POR UNA EDUCACIÓN COSTARRICENSE QUE ABRA CAMINOS DE ESPERANZA
El tema de la educación ha sido prioridad histórica en la misión de la Iglesia Católica; basta con un breve recorrido en la historia para darse cuenta que el proceso educativo fue asumido con seriedad por la Iglesia en todas partes del mundo, desde el establecimiento de escuelas, hasta la fundación de prestigiosas universidades que aún hoy siguen siendo un referente en la formación del mayor rigor académico de las personas estudiantes. Costa Rica no es la excepción, un sacerdote fue el primer maestro y el fundador de la primera escuela en Cartago; asimismo, la primera universidad costarricense, la Universidad de Santo Tomás, surge de la mano de la Iglesia. Tampoco escapa a esto la educación técnica que se originó también bajo la tutela de la Iglesia en los ya lejanos años 50 del siglo pasado.
No podemos renunciar, por tanto, a cuidar lo que se ama y aquello en lo que se cree. La Iglesia mantiene viva la esperanza en los procesos educativos en los que la persona es colocada en el centro del proceso[1], y no puede dejar de interesarse y proponer alternativas ante la crisis que la afecta, porque, como señalaba el Papa Benedicto XVI, «todos nos preocupamos por el bien de las personas que amamos, en particular por nuestros niños, adolescentes y jóvenes»[2]. Por eso mismo decía: «Educar es formar a las nuevas generaciones, para que sepan entrar en relación con el mundo». Por eso llamó y convocó a responder a lo que consideró «emergencia educativa». Lamentablemente, creemos que esto es lo que experimentamos en nuestro sistema educativo nacional.
Más recientemente, el Papa Francisco ha propuesto un Pacto Educativo Global como alternativa para superar la crisis que afecta a la educación en todo el mundo; lo lanza como una invitación para iniciar «un camino educativo que haga madurar una nueva solidaridad universal y una sociedad más acogedora»[3]. Propone este Pacto para «reavivar el compromiso por y con las jóvenes generaciones, renovando la pasión por una educación más abierta e incluyente, capaz de la escucha paciente, del diálogo constructivo y de la mutua comprensión»[4]. Estas son las grandes opciones que propone el Papa Francisco para un Pacto Educativo Global universal:
En línea con todo lo expuesto hasta ahora, queremos proponer, algunos aspectos para la consideración y la búsqueda de soluciones consensuadas:
Es imprescindible que el ente constitucional encargado de la educación costarricense, el Consejo Superior de Educación (CSE), sea el que garantice los procesos de continuidad en el sistema educativo y, tal como corresponde, el MEP sea efectivamente el ejecutor de las disposiciones macro educativas que el CSE propone, como en el marco de la legalidad le corresponde.
El respaldo a la educación universitaria es imprescindible y se hace necesario el apoyo económico desde el marco de legalidad que ampara a las universidades, lo cual también exige los controles adecuados para evaluar el correcto uso de los presupuestos, con el fin de promover el mayor acceso de forma democrática del estudiantado a los estudios superiores, lo que ha distinguido históricamente a nuestro país.
Este 12 de julio, la Iglesia en nuestro país celebrará por primera vez en su historia el Día Nacional del Laico. Para ello, la Comisión Nacional de Laicos a cargo del sacerdote Pbro. Luis Aguilar y el obispo presidente Mons. Javier Román, han visibilizado la importancia de los laicos en el caminar de la Iglesia que peregrina en Costa Rica.
Para la ocasión se ideó la creación de un himno, tarea recayó en el laico Francisco Araya, quien buscó un grupo católico que ayudara en la composición. Respondió a este llamado el dúo “Dos y Él” cuyo productor de la agrupación es el joven Jonathan Narváez, conocido en el ámbito católico por su trabajo con la cantante Athenas y con Silvia Rodríguez cantautora costarricense.
El himno recoge la línea temática de valorar el papel del laico como aquel que debe saber que no ésta solo, sino que es guiado, motivado e impulsado por el Espíritu del Señor y que es Cristo quien le acompaña y guía.
Del 3 al 7 de julio del año en curso, en las instalaciones del Seminario Conciliar de México, ubicado en Tlalpan, Ciudad de México, se llevó a cabo la IX Jornada de Estudio de la Sociedad de Catequetas Latinoamericanos.
Por nuestro país, participaron los sacerdotes Mario Segura Bonilla, director del Centro Nacional de Catequesis (Cenacat) y Alfredo Madrigal Salas, así como Carolina López Castillo, catequetas, miembros de esta Sociedad Latinoamericana.
La sociedad, conocida por las siglas SCALA, fue fundada el 13 de julio de 1995 por un grupo de catequetas latinoamericanos en San Antonio, Texas. Está integrada por sacerdotes, religiosos y religiosas, personas consagradas, laicos y laicas expertos en catequética y animadores de la catequesis en sus respectivos países.
Retrocediendo un poco al Antiguo Testamento, hoy queremos presentar a Lilit, un demonio hembra que aparece merodeando entre ruinas, según Is 34,14: Las fieras del desierto se juntarán con las hienas, los sátiros (cabros) se llamarán unos a otros. Allí también descansará Lilit y tendrá un lugar de reposo. Es el único texto donde aparece este ser demoníaco, en relación con el castigo divino contra Edom, símbolo y expresión de los poderes enemigos de Israel, como Egipto, Babilonia y Asiria (ver también Is 63,1-6; Jer 49,7-22). Lilit era un demonio femenino de origen mesopotámico, incorporado en la cultura siro-palestina como demonio nocturno. Su nombre significa “noche” y “oscuridad”, asociado al nombre “laila”, “oscuridad”. En las diversas traducciones bíblicas, su nombre aparece como “monstruo nocturno”; “demonio nocturno”, “fantasma que espanta”, “criatura noctámbula”, “bruja”. En la Vulgata o versión latina es traducido como “lamia”. Una traducción más actualizada sería la de un “ave rapaz nocturna”. Lilit ha pasado ser como la reina de los demonios y madre de todas las cosas repugnantes.
Según el folclor judío, Lilit fue la primera esposa de Adán, expulsada del paraíso porque, durante la unión sexual con el primer hombre, no quería estar debajo de él. Se dice que Lilit fue hecha de la tierra como Adán, por eso creía que ambos debían ser tratados iguales y tener decisiones independientes. Ella no quería ser sumisa, ni relegada, emanaba un poder femenino muy fuerte y reclamaba ser tratada de la misma forma que su pareja, incluso durante el acto sexual.
Entre los conflictos que cuenta la tradición judía tuvieron Adán y Lilit, se cree que ella se reveló, nombrando el nombre de Dios que solo podía pronunciarlo Adán (nombró el nombre de Dios en "vano"). Debido a su carácter rebelde, Yahvé expulsó a Lilit del jardín del Edén y creó otra mujer, a Eva, hecha de la costilla de Adán, una mujer que fuera más sumisa y fiel a los mandatos de su esposo (ver Gén 2,7.21-22).