resucitado»

San Lucas 24, 5-6

Como pastores del pueblo de Dios enviamos nuestro gozoso saludo pascual al Pueblo de Dios en nuestro país, tras haber celebrado los misterios de la Pasión, Muerte y Resurrección de Cristo durante la Semana Santa.

Luego de dos años de pandemia, provocada por el COVID-19, el pueblo fiel católico volvió a celebrar, en los templos y en las calles, los misterios de la fe, hecho que nos llena de regocijo y agradecimiento profundo en el Señor, pues nos ha permitido reavivar nuestro espíritu, encontrarnos presencialmente y alimentar nuestra esperanza común.

«Si Cristo no hubiera resucitado, vana sería nuestra fe», (I Corintios 15, 14).  Hemos vivido y celebrado el misterio pascual con la mirada puesta en Cristo Resucitado, quien ha vencido la muerte.  Por ello, este tiempo de la Pascua, que vive la Iglesia, es tiempo de gracia y tiempo propicio para redescubrir que nuestro futuro no está en el frío y el vacío de un sepulcro, sino que está más allá, en la eternidad.  ¡Esto es lo que creemos y vivimos los cristianos!

Al mismo tiempo, la resurrección de Jesucristo nos abre el horizonte a la esperanza:  esperanza de una vida y un país mejores; esperanza de que la pandemia terminará y que podremos superar una serie de brechas que afectan a nuestros hermanos más vulnerables.

Sintámonos animados por lo que nos manifiesta el Papa Francisco:  «De pronto, Jesús salió a su encuentro y las saludó, diciendo:  ‘Alégrense’ (Mt 28, 9).  Es la primera palabra del Resucitado después de que María Magdalena y la otra María descubrieran el sepulcro vacío y se toparan con el ángel.  El Señor sale a su encuentro para transformar su duelo en alegría y consolarlas en medio de la aflicción (cfr. Jr 31, 13).  Es el Resucitado que quiere resucitar a una vida nueva a las mujeres y, con ellas, a la humanidad entera. Quiere hacernos empezar ya a participar de la condición de resucitados que nos espera» (17 de abril, 2020, meditación en revista española Vida Nueva).

La intensa y concurrida celebración de la Semana Santa, en cada una de nuestras comunidades parroquiales, a lo largo y ancho de todo el país, nos anima a redescubrir los valores de un pueblo creyente.  Agradecemos, también, el respeto con el cual esta fe se ha manifestado y vivido.  Sin embargo, esta celebración no se puede quedar sólo en un momento determinado o en una época especial.

Nos dice el Santo Padre, en su Encíclica Lumen Fidei, n. 51:  «La fe permite comprender la arquitectura de las relaciones humanas, porque capta su fundamento último y su destino definitivo en Dios, en su amor, y así ilumina el arte de la edificación, contribuyendo al bien común».

Precisamente, nuestro llamado es a continuar manifestando nuestra fe en cada lugar en que nos encontremos, en toda situación que enfrentemos, en todo momento que sea necesario para contribuir a mejorar nuestra sociedad.

Camino al cambio de mando en nuestras autoridades de gobierno, tanto en el Poder Ejecutivo como en el Poder Legislativo, les hacemos un llamado a poner la mirada en el mejoramiento y crecimiento del país, teniendo en cuenta sus principales problemáticas; más aún, poniendo en el centro de cada una de las decisiones que se tomarán a la persona humana.

Agradecemos a las autoridades salientes y saludamos de modo especial al presidente de la República Carlos Alvarado Quesada.  Agradecemos todos los esfuerzos que el gobierno, que está por terminar, ha realizado por Costa Rica; sabemos los duros momentos vividos a causa de la pandemia.

Una vez más, imploramos sobre el presidente electo, Rodrigo Chaves Robles, y por todos quienes ingresarán a trabajar en la función pública a partir del mes de mayo, la bendición del Señor para que puedan ejercer sus cargos con sabiduría, humildad y acierto.

Una familia unida

Febrero 02, 2022

Obispos de la Conferencia Episcopal de Costa Rica hacen llamado a que tras el proceso electoral se trabaje por el bien común.

2 de febrero, 2022.

A escasos días de las Elecciones Nacionales, los Obispos de la Conferencia Episcopal de Costa Rica han realizado un nuevo llamado para poner los intereses del país por encima de los intereses particulares.

Una vez que se dé la elección del próximo 6 de febrero, y aún si correspondiera continuar a una segunda ronda para elegir presidente y vicepresidentes, los Obispos llaman a “trabajar por el bien común, a unirnos como país, como una sola familia”.

Según recogen del Catecismo de la Iglesia Católica, en su número 1906, los Obispos enfatizaron la necesidad de comprender el mensaje del Magisterio: “El bien común afecta a la vida de todos. Exige la prudencia por parte de cada uno, y más aún por la de aquellos que ejercen la autoridad”.

En un nuevo llamado a votar y apreciar el derecho sagrado del sufragio, los Obispos ponen especial atención a que electores y elegidos, a partir del 6 de febrero, “trabajen por el bien de Costa Rica”.

Así como en días anteriores, y desde los meses de las convenciones que se desarrollan en algunos partidos políticos, los Obispos confían en el fortalecimiento de la democracia, y que a 200 años de vida independiente “se siga madurando en el sistema sobre el cual se han sentado las bases de Costa Rica y el cual es motivo de orgullo en el mundo, por los sólidos valores que lo conforman”.

MENSAJE PARA EL TIEMPO DE ADVIENTO DE LOS OBISPOS DE LA CONFERENCIA EPISCOPAL DE COSTA RICA

¡QUIEN CREE, VE CON UNA LUZ QUE ILUMINA TODO! (Cfr. Lumen Fidei, 1)

«Y darás a luz un hijo, a quien pondrás el nombre de Jesús, porque Él salvará a su pueblo de sus pecados» (San Mateo 1, 21)

El Señor nos regala un momento de gracia, por medio de la Iglesia, al vivir el tiempo de Adviento, con el cual iniciamos un nuevo Año Litúrgico, y nos preparamos para recibir a Aquél que todo lo ilumina y que nos salva de las oscuridades existentes en nuestra vida.

A partir del domingo 28 de noviembre iniciaremos como católicos el tiempo de Adviento, mediante el cual nos preparamos espiritualmente, para celebrar con inmenso gozo, el nacimiento de Jesús, como única Luz que nos salva de toda oscuridad en nuestra vida.

Este es un tiempo para volver la mirada a lo que trasciende más allá de lo que podemos ver. Las dificultades que todavía vivimos por la pandemia que ha golpeado y desnudado la oscuridad de una sociedad que descarta al más débil, al que menos tiene, que ha profundizado las desigualdades y oscurecido el futuro de muchos, nos lleva a proclamar el Evangelio de la Esperanza.

En este tiempo, estamos llamados a hacer brillar las buenas obras para dar gloria a Dios (cfr. Mateo 5, 16); y a que nuestras acciones reflejen los sentimientos de Jesús (cfr. Filipenses 2, 5), con ello podremos llenar de luz la vida entera, que es pasajera, pero que tiene un futuro esperanzador junto al Señor en la eternidad.

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