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Sábado, 18 Mayo 2024
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Mensaje de los Obispos de la Conferencia Episcopal de Costa Rica

POR UNA EDUCACIÓN COSTARRICENSE QUE ABRA CAMINOS DE ESPERANZA

El tema de la educación ha sido prioridad histórica en la misión de la Iglesia Católica; basta con un breve recorrido en la historia para darse cuenta que el proceso educativo fue asumido con seriedad por la Iglesia en todas partes del mundo, desde el establecimiento de escuelas, hasta la fundación de prestigiosas universidades que aún hoy siguen siendo un referente en la formación del mayor rigor académico de las personas estudiantes. Costa Rica no es la excepción, un sacerdote fue el primer maestro y el fundador de la primera escuela en Cartago; asimismo, la primera universidad costarricense, la Universidad de Santo Tomás, surge de la mano de la Iglesia. Tampoco escapa a esto la educación técnica que se originó también bajo la tutela de la Iglesia en los ya lejanos años 50 del siglo pasado.

No podemos renunciar, por tanto, a cuidar lo que se ama y aquello en lo que se cree. La Iglesia mantiene viva la esperanza en los procesos educativos en los que la persona es colocada en el centro del proceso[1], y no puede dejar de interesarse y proponer alternativas ante la crisis que la afecta, porque, como señalaba el Papa Benedicto XVI, «todos nos preocupamos por el bien de las personas que amamos, en particular por nuestros niños, adolescentes y jóvenes»[2].  Por eso mismo decía: «Educar es formar a las nuevas generaciones, para que sepan entrar en relación con el mundo».  Por eso llamó y convocó a responder a lo que consideró «emergencia educativa».  Lamentablemente, creemos que esto es lo que experimentamos en nuestro sistema educativo nacional.

Más recientemente, el Papa Francisco ha propuesto un Pacto Educativo Global como alternativa para superar la crisis que afecta a la educación en todo el mundo; lo lanza como una invitación para iniciar «un camino educativo que haga madurar una nueva solidaridad universal y una sociedad más acogedora»[3]. Propone este Pacto para «reavivar el compromiso por y con las jóvenes generaciones, renovando la pasión por una educación más abierta e incluyente, capaz de la escucha paciente, del diálogo constructivo y de la mutua comprensión»[4].  Estas son las grandes opciones que propone el Papa Francisco para un Pacto Educativo Global universal:

  1. Poner a la persona en el centro de todo el proceso educativo.
  2. Escuchar a las jóvenes generaciones, la voz de los niños, adolescentes y jóvenes.
  3. Promover a la mujer, favorecer la plena participación de las niñas y las jóvenes.
  4. Favorecer el ejercicio de la responsabilidad primera de la familia en la educación.
  5. Abrirse a la acogida, en particular de los más vulnerables y desfavorecidos.
  6. Renovar la economía y la política para el desarrollo humano integral.
  7. Cuidar la casa común, el medio ambiente y la justicia social.[5]

En línea con todo lo expuesto hasta ahora, queremos proponer, algunos aspectos para la consideración y la búsqueda de soluciones consensuadas:

