Cuando la Iglesia plantea que las verdades que no están en Cristo son falsas, se refiere a aquellas creencias o prácticas que desvían al ser humano de su correcta relación con Dios y de la verdad revelada en Cristo. Esta perspectiva sugiere, indirectamente, que todo lo que no sea explícitamente cristiano es intrínsecamente erróneo. Además, estas verdades parciales o incompletas pueden conducir al error moral o espiritual si no están orientadas hacia la plenitud de la verdad en Cristo.
Uno de los principales retos que enfrenta la Iglesia al comunicar a Cristo al mundo con estos argumentos es el riesgo de ser percibida como excluyente o intolerante. La afirmación de que solo las verdades en Cristo son completas puede ser vista como una negación de la validez de otras ideas, creencias y prácticas religiosas. Esto puede generar resistencia y rechazo por parte de aquellos que no comparten la fe cristiana.
Moral secular
La Iglesia enfrenta el desafío de reconocer que, en el contexto actual, su voz y su opinión se encuentran entre muchas otras en el ámbito público. Esta pluralidad exige que la Iglesia actúe con un sentido renovado de responsabilidad y apertura. En lugar de considerar su perspectiva como la única válida o predominante, la Iglesia debe asumir el papel de un participante activo en un diálogo más amplio, en el que cada contribución se valora dentro de un espectro de opiniones diversas.
En este contexto, la obligación de la Iglesia es fomentar un diálogo constructivo y respetuoso, promoviendo principios que puedan resonar positivamente en un entorno plural. Debe esforzarse por encontrar puntos de convergencia y construir puentes con otros grupos y perspectivas, mientras mantiene su integridad y su mensaje central. A través de este enfoque, la Iglesia no solo preserva su relevancia, sino que también enriquece el debate público, contribuyendo a una sociedad más inclusiva y comprensiva.
Esta responsabilidad implica adaptar su comunicación y estrategias para ser escuchada y comprendida en un escenario diverso, sin perder de vista sus valores fundamentales. Al hacerlo, la Iglesia puede ejercer una influencia significativa y positiva, respetando y enriqueciendo el diálogo en el que ahora se encuentra inmersa.
[1] Papa Francisco , Audiencia General , 6 de octubre del 2021
[2] Veritatis Splendor, 6 de agosto de 1993, n.2
[3] Idem, n.1