Ella es la Estrella de Mar, que nos ilumina en la noche de nuestra vida. Ella es el auxilio de los cristianos a quien podemos recurrir en este momento. El Papa Francisco ha agregado a las letanías que acompañan el rosario: Madre de Misericordia, Madre de Esperanza y Consuelo de los migrantes. Por eso podemos acudir a ella para pedirle su intercesión por la humanidad necesitada ahora mas que nunca de misericordia y esperanza.
Ya en María se ha cumplido lo que está prometido para todos nosotros. Ella está gloriosa en cuerpo y alma junto a su Hijo y es ahora la Reina de ese reino que Jesús vino a enseñarnos y a predicarnos. Un Reino que inicia en el corazón de todos nosotros.
Celebremos la natividad de María con un rosario meditado y orando a Dios con paciencia y cariño por todos nuestros hermanos que están pasando tantas necesidades de salud, materiales y espirituales. En cada misterio podemos incluir a nuestros enfermos, médicos, enfermeras, familias sin trabajo, personas con depresión y angustia.
El rosario es la oración mariana por excelencia y en Fátima la Virgen María pidió a los niños videntes rezar el rosario diariamente para alcanzar la paz. Los niños hacían caso de las palabras de la Señora vestida de Sol y rezaban el rosario todos los días por los pecadores, por el Papa y por la Iglesia.
Necesitamos una actitud de niños para acercarnos a María con el rosario. Tener el corazón abierto a Ella y a su Hijo pues el Rosario es Cristo céntrico. Los misterios no recorren la vida de María sino la de su Hijo, donde por supuesto Ella está presente y donde todos unidos pedimos a nuestra Madre del cielo su intercesión.
Estoy segura de que no hay mejor regalo que podamos dar a la Madre del Señor que el Rosario diario, orado con amor. Muchas personas me dicen que les cuesta rezarlo completo y que se pasa el día y no lo hacen.
Empiecen poco a poco. Hagan un misterio y luego otros. Si lo rezan de noche y se duermen al menos duermen orando. Hagamos el esfuerzo por amor. Al darnos a María Santísima Dios nos hizo un regalo a todos, es necesario ser agradecidos y regocijarnos por tener a María de Nazareth como nuestra Madre.