  1. Avancemos decididamente hacia un Pacto Nacional por la Educación fruto de la participación de todas las instancias sociales, aportando la propia visión en un diálogo abierto y respetuoso para la búsqueda conjunta de caminos comunes satisfactorios para todos. De hecho, la ruptura del pacto educativo es el origen de los desequilibrios que experimentamos en la educación. Es urgente hoy un nuevo período de compromiso educativo que involucre a todos, que genere espacios para la participación y el entendimiento para que podamos unirnos con este objetivo.
  2. Prioricemos y fortalezcamos el rol educativo de las familias revitalizando el valor testimonial, la fuerza del cariño y del ejemplo, la autoridad moral, que brota de una vida íntegra, coherente con los valores que han iluminado el caminar de nuestro país. Garanticemos el derecho de los padres a elegir la educación de sus hijos de acuerdo con sus convicciones. Implementemos acciones estratégicas para que las familias asuman un rol protagónico en el proceso educativo de las personas menores de edad y establezcan una adecuada colaboración con los docentes y demás instancias educativas.
  3. Generemos un ambiente de comunidad educativa que propicie espacios de diálogo, de participación, para que todos los agentes del sistema educativo, estudiantes, docentes, administrativos y familias, sean escuchados y puedan presentar sus preocupaciones y recomendaciones, para así fomentar la sinergia dentro de este sistema en la mejora de la educación.
  4. Es imprescindible el fortalecimiento del rol formativo de las personas docentes; elevar la percepción de estima y motivación a su tarea, salvaguardar su autoridad, evitar la sobrecarga de trabajo no estrictamente educativo. Implementar procesos de formación continua con reconocimiento para su carrera profesional, garantizar su seguridad laboral, una justa remuneración, etc. Es necesario revisar la ley 9999 porque, aun con sus aportes positivos, quita autoridad y, con ello, motivación, a los docentes a la hora de intervenir en la educación.
  5. Propiciemos una educación integral, atenta a las diversas dimensiones del ser humano, incluyendo la dimensión espiritual, siempre desde el respeto a la libertad religiosa y libertad de culto. En este sentido, es de reconocer el aporte de la Iglesia en la materia de Educación Religiosa ya por más de ochenta años.
  6. La educación en valores debe ser el eje transversal en el quehacer educativo, desde una visión ética y humanística que valore la dignidad de la persona humana, la vida familiar, la relación armoniosa con el ambiente, la convivencia, el compromiso social y el valor de la exigencia personal para mejorar.
  7. Impulsemos una visión antropológica respetuosa de la tradición del humanismo cristiano que supere ideologías extrañas y deshumanizadoras. Negar la base biológica de la persona, como constitutiva fundamental de ella, es una clara ideologización que, lejos de contribuir a su dignidad, lo que hace es desposeerla de aquello que la fundamenta y dejarla a la deriva de los clichés antojadizos de las corrientes sociales del momento. Hacer estos planteamientos a los niños invitándoles a cuestionarse su identidad sexual a edades tempranas es desconocer la psicología evolutiva y equivocar la dosificación en la educación. El componente ético de la educación de la sexualidad es competencia de las familias en el ejercicio de su derecho a la educación de sus hijos. Es necesario favorecer la libre expresión de ideas por parte de todos los integrantes de la comunidad educativa y respetar al máximo la objeción de conciencia frente a estas propuestas.
  8. Favorezcamos una educación equitativa que compense las desigualdades sociales y garantice el acceso de toda persona estudiante a una educación de calidad. Atendamos las brechas sociales, la brecha digital y de acceso a recursos educativos básicos para crecer en igualdad de oportunidades en todo el país. Especial atención merecen el estudiantado y familias que están en vulnerabilidad, la deserción escolar que ha aumentado con la pandemia.
  9. Preocupa que cada cuatro años, con los cambios en la administración del ejecutivo, que, por supuesto supone el cambio de las autoridades en el Ministerio de Educación Pública (MEP), se tengan que hacer cambios especialmente en la parte técnica-curricular, sin un previo diálogo, revisión y análisis a profundidad y, sin considerar muchas veces, la política educativa y curricular vigente, para que se puedan hacer propuestas sólidas a partir de lo que existe, con el propósito de seguir mejorando.

Es imprescindible que el ente constitucional encargado de la educación costarricense, el Consejo Superior de Educación (CSE), sea el que garantice los procesos de continuidad en el sistema educativo y, tal como corresponde, el MEP sea efectivamente el ejecutor de las disposiciones macro educativas que el CSE propone, como en el marco de la legalidad le corresponde.

