Solo entendiendo que la pandemia provocada por el Covid-19 la superaremos entre todos, podremos entender que con nuestras acciones ayudaremos a mitigar sus efectos.
Muchas son las personas y familias afectadas por efecto directo de la enfermedad, y muchas más también por las consecuencias generadas alrededor de la vida social y económica del país. Por tanto, debemos tomar conciencia real de que, si no cumplimos con las medidas sanitarias, difícilmente saldremos de esta crisis.
Ya en la Encíclica Fratelli tutti, número 77, nos decía el Papa Francisco: “Gozamos de un espacio de corresponsabilidad capaz de iniciar y generar nuevos procesos y transformaciones. Seamos parte activa en la rehabilitación y el auxilio de las sociedades heridas. Hoy estamos ante la gran oportunidad de manifestar nuestra esencia fraterna, de ser otros buenos samaritanos que carguen sobre sí el dolor de los fracasos, en vez de acentuar odios y resentimientos”.
Tras más de un año de crisis, debemos seguir redoblando esfuerzos; no podemos descuidarnos. Sabemos que ya se ha avanzado con el proceso de vacunación, y seguimos haciendo un llamado a las autoridades para no aflojar en este proceso. Pero, vuelvo a decir: ¡solo entre todos podremos superar este momento de dolor! Como lo dice el Papa, tenemos que cuidarnos de manera fraterna unos y otros.
Unido a mis hermanos obispos, el pasado jueves 22 de abril hicimos también un llamado para vivir una Jornada Especial de Oración ante la pandemia.
No podemos perder la fe, tenemos que seguir rogando al Señor que nos ayude, que nos cuide. No podemos perder la esperanza. Pero tenemos que poner de nuestra parte.
Asumiendo nuestra responsabilidad y tomando acción de frente a la enfermedad, pidamos también a Dios que nos ilumine para salir adelante, para poner la vida de primero en todo momento, y siendo solidarios para tender la mano a aquél que más lo necesita.
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