¡Qué bella catequesis mariana nos dio el Papa Francisco el 18 de noviembre! Nos habló de María como mujer de oración silenciosa y nos ha pedido imitarla. “Cuando el mundo todavía la ignora, cuando es una sencilla joven prometida con un hombre de la casa de David, aunque ya está llena de gracia e inmaculada concepción, todavía ignoraba su sorprendente y extraordinaria vocación y el mar tempestuoso que tenía que navegar” dijo Francisco. En eso tan similar a nosotros.

Nos dijo que María no “dirige autónomamente su vida pues espera que Dios tome las riendas de su camino y la guíe donde El quiera. Ella es dócil y con su disponibilidad predispone los grandes eventos que involucran a Dios en el mundo”. Es un modelo para nosotros, que debemos dejar que el Señor dirija nuestra vida.

También explicó que el Fiat (hágase en mi) de María en la Anunciación “pequeño e inmenso gesto hace saltar toda la Creación” fue precedido por otros Fiat de obediencias confiadas y disponibilidades a la voluntad de Dios. “No hay mejor forma de rezar que ponerse como María en una actitud de apertura, de corazón abierto al Padre, ‘Señor lo que tu quieres, cuando tu quieres y como tu quieres’. Es decir, el corazón abierto a la voluntad de Dios”.

El Papa nos recuerda que Dios siempre nos responde y que esa forma de oración es la que rezan los más humildes “no enfadándose porque los días están llenos de problemas sino yendo al encuentro de la realidad y sabiendo que, en el amor humilde, en el amor ofrecido en cada situación nos convertimos en instrumentos de la gracia de Dios”, agregó. El Papa nos invita a rezar de esa manera, casi sin palabras.

Francisco nos recuerda que debemos ser pacientes porque siempre queremos todo rápido y la oración nos ayuda a ser pacientes y estar disponibles. “Cuando estoy quieto, rezo y la oración me abre el corazón y me vuelve disponible a la voluntad de Dios”.

Nos dice que debemos pedir al Señor su presencia en cada paso del camino, “que no nos deje solos, que no nos abandone en la tentación, que no nos abandone en los momentos difíciles”. La Virgen María como modelo supo acompañar la vida de Jesús con la oración hasta la muerte y resurrección y acompañó también a la Iglesia naciente.

Es importante esta frase del Papa “María está ahí con los discípulos, pero no es un sacerdote entre ellos, es la Madre de Jesús que reza con ellos, en comunidad, como una de la comunidad. Reza con ellos y reza por ellos”. María en su humildad perfecta no quiso ser sacerdote, su misión era ser la Madre de Dios, en este sentido el Papa también agrega que Ella al rezar con la Iglesia naciente su vuelve Madre de la Iglesia, acompaña a los discípulos en los primeros pasos de la Iglesia en la oración, esperando el Espíritu Santo. En silencio, siempre en silencio. La oración de María es silenciosa”.