Según aquellas leyendas mitológicas, Lilit fue desterrada al Mar Rojo y ahí engendró, con el príncipe demonio llamado Samael, a muchos hijos. Ante este hecho, Dios envió a un grupo de ángeles para exigirle que volviera con Adán, pero ella se negó diciéndole que no lo amaba: "Regresa con Adán de inmediato o te ahogaremos". A lo que ella respondió que ya no podía regresar porque "no lo amo. Dios me ha ordenado que me haga cargo de todos los recién nacidos, de los niños hasta el octavo día de vida (el de la circuncisión) y de las niñas hasta el vigésimo día".
Finalmente, Dios permitió vivir a Lilit, pero la castigó haciendo que cientos de sus hijos demoníacos perecieran cada día. Desde entonces, ella se propuso vengarse, matando a los hijos de Adán (humanos) y a todas las madres durante el nacimiento y los días siguientes al parto. Más adelante en la mitología, Lilit aparece convertida en forma de serpiente tentando a Eva y a Adán.
Como vemos, más allá de la tradición hebrea, el origen del mito de Lilit tiene raíces cananeas, sumerias o acadias. En concreto de Mesopotamia. De acuerdo con esta cultura, un grupo de demonios femeninos derivado de esta criatura (Lilu, Lilitu y Ardat Lili), mitad humanas y mitad divinas, tenían la noche como su hábitat natural y usaban la seducción y el erotismo como armas Se trataban de súcubos que luego fueron representados como los vampiros. Las súcubos, según las leyendas medievales occidentales, son unos demonios que toman la forma de mujeres atractivas para seducir a los varones.
En el mito sumerio Lilit es una diosa o fuerza independiente asociada a la oscuridad y temida por los hombres. En el mito hebraico representaría la igualdad frente al hombre ya que fue creada a su semejanza. Así, viéndose igual a Adán se rebeló ante sus exigencias de sometimiento y lo abandonó. Tuvo otros amores y muchos hijos. Fue, en este sentido, la primera mujer libre de la historia y por ello considerada tradicionalmente como “mujer fatal”, la perdición de los hombres, la diablesa, la demoníaca, la “femme fatal” de la que había que alejarse. Representaba todo lo contrario de la esposa fiel y madre abnegada y obediente. En la tradición judeocristiana, se perpetúa la imagen de Lilit a lo largo del tiempo con diferentes iconografías y características: serpiente, mitad animal y mitad humana, diablesa, mujer de belleza y sensualidad arrebatadora, siempre desnuda y provocadora.
El arte, sobre todo la cultura gótica, suele pintarla pelirroja debido a que en la tradición celta, existen hadas de cabellos rojizos, especialmente irlandesas, a quienes se les atribuye calor. Esta representación gráfica alienta su condición sexual, e igualmente se presenta desnuda, alada, sólo que con el cuerpo tatuado y muchas veces frente a un espejo sin reflejo. Hoy se la presenta como símbolo de la emancipación más radical de la mujer, especialmente en ciertos movimientos feministas. En efecto, con la llegada de la modernidad, la figura de Lilit despertó cierta fascinación entre algunos autores, que la evocaron como una mujer seductora, cautivadora y sensual, arquetipo de la lujuria y el desenfreno. Más tarde los movimientos feministas la rehabilitaron, convirtiéndola en una intrépida luchadora por la igualdad de la mujer.
Lilit, como hemos visto, era simplemente un ave cazadora nocturna. Así aparece en la Biblia, es un poema impresionante de Isaías (Is 34,14). El profeta quería señalar que Dios rechaza a los malvados, como a los edomitas, enemigos y opresores de Israel, y que está siempre al lado de los que sufren. Pero debido a creencias fantasiosas y mitos populares de los pueblos vecinos, su identidad fue sufriendo diversas mutaciones y convirtiéndose progresivamente en demonio nocturno, seductora de hombres, enemiga de las parturientas, mujer rebelde de Adán y hasta serpiente del paraíso. Incluso, su figura sigue asustando a muchos cristianos. Como ha sucedido con la tradición de los “espantos”, demonios, espectros, seres maléficos, fantasmas y demás que, desde niños nos quitaban el sueño. Hoy son otros…
Pero, gracias a Dios, la Biblia al presentarlos, no intenta meternos miedo ni cosa por el estilo, pues, desde el anuncio de la salvación de la Buena Nueva, especialmente predicado por Jesús, ellos han perdido todo su poder e influencia maléfica y por eso el mensaje cristiano es un mensaje de vida y salud, de serenidad, confianza y fe en el poder o en el cuidado de Dios por cada uno de nosotros. Nadie, pues, ángel o demonio, nos puede arrebatar la paz y tranquilidad que están firmes y ancladas en Jesús (Rom 8,38-39). Y menos Lilit…