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Cien años del nacimiento de San Juan Pablo II

By Mons. José Francisco Ulloa R. Junio 18, 2020

Karol Wojtyla nació en Polonia el 18 de mayo de 1920, hace un siglo. Era el menor de tres hermanos en una muy ferviente familia católica. Cuando tenía 9 años falleció su mamá Emilia. Su hermanita Olga murió a pocos meses de nacida y su hermano mayor Edmundo de profesión médico murió, cuando Karol tenía 12 años. Su padre era suboficial del ejército, lo único que le quedaba de su familia, fue su educador y guía en el camino de la fe cristiana. Cuando el joven Karol tenía 21 años murió también su padre Karol. Sin familia, pero con grandes ideales y con una fe inquebrantable y confianza en el amor de su segunda Madre la Virgen María, a quien se consagró totalmente, después de la muerte de su madre y tomó como lema: “Totus Tuus, todo tuyo”, que le animó durante toda su vida. Sus padres: Karol y Emilia están en proceso de ser declarados santos.

Pasó su juventud enfrentando grandes desafíos y dificultades en la Polonia que le tocó vivir. Los nazis de la Alemania de Hitler ocuparon Polonia y posteriormente estuvo bajo el régimen comunista de la Unión Soviética. A esta etapa de su vida la llamó: “Los auténticos símbolos del infierno sobre la tierra”.

Para sostenerse debió trabajar en forma clandestina en una fábrica como obrero. Mientras tanto, realizaba sus estudios de formación sacerdotal en el seminario secreto de Cracovia. Fue ordenado sacerdote el 1 de noviembre de 1946. Ordenado Obispo el 28 de setiembre de 1958. Elegido Papa el 16 de octubre de 1978, siendo el tercer Papado más largo de la historia de la Iglesia, por casi 27 años.

Haber conocido y tratado al Papa Juan Pablo II, no solo es un privilegio, sino una gracia inmensa de parte del Señor. Tuve esa gracia y con creces. Como Rector del Seminario me emocionó tanto su elección en 1978. Apenas había escuchado su nombre entre los Obispos que celebraron el Concilio Vaticano II. Fue uno de los que elaboraron junto con el entonces Arzobispo de Panamá Marcos Gregorio Macgrath, la llamada Contitución pastoral “Gaudium et Spes”, sobre la Iglesia en el mundo actual. Pero más me emocionó cuando le preguntaron a Monseñor Román Arrieta, si conocía al Papa electo y respondió: “No sólo lo conozco, sino es mi amigo, porque juntos trabajamos en el Concilio Vaticano II. Mayor emoción me embargó, cuando aquel memorable e histórico 2 de marzo de 1983 a las tres de la tarde, en que por primera besaba la tierra costarricense el Vicario de Cristo. Del Aeropuerto hasta el Seminario en que llegó a las cinco de la tarde, dos grandes hileras de gente lo aclamaban con gran fervor, por las calles por donde pasaba. Mientras, en el Seminario mucha gente lo esperábamos con gran entusiasmo entre cantos y oraciones. Como Rector me tocó por gracia de Dios recibirlo y conducirlo a la habitación, que con mucha delicadeza y dedicación le preparamos, con el fin de que descansara después de un viaje tan largo, por casi once horas desde Roma. Atendió a los Obispos centroamericanos y luego se le ofreció una cena. Estuvo con nosotros hasta las diez de la noche y con gran alegría y con cierta nostalgia, le despedimos hacia la Nunciatura Apostólica.

Nunca me imaginé que iba a estar tan cerca de un Papa y de un Santo, de Juan Pablo II. Como Obispo tuve la oportunidad de compartir varias veces con él en reuniones, concelebrando en su capilla privada e invitado a la mesa para compartir el pan.

Dos veces tuve la oportunidad de estar con Él en sus visitas a México. Estuve presente en el funeral más concurrido de un Papa en la historia de la Iglesia, con gentes llegadas de todas partes y sobre todo jóvenes. Se estima en más de dos millones de personas presentes en la Ciudad Eterna, para despedir al Gran Papa que dirigió la Iglesia como el Vicario de Cristo por casi 27 años. Allí se oían proclamas de: “Santo pronto”. Fui testigo presencial, en la ceremonia de Beatificación y Canonización.

En síntesis fue el Papa que rompió todos los records: como el Papa viajero, visitó 129 países, como la persona más vista en la historia, beatificó 482 fieles cristianos y canonizó 1341 santos. Influyó a en la caída de la Unión Soviética, del comunismo y del Muro de Berlín. Fue un hombre de intensa oración, un Pastor muy cercano al pueblo de toda raza, religión y nación. Fue el Papa de la Misericordia con su bella Encíclica: Dives in misericordia, el Papa de la juventud y de la familia.

Encomendémonos a la intercesión de San Juan Pablo II, el Grande. “No tengan miedo decía, abran su corazón de par en par a Cristo”.

Last modified on Sábado, 20 Junio 2020 19:04

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