María Felicia Hernández, conocida en todo el pueblo santacruceño como la Niña Feli, ha organizado las tradicionales posadas navideñas en su comunidad por más de 40 años. Ha visto generaciones de niños, que ahora son padres y llevan a sus hijos a disfrutar de esta hermosa manifestación de religiosidad popular.
A sus 79 años, la Niña Feli ha decidido dejar en manos de esos papás la organización de las posadas. Justamente, este año ella será invitada de honor, o como dicen, será una niña más.
La Niña Feli recordó cuando ella era una chiquilla e iba a las posadas. “Nos vestíamos de pastorcitas por la noche, íbamos con las señoras del barrio, cantábamos, buscábamos chilindrines; agarrábamos un montón de chapitas, las majábamos con un martillo, les hacíamos un hueco en el centro, les pasábamos un cordón y hacíamos panderetas, usábamos una paleta o un trozo de palo de escoba”.
María Felicia trabajó como docente de Educación Religiosa por más de 25 años en la Escuela María Leal Rodríguez y otras escuelas de Santa Cruz, donde es recordada con mucho cariño.
Descubrió su vocación por la enseñanza desde muy pequeña. Era una chica adelantada, aprendió a leer y sabía el Catecismo al revés y al derecho.
Recibió la catequesis de preparación para la Primera Comunión con las Hermanas Misioneras de la Asunción, solía ayudar a sus compañeritos y con tan solo ocho años decidió servir como catequista. Prácticamente toda su vida ha servido en la Parroquia de Santa Cruz.
Con apenas 15 años comenzó su formación como docente de Educación Religiosa y desde ahí también colaboró con la evangelización. Precisamente, ella y un compañero de Educación Musical invitaban a los alumnos a participar de las tradicionales posadas navideñas.
Ella no solo se limitaba a cantar villancicos y a rezar el Rosario, para la Niña Feli las posadas eran una oportunidad para catequizar, para explicar a los niños el significado de cada momento y de cada pasaje bíblico.
Para la Niña Feli es muy importante el orden y la devoción, pues claramente no se trata de ir por los confites y las galletas que dan al final de cada posada.
Tradicionalmente, siempre una pareja de niños se viste de San José y de la Virgen María. No obstante, en estas posadas los niños acostumbran vestirse de pastores y llevar dos imágenes de los papás de Jesús, con la idea de dejarlas en las casas donde los reciben, allí pasan la noche y al día siguiente las recogen para pedir posada en otra.
Este acto posee un fuerte simbolismo, pues son los hogares que dan posada y acogen a La Sagrada Familia. Según la Niña Feli, hacerlo de esa manera fue una idea que le dio un sacerdote misionero español.
Las posadas navideñas son básicamente una Novena de Navidad, inician entre el 15 o el 16 de diciembre y finalizan el 23 o el 24 de diciembre, a veces la última del año se realiza en el templo parroquial.
Tras dos años de pandemia sin poder celebrar las posadas, la Niña Feli está muy contenta de que se vuelvan a llevar a cabo y más aun porque los mismos chiquillos, ahora adultos, ciudadanos de bien, son quienes se van a encargar de continuar la tradición. Algunos le han dicho: “Lo que usted nos enseñó es para toda la vida”.
Por su parte, ella dice con alegría: “He abonado esa semilla que ha dado frutos”. “Todo eso lo llena a uno de regocijo y aumenta más la fe”.
