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Viernes, 17 Mayo 2024
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La Comisión Nacional de Protección a Menores y Adultos en Vulnerabilidad (CONAPROME) de la Conferencia Episcopal de Costa Rica comunica que el día de hoy se realiza en el país la III Jornada Nacional de Oración por las víctimas de abuso espiritual, de poder y sexual.

La Jornada Nacional de Oración es una actividad espiritual en la cual todas las diócesis del país se unen en oración por este flagelo que afecta la sociedad en general pero que también está en la Iglesia Católica. Hoy, en todas las diócesis del país se ofrecen Eucaristías, Horas Santas, vigilias y otras oraciones por las víctimas de abuso y por todas las víctimas secundarias que se han visto afectadas.

Estas actividades particulares de sensibilización y oración por el tema son organizadas por la Red Nacional de Prevención del Abuso que está compuesta por las diferentes comisiones diocesanas de protección al menor y adultos en vulnerabilidad. El lema de este año está inspirado en el mensaje del video del Papa Francisco correspondiente a marzo 2023 “No basta pedir perdón, es necesaria la reparación y la prevención”. En este mensaje el Papa además dijo que pedir perdón es importante pero las víctimas tienen que estar al centro de todo, su dolor y sus daños psicológicos pueden sanar si encuentran respuestas, acciones concretas para reparar los horrores que han sufrido y prevenir que no se repitan. La Iglesia no puede tratar de esconder la tragedia de los abusos sean del tipo que sean, ni en la familia, club u otra institución. La Iglesia tiene que ser un ejemplo para ayudar a resolverlos en todo ámbito. La Iglesia tiene que ofrecer espacio seguro para escuchar a las víctimas, acompañarlas psicológicamente y protegerlas”.

Del 29 de mayo al 5 de junio, la Iglesia en nuestro país vive la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos, un espacio que este 2023 lleva por lema “Haz el bien; busca la justicia”, una cita tomada de Isaías 1,17.

Desde hace algunos años, el Consejo Ecuménico de las Iglesias y el Dicasterio para la Promoción de la Unidad de los Cristianos encargan los materiales de oración a diversas Iglesias y comunidades confesionales de alguna región geográfica.

El capítulo dos del libro de los Hechos de los Apóstoles describe detalladamente los acontecimientos experimentados por la comunidad de los discípulos de Jesús, cincuenta días después de su gloriosa Resurrección; es decir, la venida del Espíritu Santo. Este hecho no se debe considerar como una experiencia aislada de la Iglesia en sus orígenes o un simple evento histórico a conmemorar, sino como una experiencia de fe que debe ser renovada constantemente por la totalidad de los miembros de la Iglesia de hoy.

Lo primero que el texto sagrado señala es que los apóstoles estaban juntos en un mismo lugar. Por lo tanto, Pentecostés es una experiencia comunitaria y no individualista porque el Espíritu Santo, si bien es cierto, se posó sobre cada uno de ellos, lo hizo en tanto permanecían unidos y en oración. Esa misma unidad y oración de los apóstoles debe ser vivida y fortalecida en la Iglesia de hoy; en la cual, lamentablemente, ciertos grupos organizados con ideologías tergiversadas y tendencias separatistas pretenden segmentar la Iglesia según lo que a cada uno le agrade y convenga.

Seguidamente se indica que se llenaron todos del Espíritu Santo. Esto solo fue posible porque el Espíritu encontró espacio. Surge la interrogante para los creyentes de hoy ¿tengo espacio para Dios en mi vida? ¿Qué cosas debe sacar de mi vida para que dar espacio a Dios? Es válido hacerse esta pregunta considerando que la sociedad actual impone en sus habitantes estilos de vida tan cargados de obligaciones, preocupaciones, afanes, estándares, modas y otras, que sumadas no dejan espacio para que entre Dios.

El pasado domingo 21 de mayo, fueron entronizadas las reliquias de los Santos Pastorcitos de Fátima Francisco y Jacinta Marto, en la Trinidad de Moravia. Estas reliquias vienen desde el Santuario de Fátima en Portugal gracias a la gestión de Monseñor Daniel Blanco Méndez y la Nunciatura Apostólica en Costa Rica.

Este domingo la Iglesia celebra la solemnidad de la Ascensión del Señor. El Evangelio que se nos proclama es de San Mateo (28, 16-20), en el que se narra como los discípulos se fueron a Galilea y subieron al monte en el que Jesús los había citado, y ahí lo escucharon decir que todo poder le ha sido dado en el cielo y la tierra, antes de enviarlos a bautizar a todos “en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo”, con la promesa de estar con ellos “todos los días, hasta el fin del mundo”.

En realidad, los Evangelios hablan poco de la Ascensión: Mateo y Juan terminan el relato con las apariciones de Jesús después de la Resurrección. Marcos le dedica la última frase del texto, mientras Lucas le da más amplitud, especialmente en los Hechos de los Apóstoles. Aquí precisa que cuarenta días después de la Pascua -un número muy simbólico en toda la Biblia- Jesús conduce a los apóstoles a Betania y una vez que llega al Monte de los Olivos (también llamado Monte de la Ascensión) los bendice y les habla antes de subir al cielo y regresar al Padre. En este discurso Jesús confirma la promesa de la venida del Espíritu que no los dejará solos y anuncia su segunda venida, al final de los tiempos.

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