  1. Revisemos y garanticemos el funcionamiento idóneo de las Juntas de Educación, lo que supone la revisión de la elección de estas, a fin de que no se conviertan en trampolines políticos. Implica también una fiscalización del uso adecuado de los fondos económicos, en procura del interés superior de la persona menor que asiste a los centros educativos. Motivemos a las comunidades y familias a participar democráticamente en la conformación de las Juntas de Educación.
  2. Redoblemos esfuerzos para que el sistema educativo costarricense, alcance la implementación de la oferta completa del plan de estudios establecida por el Consejo Superior de Educación mediante el acuerdo 34-07. Si queremos una educación con equidad e igualdad de oportunidades para todo el estudiantado, no podemos conformarnos con que solo en el 8 %[6] de las escuelas de nuestro país se imparta el currículo completo establecido por el CSE. Por lo que, para caminar hacia el logro del currículo completo en el 100% de nuestras escuelas, convendría la unificación de centros educativos unidocentes en otros centros para potenciar recursos y poder tener una educación con verdadera equidad. El dinero que se ahorra de esta forma se invierte en el transporte de los alumnos de estas escuelas unidocentes.
  3. Atendamos con prontitud los problemas de infraestructura que obstaculizan la implementación de la oferta educativa completa; esta es otra urgencia más para enfrentar la crisis educativa, con esto se pueden evitar las desigualdades que se presentan entre centros educativos respecto a la oferta del currículo completo por falta de capacitad locativa u horaria. Además, se deben atender, con acciones efectivas, los problemas de conectividad, internet y tecnológicos de los centros educativos a fin de ofrecer una educación de calidad en equidad.
  4. Revisemos las plazas docentes (códigos presupuestarios) que, durante la pandemia fueron eliminados como una de las medidas paliativas de la situación económica; esto fue en su momento y sigue siendo una clara violación al derecho constitucional de la educación de las personas estudiantes, porque, aunque se les siguió dando clases, se les privó de recibir asignaturas específicas en un claro trato desigual, respecto a los que sí reciben la oferta completa de asignaturas.
  5. Atendamos de forma urgente el problema de violencia en centros educativos. Es necesaria la creación de equipos institucionales de diálogo y resolución de conflictos. Esto debe ser una tarea prioritaria; dichos equipos pueden conformarse con profesores, orientadores, padres de familia y estudiantes; deben ser capacitados para abordar las situaciones de conflicto, tanto la prevención como el conflicto propiamente, buscando generar diálogo y alternativas de solución distintas a la violencia.
  6. Valoremos el aporte a la educación nacional de los centros privados, muchos de ellos de inspiración católica, algunos con estímulo estatal. Respetemos su propia identidad y peculiaridades, siempre dentro de la oportuna supervisión nacional. Conviene explorar opciones de alianzas estratégicas, alianzas público-privadas para respaldar procesos de extensión, acción social, docencia e investigación que beneficien a la comunidad nacional.
  7. Trabajemos con las Universidades públicas y privadas que imparten carreras del ámbito educativo, para mejorar la calidad de la formación de los futuros profesionales y promover la mística de la profesión docente, fortaleciendo el perfil de la persona docente. Esto responderá a las necesidades de la Dirección de Recursos Humanos del MEP, la cual mantiene la figura de nombramientos por inopia ante la escasez de docentes calificados.

El respaldo a la educación universitaria es imprescindible y se hace necesario el apoyo económico desde el marco de legalidad que ampara a las universidades, lo cual también exige los controles adecuados para evaluar el correcto uso de los presupuestos, con el fin de promover el mayor acceso de forma democrática del estudiantado a los estudios superiores, lo que ha distinguido históricamente a nuestro país.

Este 12 de julio, la Iglesia en nuestro país celebrará por primera vez en su historia el Día Nacional del Laico. Para ello, la Comisión Nacional de Laicos a cargo del sacerdote Pbro. Luis Aguilar y el obispo presidente Mons. Javier Román, han visibilizado la importancia de los laicos en el caminar de la Iglesia que peregrina en Costa Rica.

Para la ocasión se ideó la creación de un himno, tarea recayó en el laico Francisco Araya, quien buscó un grupo católico que ayudara en la composición. Respondió a este llamado el dúo “Dos y Él” cuyo productor de la agrupación es el joven Jonathan Narváez, conocido en el ámbito católico por su trabajo con la cantante Athenas y con Silvia Rodríguez cantautora costarricense.

El himno recoge la línea temática de valorar el papel del laico como aquel que debe saber que no ésta solo, sino que es guiado, motivado e impulsado por el Espíritu del Señor y que es Cristo quien le acompaña y guía.

Del 3 al 7 de julio del año en curso, en las instalaciones del Seminario Conciliar de México, ubicado en Tlalpan, Ciudad de México, se llevó a cabo la IX Jornada de Estudio de la Sociedad de Catequetas Latinoamericanos.

Por nuestro país, participaron los sacerdotes Mario Segura Bonilla, director del Centro Nacional de Catequesis (Cenacat) y Alfredo Madrigal Salas, así como Carolina López Castillo, catequetas, miembros de esta Sociedad Latinoamericana.

La sociedad, conocida por las siglas SCALA, fue fundada el 13 de julio de 1995 por un grupo de catequetas latinoamericanos en San Antonio, Texas. Está integrada por sacerdotes, religiosos y religiosas, personas consagradas, laicos y laicas expertos en catequética y animadores de la catequesis en sus respectivos países.

