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María, Puerta del Cielo

By Msc. Lisandra Chaves L. Marzo 23, 2023

Hace años soñé con una puerta grande entre las nubes. Lejos estaba entonces de pensar que se trataba de esta letanía que rezamos siempre con el Santo Rosario: María Puerta del Cielo.

­- ¿Qué significa Puerta del Cielo? - me preguntaba. Yo era alguien que apenas se acercaba a la fe. Más adelante descubrí que la Santísima Virgen es la Puerta, pero de una antesala del cielo donde se encuentra la verdadera Puerta porque la Puerta al Cielo es su Hijo Jesús, Segunda Persona de la Trinidad y el Cielo es su Reino de Amor, un Reino que se empieza a vivir desde este mundo temporal.

La Madre de Dios solo sabe conducirnos a un lugar: al corazón de Jesús que es la Puerta al Cielo y el Cielo mismo porque Él es el Amor. “Yo soy la puerta. Si uno entra por mí, estará a salvo; entrará y saldrá y encontrará pasto” (Juan 10,9). Si encontramos a Jesús, encontramos la Salvación y reinaremos con Él eternamente.

Jesús es la Puerta que se abre al Cielo, al Paraíso, al Reino de Dios, todos estos términos significan lo mismo: vivir en Amor. “Quien no ama no ha conocido a Dios porque Dios es Amor. En esto se manifestó entre nosotros el amor de Dios, en que Dios envió al mundo a su Hijo único para que vivamos por medio de Él. En esto consiste el amor: no en que hayamos amado a Dios sino en que Él nos amó y nos envió a su Hijo como víctima de expiación para el perdón de nuestros pecados” (1 Juan 2, 9-10).

Jesús vino a anunciar que el Reino de Dios estaba cerca porque con la Nueva Alianza Dios nos daría su Espíritu y entraría a morar en los corazones de los hombres a través del Amor y, por tanto, se abrió para todos la posibilidad de comenzar a vivir el Cielo desde la Tierra, para luego ser llevados al Paraíso y vivir eternamente con Él.

 “A Dios nadie le ha visto nunca. Pero si nos amamos unos a otros Dios mora en nosotros y podemos decir que su amor ha llegado en nosotros a la perfección. En esto reconocemos que moramos en Él y Él en nosotros: en que nos ha dado su Espíritu. Y nosotros, que hemos visto, podemos dar testimonio de que el Padre ha enviado a su Hijo como Salvador del mundo. Si uno confiesa a Jesús como Hijo de Dios, Dios mora en Él y Él en Dios. Y nosotros hemos conocido y creído en el Amor: y el que se mantiene en el amor se mantiene en Dios y Dios en él” (1 Juan 4, 12-16).

La conversión del corazón del hombre (cuando se transforma su corazón de piedra en carne) sucede en el encuentro con Jesucristo, al creer en Él y abrirse a su gracia y a su Amor. Una vez que el corazón humano se abre al Amor, inicia sus pasos hacia el Cielo en una obra que realiza el Espíritu Santo para ir configurando a la criatura con el modelo perfecto que es Jesucristo.

Para los hombres que viven en el mundo no es fácil llegar a ese encuentro con Dios. El orgullo, el egoísmo, el materialismo y varios otros muros impiden que se abra esa Puerta a la Salvación. Sin embargo, el que encuentra a la Madre de Dios, puede tener la seguridad de que encontrará la Puerta y el camino al Cielo y, además, obtendrá la compañía dulce de una Madre que le defenderá y ayudará siempre.

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