En el tema de la pesca, se proponen alternativas como la acuicultura (cultivo de especies marinas vegetales y animales en ambientes controlados, por ejemplo, una piscina o estanque) y la maricultura (cultivo de organismos marinos en mar abierto, en una sección cerrada).
Ingo Wehrtmann, director del Centro de investigación en Ciencias del mar y Limnología de la Universidad de Costa Rica (CIMAR), explicó recientemente en una charla vía internet que la maricultura de camarón o pargo puede ser una alternativa sostenible, la cual incluso ya se practica en el país y, asegura él, permite una mayor rentabilidad.
Precisamente, el gobierno anunció recientemente la instalación de granjas de cultivo de camarón este mes en Isla Venado en el Golfo de Nicoya, donde se espera producir cerca de 9 mil kilogramos anualmente. Catorce vecinos están al frente de la iniciativa.
Wehrtmann habló también sobre la posibilidad de utilizar nasas o trampas de camarón, así como jaulas flotantes para pesca artesanal, esto podría desarrollarse a pequeña escala, semiindustrial o incluso industrial.
En el mismo conversatorio organizado por Biólogos y Biotecnólogos de Costa Rica, Sidey Arias, investigadora de la Universidad Nacional, quien además ha trabajado con proyectos de maricultura, insistió en la necesidad de la continua investigación científica y en la formación técnica para llevar a cabo este tipo de iniciativas.
Se refirió a la importancia de los estándares de calidad en el producto final, la trazabilidad, con el fin de que se coloquen en el mercado nacional y tenga la puerta abierta al internacional.
No solo pesca
Silvia Rojas, directora del Programa Interdisciplinario Costero de la Universidad Nacional (PIC-UNA), expuso que no se puede pensar únicamente en la pesca como actividad de desarrollo, pues señaló que Puntarenas se puede dividir en territorios costeros, urbanos y rurales, en los cuales se pueden llevar a cabo diferentes acciones productivas.
Indicó que en 20 años han determinado que los monocultivos, como de sandía o melón, no funcionan, pues generan empleos de baja remuneración, entre otras razones. Apunta a productos específicos, como la guayaba, de manera asociativa a través de cooperativas.
En las áreas rurales expuso que se puede trabajar acuacultura marina o turismo comunitario. Mencionó que este tipo de iniciativas se pueden impulsar por medio de la articulación con la empresa privada o con instituciones estatales, no obstante, expresó que a pesar de que hay muchos proyectos existe gran desarticulación.
También es necesario un cambio de mentalidad en la población, en la cual las personas se sientan capaces de integrarse a ideas productivas y no depender de ayudas estatales.
Acompañamiento
El Pbro. Luis Carlos Aguilar, coordinador de la Pastoral Social de la Diócesis de Puntarenas, comentó que la Iglesia lleva procesos de acompañamiento a diversos sectores, entre ellos, los pescadores, a través de mesas de diálogo y otros, donde las comunidades expresan el tipo de desarrollo que desean.
Allí se habla sobre posibles alianzas público-privadas en diferentes sectores, del tipo de formación que se requiere, es decir, más actualizada y acorde al contexto puntarenense.
El sacerdote señala además que el tema más fuerte es sin duda la pesca. Junto con el Padre Gustavo Meneses de la Pastoral de las Gentes del Mar se lleva un acompañamiento a los molusqueros y molusqueras, pescadores artesanales, semi-industriales e industriales.
En estos momentos, se desarrolla un proyecto llamado 12 Remos, el cual consiste en una serie de pasos con vías a formalizar la actividad de pescadores que trabajan de manera informal, así podrían acceder a un mercado más justo y a financiamiento, autogestionarse, ingresar a plataformas tecnológicas y otras posibilidades.
También se trabaja en el desarrollo de un mercado urbano que permita comercializar los productos de manera solidaria, así como innovar y desarrollar pesquerías de pequeña escala.
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