Cuando hablamos que pastores y laicos debemos caminar juntos, recuerdo las palabras del Papa Francisco cuando nos invitó a una Revolución de la ternura. Reconociendo la misión que cada uno tiene en su vocación, es importantes sabernos hermanos de camino y sobre todo en la ternura del amor de Dios.

Hace algunas semanas coincidí en retiro con unos diáconos que se preparaban para su ordenación presbiteral y les escribí estas notas sobre la ternura:

• El sacerdote de la ternura sabe llorar.
• El sacerdote la ternura se conmueve en sus entrañas con el dolor de los demás.
• El sacerdote la ternura sabe perdonar, pero también curar.
• El sacerdote la ternura es humilde y de ahí brota su oración sincera y su servicio de lavar los pies al otro.
• El sacerdote la ternura es alegre siempre, aunque a veces su corazón esté triste sabe que el Señor es su consuelo.
• El sacerdote la ternura siempre se entregará y arrancará algo de el mismo para el crecimiento del hermano.
• El sacerdote de la ternura es amigo de Dios , la forma más privilegiada del amor que brota de la libertad y enseña a todos a ser amigos de Dios.
• El sacerdote la ternura es desapegado de la riqueza; opta por los pobres y no es orgulloso.
• El sacerdote la ternura carga su cruz con fe y esperanza y así lo enseña al rebaño.
• El sacerdote la ternura acoge, espera y perdona siempre sin imponer condiciones.
• El sacerdote la ternura siempre genera vida.
• El sacerdote la ternura no tiene límite en el ejercicio de la misericordia.
• El sacerdote la ternura es agradecido con Dios, con los hermanos y enseña la gratitud.
• El sacerdote la ternura no purifica, cura al pecador con la gracia de Dios transformando su interior, por eso es el hombre de la fe.
• El sacerdote la ternura se configura con Cristo Sacerdote y hace de su vida imagen de la misericordia y ternura de Dios.
• El sacerdote la ternura es sabio porque es humilde y tiene temor de Dios, se conoce , sabe qué debe mejorar y qué dones posee para amar y servir.
• El sacerdote la ternura siente celo por llevar todos al cielo, al Reino de Dios desde este mundo.

Lo importante es que tanto laicos como clero, si tenemos un corazón abierto, podemos participar de la ternura de Dios. La Virgen Madre es la ternura por excelencia en el corazón de Dios y por eso es el ejemplo de discípula, quien mejor nos puede enseñar a caminar juntos.