Agradezcamos la entrega y el compromiso de un pueblo que sigue siendo mayoritariamente católico en nuestro país y, a la vez, pidamos al Señor que siga manifestando su amor para con esta tierra bendita.
En el marco de estos 100 años de la Provincia Eclesiástica, atrevámonos a rescatar todas esas huellas de quienes han permitido cultivar y alentar la fe. Tantas obras de piedad y obras de solidaridad que en cada rincón de nuestro pueblo se manifiestan para alabar a Dios y manifestar el amor al prójimo.
Sería innumerable determinar tantas obras en bien de los demás que ha generado la Iglesia, no solo como estructura física u organizativa, sino, como Iglesia viva conformada por el pueblo de Dios.
Al respecto, el Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia, numeral 49, nos dice: “La Iglesia, comunidad de los que son convocados por Jesucristo Resucitado y lo siguen, es signo y salvaguardia del carácter trascendente de la persona humana. La Iglesia es en Cristo como un sacramento, o sea signo e instrumento de la unión íntima con Dios y de la unidad de todo el género humano. Su misión es anunciar y comunicar la salvación realizada en Jesucristo, que Él llama Reino de Dios (Mc 1,15), es decir la comunión con Dios y entre los hombres”.
Sigamos llevando la Buena Noticia de la salvación, sigamos proponiendo con fuerza y convicción el mensaje que nos ha sido revelado. Seamos esa Iglesia de puertas abiertas que el Papa Francisco desea.
También, acerquémonos a nuestra Madre, la Virgen María, Reina de los Ángeles y Patrona de Costa Rica, que nos ha cuidado con su amor maternal, que ha intercedido por este país desde siempre. A ella confiémonos, sigamos pidiendo su intercesión, para el fortalecimiento de nuestra Iglesia costarricense, para que sea una Iglesia más configurada a Cristo. Pedimos también la intercesión de San José, patrono de la Iglesia universal, en este año dedicado a él.