El exportero de la Selección Nacional de Fútbol, Álvaro Mesén, narra este momento de cuando estuvo en el hospital, entre la vida y la muerte, tras sufrir una hidrocefalia, relacionada con una bacteria, cuyas causas aun no están claras y cuyo diagnóstico apuntaba a que posiblemente quedaría postrado en una cama por el resto de sus días.
“Saben que me he caracterizado por ser una persona muy reservada, pero cuento todo esto, para dar testimonio del poder de los sacramentos y la oración y porque estamos sumamente agradecidos con el cuerpo médico del Hospital México y todas las personas que, conociéndome y sin conocerme, oraron por mí y mi familia”.
Después de dos cirugías cerebrales de urgencia, fue dado de alta y ya puede retomar su cotidianeidad, no obstante, reconoce que hubo un cambio en su vida, ahora más que nunca tiene claro que la vida sin Dios es de momentos, buenos y malos, pero con Él todo se llena de paz y esperanza.
Eco Católico conversó con el ex jugador de Liga Deportiva Alajuelense acerca de esos duros momentos. En todo esto, Mesén ve un propósito y la presencia del Señor, no porque sea un santo o algo por el estilo, sino porque Cristo obra en cada uno de distintas maneras.
“Dios obra en el silencio, eso he entendido, en los momentos críticos, en la confianza, lejos de la bulla, cuando uno está en un hospital y se despierta solo, ahí, en medio del sonido de las máquinas, uno se da cuenta que está Dios, acompañando”, dice.
Una cadena de milagros
Justamente, el ex-jugador cuenta que ya tiempo atrás quería una relación más estrecha con el Señor. Recuerda que rezó con una estampita del Corazón de Jesús y le preguntaba a Dios por qué no le dejaba experimentar Su amor. Años atrás también había hecho una oración de consagración.
Álvaro Mesén se retiró del fútbol en 2010, obtuvo una maestría en Administración de Proyectos y actualmente tiene un emprendimiento familiar llamado Happy Value, dedicado a artículos de limpieza e higiene personal.
Él ve la mano de Dios en una serie de hechos, entre ellos, la decisión de los médicos de operar, a pesar de la poca información que tenían. También, al momento de la operación, cuando los quirófanos estaban ocupados y su esposa decide rezar junto a él el Rosario, en esos instantes, su papá llamó por teléfono y pidió que le pusieran la Unción de los Enfermos, curiosamente, aunque él no recuerda nada, cuentan que intentaba responder a las oraciones.
Sanar el alma
A pesar de todo y aunque suene paradójico, dice que fue una bonita experiencia, pues le ha cambiado la vida y la perspectiva, hoy se siente muy necesitado de Dios.
Expone que su experiencia de futbolista y la alta competitiva lo llevaron en ocasiones a pensar que para obtener algo bastaba con esfuerzo y, aunque asegura que es necesario esforzarse y aprovechar los dones recibidos, Dios también ayuda a ver la fragilidad de la vida.
“La vida sin Dios es de momentos, pero con Él es de esperanza. ¿Por qué no me quedé en una cama? Ese era el diagnóstico inicial, a mi esposa le dijeron que yo iba a ser dependiente de ella… (...) No creo que Dios le meta a uno sustos, o se corrige o lo castigo. No. Creo que le va mostrando a uno cosas”.
“Si hay algo que entendí es eso, que un tipo de vida sin Dios, creerse autosuficiente, lograr cosas… pero con Dios es diferente, es ese acompañamiento, esa fortaleza, esa voz que dice: “Tranquilo, no pasa nada, aquí estoy”.
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