Hoy se habla mucho de los pobres. Y podríamos añadir que especialmente en las iglesias y entre los políticos. Pero puede ser que se hable mucho, y hasta se sirva de ellos en provecho propio, pero en la práctica no se haga lo debido en su favor. Por el contrario, y a la luz de lo que nos cuenta el Evangelio, Jesús los conoce personalmente, se encuentra con ellos al borde de los caminos que anda en su predicación, y los atiende mediante las “obras que son amores”, es decir, actuando.
Y así se puede hablar de los pobres de Jesús, que lo son las multitudes cansadas, discriminadas, sin guía, a las que sacia de pan y de palabra de Dios. Los enfermos que se apretujan en torno a Él y que le mueven a compasión y le piden que intervenga. La viuda a la que resucita al hijo, la extranjera que implora la curación de la hija. Son todos aquellos a quienes normalmente la gente margina o evita, como los niños traviesos; el ciego que pide luz para sus ojos al borde del camino; los leprosos a quienes la ley echaba afuera de los poblados. Una mujer que sufría pérdida de sangre y que estaba condenada a una dolorosa marginación. Jesús los acoge antes que a nadie, los cura y alaba su fe.
Por eso, ante el escándalo de la gente bien, elogia el amor purificador de una prostituta, defiende a una adúltera de sus hipócritas acusadores, como los publicanos que, según el pueblo, se enriquecen a costa de los demás. También ellos son enfermos y, como tales, necesitan de la ayuda del médico de todas las miserias humanas. Abre así los brazos a los pecadores arrepentidos y les anuncia el perdón de Dios, devolviendo la dignidad de los seres humanos, a criaturas poseídas por las fuerzas del mal. Usted puede buscar en los evangelios el sinnúmero de casos concretos que ilustran lo que quiero expresar.
Ese es el Reino de Dios o de los Cielos, ese es Jesús que lo promueve extendiéndolo por doquiera pasa. Y esa es la misión de nosotros los cristianos y la “señal” de que lo somos de verdad.
¿Y por qué habrá de seguir dándose entre nosotros la pobreza, los pobres? A propósito de uno de ellos, que lo es por ser pecadora y Judas que se queja de que derrame un costoso perfume sobre Jesús y que no le den su valor en dinero a los pobres, él le advierte que a los pobres los tendrán siempre entre nosotros y esto, observa el comentador del texto, a causa de la injusticia. De ahí la enseñanza de Jesús de ejercer esa justicia en favor de los necesitados haciendo algo por ellos, lo que se pueda. Y esto de parte de todos, gobernantes y gobernados, especialmente en nuestra condición de cristianos, presentes con él en el Reino y siguiendo haciendo el bien.
Prosigo otro día, Dios mediante.
Lo invitamos a compartir nuestro contenido