Los seminaristas que recibirán el orden son: Christian Benavides Cordero y Kenneth Molina Salazar.
Para la ocasión cada muchacho eligió un lema de ordenación, que consiste en tomar una frase bíblica o de algún santo con la que ellos identifiquen su ministerio.
En el caso de Christian su lema es tomado de 2 de Corintios: “Te basta mi gracia”. El joven es hijo de Gilberto Benavides y Lorena Cordero. Él describe este momento de su vocación como ver el rostro misericordioso de Dios que se sigue manifestando en su historia de vida confirmando de esta manera la vocación a la que ha sido llamado.
“Del corazón en este momento solo me brota gratitud con Dios porque en medio de su fragilidad lo ama y me quiere confiar un ministerio tan hermoso como es el diaconado. De mi parte estoy dispuesto a responderle, porque su gracia es la que me impulsará para responder de la mejor manera”, dijo.
Su camino vocacional lo ha llevado a conocer distintas realidades sociales en las parroquias que integran la Diócesis de Alajuela. Entre ellas Río Segundo, Atenas, Belén, Santa Gertrudis, Sagrado Corazón de Jesús, Nuestra Señora de las Mercedes y San Joaquín de Flores. Actualmente sirve en la parroquia de la Guácima.
Christian alienta a otros muchachos que deseen seguir a Cristo y que tengan esa inquietud vocacional. “Que se motiven, que tomen valentía y se den la oportunidad de discernir, que sientan en el corazón la voz de Dios, él es el que va mostrando lo que es necesario para seguir adelante con la fuerza necesaria para poder nosotros responder con generosidad a esa llamada que nos hace”.
Una experiencia de amor
Por su parte, para Kenneth Molina, la inminencia de su ordenación diaconal representa una experiencia de amor que vive día con día.
“Saber cómo Dios se apasiona por nuestra historia de vida y a pesar de nuestras fragilidades nos llama a ser reflejo de su amor, por medio del servicio es algo que golpea el corazón y hace que broten sentimientos profundos de gratitud e inmensa alegría”, segura.
Para él, se trata de un gran desafío que está asumiendo en plena libertad y ante los grandes retos que el mundo nos presenta. “Un mundo que necesita urgentemente encontrarse con Cristo. Yo espero que a través de este ministerio que la Iglesia pone en mis manos, como es el diaconado, poder ayudar a que muchas personas se encuentren con el Señor, pero sobre todo ser aquel que está en medio de nosotros como el que sirve”.
Kenneth es hijo de Ana Salazar Duarte y Sergio Molina González. Su lema de ordenación es “El amor no acaba nunca” de la Primera Carta de los Corintios.
Actualmente, el joven está designado en la Parroquia San Antonio de Padua en Belén. Su servicio lo ha efectuado también en comunidades como San Rafael Arcángel, Santiago Apóstol, Santa Rosa de Lima, San Mateo y San Ramón Nonato.
Su experiencia lo motiva a incentivar a otros jóvenes por el camino de Cristo. A ellos les dedica estas palabras: “La vocación es un misterio de amor, el amor creativo de Dios que nos llama a compartir su vida, para que haciendo experiencia de salvación, nos convirtamos en sus testigos, en medio de un mundo donde la palabra amor es tan relativizada”.
