Desde la cama 7010 del Hospital Calderón Guardia, el Padre Danny Coto siguió evangelizando. En torno a él se congregaron médicos, enfermeras, enfermeros, auxiliares, personal de limpieza y seguridad, y muchas otras personas, quienes no solo hacían su labor sino que contemplaban su testimonio.
El Padre Danny Coto Loría, perteneciente a la Diócesis de Cartago, falleció el pasado martes 23 de mayo, a sus 37 años de edad. Desde enero, él enfrentaba una serie de complicaciones en su salud, tras haber sido contagiado de Covid-19.
Su funeral se realizó al día siguiente, en su parroquia de origen, Dulce Nombre de Jesús, en Tierra Blanca de Cartago. La ceremonia fue presidida por Mons. Mario Quirós, obispo de cartaginés. Estuvieron presentes gran cantidad de sacerdotes y laicos, quienes le conocieron en las distintas parroquias en las que sirvió.
“Pedíamos un milagro y Dios lo hizo, nos unió, nos puso a orar. Ese es el milagro”, dijo su hermano, el también sacerdote y rector del Seminario Nacional, Pbro. Carlos Coto Loría. Efectivamente, hubo una red de oración que traspasó las fronteras del país, gente que se acercó a los hospitales para donar sangre e incontables publicaciones de apoyo en redes sociales.
El Padre Carlos recordó que cuanto tenía cinco años de edad hizo una visita de rodillas a la Virgen de los Ángeles, en la Basílica de Cartago, para pedirle que les concediera un hermanito a su hermana (Ángela) y a él. “Me sorprendió Dios que me dio un hermano, no solo de carne sino en el ministerio”, añadió.
Comentó que la vida del Padre Danny fue gracia en su familia y allí donde sirvió. “La vida de Danny también ha sido gracia en esta última parroquia” donde ha estado en estos 123 días.
Hace 10 meses la familia Coto Loría enfrentó el duelo por el esposo y papá, Jesús Coto. Sobre esto, el Padre Danny le decía a sus familiares que era necesario “aprender a subirse en la cruz cuando Dios nos lo pide”. “Y vaya que él lo hizo, y lo hizo bien”, afirmó el Padre Carlos.
Y agregó: “Una enfermedad vivida así solo se puede traducir en una pascua hacia la vida eterna, Gracias Danny, hermano, por unirnos en este tiempo en un solo corazón”, dijo.
Sacerdote para la eternidad
El Padre Danny nació el 26 de julio de 1985 y fue ordenado presbítero el 22 de febrero de 2014, es decir, hace nueve años, por imposición de manos de Mons. José Francisco Ulloa, obispo emérito de Cartago, quien también estuvo en el funeral.
Yamileth Villalta, amiga del sacerdote, relata que desde niño él se entregó al servicio como monaguillo y que jugaba a hacer Misa con sus hermanos. Era un joven con una alegría contagiosa, muy estudioso y amante de la cocina y del fútbol, gustador de torta chilena y aficionado al Deportivo Saprissa.
También contó que cuando terminó el colegio, trabajó en agricultura para ayudar a su familia, hasta que decidió entrar al Seminario, donde ingresó en 2005.
Sirvió en el Santuario Nacional de Nuestra Señora de la Limpia Concepción del Rescate de Ujarrás, en Paraíso de Cartago; en la Parroquia San José, en Orosi y en la Parroquia San Buenaventura, en Turrialba. Fue párroco en Orosi del 2017 al 2020.
Precisamente, en 2020 tuvo que hacer una pausa en su servicio ministerial para someterse a un tratamiento médico contra el cáncer (tenía un linfoma no hodgkin). El joven sacerdote fue dado de alta en 2022 y se disponía a comenzar su labor pastoral en la Parroquia de El Tejar de El Guarco, sin embargo, se contagió de Covid-19 y a raíz de esto surgieron una serie de complicaciones.
Durante el funeral, la prédica estuvo a cargo del obispo emérito de San Isidro, Mons. Guillermo Loría, tío del padre Danny, quien expuso que “a través de su enfermedad se preparó para ese encuentro con el Señor”.
La hermana del Padre Danny, Ángela, destacó que su hermano fomentó la fraternidad sacerdotal en todo el país y fuera de él.
Recordó que a la hora de su fallecimiento, “nuestro querido Danito descansó en la paz más hermosa que pudiera existir (...) mientras rezábamos a su lado entendimos que el Señor Jesús vino a su encuentro, lo cubrió de santidad y amor, signos palpables de una familia que siempre ha creído que la obra es admirable y magnífica”.
Subir a la cruz
El Padre Rodolfo Vega Víquez, vicario en Guadalupe de Cartago y amigo, lo describió como una persona que escuchaba atentamente y que, desde su vida y su fe, iluminaba las distintas situaciones.
Ambos se conocieron cuando colaboraban en la Parroquia de Tierra Blanca. “Recuerdo claramente su ingreso al seminario y su camino de formación. Con mucha ilusión llegó la ordenación diaconal y presbiteral, recuerdo con gran alegría que todos esos acontecimientos eran para mí una motivación en mi vocación”, dijo el Padre Rodolfo.
Y continuó: “Su última prueba, fue esta enfermedad, que si lo vemos así en palabras de él mismo, “era subir a la cruz (...) ¡Admirable! su última predicación duró 123 días, no utilizó palabras para predicar el Evangelio, su vida ahí en la camilla del Hospital era la mejor homilía que pudo hacer. Desde ahí nos unió en la Eucaristía, en la oración y en la fraternidad, a todos”.
Billy Siles, colaborador de la Parroquia de Orosi, contó que el Padre Danny sabía combinar su alegría con su vocación de pastor. “Recuerdo que para los Días en Diócesis, en el 2019, para la Jornada Mundial de la Juventud, la delegación de Panamá que venía para Orosi se retrasó 12 horas, llegó a las 3:00 a.m. A esa hora el Padre estaba subido en el campanario tocando las campanas para recibirlos, despertó a medio pueblo”.