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Lunes, 20 Enero 2025
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Comunicado de los Obispos de la Conferencia Episcopal de Costa Rica

Desde el 1 de noviembre el país ha sufrido intensas y prolongadas lluvias producidas por la concatenación de varios fenómenos hidrometeorológicos, a saber, la Influencia indirecta del Huracán Rafael, inestabilidad Atmosférica por Zona de Convergencia Intertropical y paso de Onda Tropical N.º 45, lo cual, tras diversas alarmas amarillas, naranjas y rojas a lo largo y ancho del país a llevado al Gobierno de la República a declarar estado de emergencia nacional. Así consta en el decreto ejecutivo N. 44754-MP.

Expresamos nuestra profunda solidaridad con las dos familias que han perdido seres queridos, las muchas que han estado en albergues temporales y las que continúan en ellos, las que han sufrido el daño en sus viviendas y enseres, así como los agricultores que han experimentado la pérdida de sus cultivos y la afectación a sus ganados. Sentimos dolor por los niños que no acurden a los comedores escolares mientras perdura el cierre provisional de los centros educativos. Lamentamos mucho el trastorno para las tareas productivas y comerciales, así como de urgencias domésticas por el cierre de caminos y carreteras.

Apreciamos y felicitamos por su servicio en la actual crisis al Sistema Nacional de Gestión del Riesgo de Costa Rica y sus diversas instancias: la Comisión Nacional de Prevención de Riesgos y Atención de Emergencias (CNE), el Centro de Operaciones de Emergencia (COE), los comités municipales y locales de emergencias y todas las entidades que los conforman, los comités asesores y otras. Les animamos a mantener la mística y la generosidad en las diversas fases de la atención a la presente emergencia, prestando atención especial a las personas con mayores vulnerabilidades, como los niños; las mujeres, especialmente a las gestantes; las personas adultas mayores; las personas con discapacidad; las personas en situación migratoria tanto regular como irregular; las personas en situación de calle; las personas con afecciones de salud diversas.

Agradecemos profundamente la labor solidaria de la Pastoral Social Caritas en sus diversas instancias nacional, diocesanas y parroquiales que están sirviendo solidariamente en el apoyo a la atención de las personas en albergues temporales, así como a aquellas que no han abandonado sus casas, además de sus mascotas y otros animales. Especialmente agradecemos a los sacerdotes y agentes de pastoral que están brindando apoyo emocional a las personas afligidas por esta emergencia. Animamos a los grupos de pastoral social parroquial y equipos diocesanos a estar en contacto y al servicio de los comités cantonales y locales de emergencias. Le pedimos a la comunidad católica y a la población en general estar atentos a los llamados que se estarán haciendo en los próximos días acerca de las formas de cooperar en el proceso de respuesta y recuperación en esta emergencia.

Hacemos un llamado a las diversas entidades públicas que se abocarán en las siguientes semanas a la evaluación de daños y a la formulación de proyectos de recuperación, según lo ordena la legislación, a que presten toda la atención a las familias que tras esta emergencia verán agravada su situación de pobreza, así como a los pequeños y medianos productores agropecuarios, especialmente los muchos que carecen de seguros de cosecha. Ellos necesitarán asistencia financiera y técnica para su recuperación, así como para la alimentación de sus familias en el transcurso de su reactivación económica.

Comunicado de los Obispos de la Conferencia Episcopal de Costa Rica.

En momentos de incertidumbre y conflictos que afligen a tantas regiones del mundo, el Santo Padre, el Papa Francisco, nos ha convocado a una Jornada de Oración y Ayuno por la Paz el próximo 7 de octubre. Esta invitación, nacida de su profunda preocupación por la violencia, la injusticia y el sufrimiento de tantos pueblos, es una oportunidad para unirnos en una súplica ferviente por la paz, esa paz que sólo puede provenir del Señor.

“Cristo cura las divisiones, pero debemos tener la fe humilde del centurión para implorar este don. Oremos a la Virgen María Nuestra Señora de los Ángeles, al patriarca San José y a los santos Cornelio y Cipriano para que el Señor aumente nuestra fe”.

Con estas palabras se dirigió el nuevo Nuncio Apostólico en nuestro país, Monseñor Mark Gerard Miles en su primera homilía oficial en nuestro país, esta mañana en la Catedral Metropolitana Santuario Nacional San José.

Gracias a un convenio entre la Conferencia Episcopal de Costa Rica, la Universidad Católica y la Universidad Pontificia de Salamanca, en España, un grupo de 23 sacerdotes ha comenzado el proceso de formación para obtener su licenciatura en Derecho Canónico.

El grupo está compuesto por 20 presbíteros costarricenses, uno hondureño y dos panameños. Esta semana iniciaron clases presenciales en las instalaciones de la U Católica en Moravia.

El proceso de formación será de tres años, impartido completamente por profesores de la Universidad de Salamanca. Cada semestre, los estudiantes tendrán una semana intensiva juntos, luego clases virtuales y de nuevo una semana presencial de exámenes. Al final de los tres años (en el 2027), deberán viajar a España para completar su tesis, rendir exámenes finales y la respectiva graduación.

Es la primera vez que se ofrece esta modalidad formativa en el país y en Centroamérica, gracias al acuerdo logrado con la Universidad de Salamanca. Hace tres años se llevó a cabo un programa como este en Puerto Rico y para el 2025, Chile estará iniciando un proceso similar.

Mensaje de los Obispos de la Conferencia Episcopal de Costa Rica

¡Paz! un grito que urge ser escuchado en Costa Rica

 

En la solemnidad del martirio de San Pedro y San Pablo, testigos valientes de la fe en Jesucristo, que entregaron su vida en medio de situaciones de violencia, los Obispos de la Conferencia Episcopal de Costa Rica nos dirigimos al Pueblo de Dios y a todas las personas de buena voluntad, ciudadanos de nuestro país, para reiterar nuestro llamado a un genuino y efectivo compromiso de todos, ante la ola de violencia en nuestro país.

Como Iglesia, somos conscientes de la gravedad de esta problemática que dolorosamente tiende a extenderse en el tiempo y en muchas direcciones, por lo que nos unimos al empeño de buscar caminos de unidad y de paz para enfrentar tan compleja situación. Proclamamos “que la violencia es un mal, que la violencia es inaceptable como solución de los problemas, que la violencia es indigna del hombre. La violencia es una mentira, porque va contra la verdad de nuestra fe, la verdad de nuestra humanidad. La violencia destruye lo que pretende defender: la dignidad, la vida, la libertad del ser humano”.[1]

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