María es ejemplo y modelo de vida de todo cristiano, por lo tanto, Monseñor pidió vivir como ella, dar un Sí al Señor con la idea de escuchar Su voz y Su voluntad, pero insistió en dar también un Sí al hermano, en medio de sus dificultades y sufrimientos, como ocurre con la actual emergencia sanitaria que ha sumido en el dolor a tantos hermanos.
El obispo auxiliar enlistó una serie de situaciones que aquejan al país, como el desempleo, la pobreza, brechas en el ámbito laboral entre hombres y mujeres o entre los ciudadanos en el campo educativo y tecnológico, la inseguridad, la corrupción, entre otras.
Mencionó que estas cuestiones deben ser atendidas por quienes tienen la responsabilidad de gobernar. No obstante, hizo la salvedad que “el compromiso de la construcción de un mundo más justo y solidario y concretamente la construcción de una Costa Rica bicentenaria, mejor para todos, es responsabilidad de cada uno de los que habitamos esta nación”.
Imitar las virtudes de María
Monseñor reiteró que la verdadera devoción debe ir más allá de los actos piadosos que, “aun siendo hermosos y necesarios”, deben pasar, de la sola devoción, a la imitación de las virtudes de María, “las cuales nos permitirán aportar en la construcción de una sociedad más solidaria y justa”.
Solidaridad
El prelado recordó cómo María salió presurosa a las montañas de Judea, al encuentro de su prima Isabel, quien necesitaba su ayuda. Recordó también a todas las personas que en estos tiempos de Pandemia han arriesgado su salud y hasta su vida por asistir a los enfermos.
“La solidaridad -dijo- nos hace salir de nosotros mismos, de nuestras comodidades, de nuestros intereses, muchas veces egoístas, para pensar en el otro y ponernos a servir al otro, sintiéndonos responsables todos de todos”.
Empatía
Mons. Blanco mencionó el pasaje de las Bodas de Caná, ante la falta de vino, María “no se queda en la lástima ni mucho menos en la crítica”, sino que intenta buscar una solución.
“Generalmente no tendremos la solución de todos los problemas en nuestras manos, pero la empatía nos debe mover en la búsqueda de soluciones en conjunto, dejando la crítica destructiva y cualquier interés personal, económico, partidista o de cualquier índole de lado para trabajar por el Bien Común”, subrayó.
Responsabilidad
Mencionó el episodio de Jesús perdido en el Templo de Jerusalén. En este caso, habló de la responsabilidad de María y José quienes, aun sabiendo que Jesús es el Hijo de Dios, saben que tienen el compromiso de educarlo y cuidarlo. Recordó que la escritura dice: “Se mantuvo bajo su autoridad”.
“El futuro de un país pasa por la educación de sus niños. Es un derecho inalienable de los padres de familia educar a sus hijos según sus creencias. Llamamos a todos los padres de familia a asumir esa responsabilidad y velar por la educación integral de sus hijos”, enunció.
Comunión
Monseñor trajo a colación el relato de Hechos de los Apóstoles, en el que María comparte con la comunidad apostólica en la oración y en la fracción del pan. “María es una mujer de comunión, no de polarización”, aseveró.
Y añadió: “Sólo con el compromiso de trabajar en comunión, con la convicción de que unidos somos más fuertes y que las divisiones ideológicas o partidistas no nos permitirán superar esta crisis, es que debemos ponernos a trabajar por el bienestar de todos los que habitamos este país”.
El obispo aprovechó entonces para referirse al nuevo proceso electoral y a la campaña presidencial y fue claro: “No permitamos que elementos, meramente partidistas, busquen polarizar al país, al contrario”.
Rememoró el mensaje de los obispos en febrero pasado y pidió que todos los que han presentado sus nombres para postularse como candidatos para ocupar puestos en el Ejecutivo o Legislativo “pongan al servicio del país sus mejores conocimientos, experiencia y capacidad, y hablen al pueblo con transparencia sobre los temas de interés nacional, que miren al desarrollo integral en procura del bienestar de toda la nación”.
Una vez finalizada la ceremonia se hizo una pequeña procesión dentro del templo. Mons. Mario Quirós, obispo de Cartago, llevó en sus manos la imagen de La Negrita, sin la custodia, lo cual fue una grata sorpresa para los fieles presentes en la celebración.