Retrocediendo un poco al Antiguo Testamento, hoy queremos presentar a Lilit, un demonio hembra que aparece merodeando entre ruinas, según Is 34,14: Las fieras del desierto se juntarán con las hienas, los sátiros (cabros) se llamarán unos a otros. Allí también descansará Lilit y tendrá un lugar de reposo. Es el único texto donde aparece este ser demoníaco, en relación con el castigo divino contra Edom, símbolo y expresión de los poderes enemigos de Israel, como Egipto, Babilonia y Asiria (ver también Is 63,1-6; Jer 49,7-22). Lilit era un demonio femenino de origen mesopotámico, incorporado en la cultura siro-palestina como demonio nocturno. Su nombre significa “noche” y “oscuridad”, asociado al nombre “laila”, “oscuridad”. En las diversas traducciones bíblicas, su nombre aparece como “monstruo nocturno”; “demonio nocturno”, “fantasma que espanta”, “criatura noctámbula”, “bruja”. En la Vulgata o versión latina es traducido como “lamia”. Una traducción más actualizada sería la de un “ave rapaz nocturna”. Lilit ha pasado ser como la reina de los demonios y madre de todas las cosas repugnantes.

Según el folclor judío, Lilit fue la primera esposa de Adán, expulsada del paraíso porque, durante la unión sexual con el primer hombre, no quería estar debajo de él. Se dice que Lilit fue hecha de la tierra como Adán, por eso creía que ambos debían ser tratados iguales y tener decisiones independientes. Ella no quería ser sumisa, ni relegada, emanaba un poder femenino muy fuerte y reclamaba ser tratada de la misma forma que su pareja, incluso durante el acto sexual.

Entre los conflictos que cuenta la tradición judía tuvieron Adán y Lilit, se cree que ella se reveló, nombrando el nombre de Dios que solo podía pronunciarlo Adán (nombró el nombre de Dios en "vano"). Debido a su carácter rebelde, Yahvé expulsó a Lilit del jardín del Edén y creó otra mujer, a Eva, hecha de la costilla de Adán, una mujer que fuera más sumisa y fiel a los mandatos de su esposo (ver Gén 2,7.21-22).

Es la Patrona de los Padres Redentoristas y su icono original está en el altar mayor de la Iglesia de San Alfonso. Esta imagen recuerda el cuidado de la Virgen por Jesús, desde su concepción hasta su muerte, y que hoy sigue protegiendo a sus hijos que acuden a ella.
 
Se dice que en el siglo XV un comerciante adinerado del Mar Mediterráneo tenía la pintura del Perpetuo Socorro, aunque se desconoce cómo llegó a sus manos. Para proteger el cuadro de ser destruido, decidió llevarlo a Italia y en la travesía se desató una terrible tormenta.
 
El comerciante tomó el cuadro en alto, pidió socorro y el mar se calmó. Estando ya en Roma, él tenía un amigo, a quien le mostró el cuadro y le dijo que un día el mundo entero rendiría homenaje a Nuestra Señora del Perpetuo Socorro. Después de un tiempo, el mercader enfermó y, antes de morir, le hizo prometer a su amigo que colocaría la pintura en una iglesia ilustre. Sin embargo, la esposa del amigo se encariño con la pintura y este no realizó su promesa.
 
Nuestra Señora se le apareció al hombre en varias ocasiones pidiéndole cumpliera, pero al no querer disgustar a su mujer, enfermó y murió. Más adelante la Virgen habló con la hija de seis años y le dio el mismo mensaje de que deseaba que el cuadro fuera puesto en una iglesia. La pequeña fue y se lo contó a su madre.
 
La mamá se asustó y a una vecina que se burló de lo ocurrido le vinieron unos dolores tan fuertes que solo se alivió cuando invocó arrepentida la ayuda de la Virgen y tocó el cuadro. Nuestra Señora se volvió a aparecer a la niña y le dijo que la pintura debía ser puesta en la iglesia de San Mateo, que quedaba entre las Basílicas Santa María la Mayor y San Juan de Letrán. Finalmente, así se hizo y se obraron grandes milagros.
 
Siglos después, Napoleón destruyó muchas iglesias, entre ellas la de San Mateo, pero un padre agustino logró llevarse secretamente el cuadro y más adelante fue colocado en una capilla agustiniana en Posterula.
 

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