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Imágenes de la vida personal de Monseñor Sanabria

By Pbro. Miguel Picado G. Julio 19, 2022

De Mons. Sanabria se escribe y comenta su participación en el logro de las Garantías Sociales y el Código de Trabajo, los esfuerzos por detener la guerra civil del 48 (Figueres Ferrer le decía Mons. Treguas, en son de burla). Sus libros de historia de la Iglesia en Costa Rica se siguen editando y sus genealogías son utilizadas por los expertos en esa disciplina. También se recuerda la construcción del Seminario en Paso Ancho y el impulso dado a Radio Fides, que no alcanzó a escuchar, pues falleció meses antes de ser inaugurada.

Sin embargo, de su vida personal, gustos, preferencias se sabe poco. Ese vacío ha sido en parte llenado gracias a la extensa entrevista que concedió la señora Victoria Sanabria, sobrina, en su casa de habitación, acompañada por Sofía Fuentes Sanabria, sobrina nieta, y José Rafael Soto Sanabria, sobrino nieto, presidente del Grupo Seguidores de Monseñor Sanabria. La transcripción se debe a Lucía Mata Soto, sobrina nieta. Lo que sigue es una adaptación de unas pocas páginas.

 

Primero un pordiosero que un presidente

 

Dice doña Victoria: Resulta que íbamos al Palacio Arzobispal con mi mamá y él estaba allá. Y siempre que íbamos allá pasábamos para saludarlo. Y nos decía: “Ustedes van a almorzar aquí”. Y le decía a Luisa, la ama de llaves: “¡Luisa, ellas se quedan a almorzar aquí!” Y nosotras con tanto que correr y tanto que comprar, porque mamá compraba los uniformes de los colegios y éramos tantos en casa. Pero yo tenía una muela mala, que solo Rafael Lachner me podía ayudar. Era muy amigo de papá y de Monseñor. Y dije: “¡Ay qué hago, mamá, yo tengo mucho miedo de ir donde Lachner”! Y dice Monseñor: “¿Quién tiene miedo? ¡Vamos, camine, venga conmigo!”. Y qué tal que me llevó. Y le dijo a mamá: Usted, Argentina, se va a comprar las telas”. Y muy chiquilla yo decía: “¡Qué tirada, ahora voy a llorar y no quiero que me vea llorar! Llegamos donde Lachner y se pusieron a hablar de política mientras se me dormía la muela. Al regresar, había una viejita sentada en la grada del Palacio Episcopal y le decía: “¡Monseñor, Monseñor!” Él se quedó viéndola y no le dijo nada, pero le brindó el sombrero, porque él le brindaba el sombrero a los limosneros y a las limosneras. En eso sacó un billete -y yo viendo qué era lo que sacaba- y se lo dio. Y le digo: “Tío ¡pero le diste cinco pesos!” Cinco pesos en ese tiempo era algo. Y la viejita feliz. Y entonces le digo: “¡Pero le diste cinco colones!” Y me dice: “¡Tuvo suerte la viejita!¡Tuvo suerte, viste que tuvo suerte!

  1. Picado -¿Y entonces se quitaba el sombrero con pordioseros y con gente así?
  2. Victoria: -Ah sí, porque él decía que los pordioseros eran lo más grande. No era igual un presidente de la República que un pordiosero, primero estaba un pordiosero.

 

En la piscina

 

José Rafael: -Contanos cuando se bañaba en la piscina.

Papá tenía una piscina, pero él no se podía ir a bañar porque era muy mal visto que los sacerdotes, peor los obispos, se bañaran en público. 

Entonces él se venía con el Padre Gálvez para bañarse de noche. Estábamos chiquillas nosotras y mamá ya nos había puesto las piyamas. Yo gozaba con el vestido de baño, porque era muy raro ese vestido de baño, con tirantes. Se tiraba y decía: “Ahora sí, Padre Gálvez, ¡tírese!” Y decía el padre: “¡Es que hace mucho frío! Papá, para que él se bañara de noche, puso un reflector muy grande para que viera dónde estaba nadando. A la hora de tirarse hacía un aspaviento de agua.

Cuando él llegaba nosotros estábamos con el chupón y ya nos dormían, ya nos íbamos a dormir. Cuando tocaba la puerta ¡nos levantábamos todos! “¡Ahí está Monseñor!”. Y entonces nos tocaba la cabeza, y qué cómo están… porque a él le costaba mucho venir a verlos a todos, era muy difícil.

Lo que pasa es que iba mucho a casa porque él era el tutor de papá, pues papá se había quedado sin papá muy joven. Entonces nosotros los chiquillos, apenas llegaba ya empezaban los chiquillos (los de la calle, verdad) a irse por las ventanas del carro y él les tocaba las cabezas. Les decía: “A ver, mis chiquitos, ¡Dios me los bendiga!”. 

José Rafael -Contá la historia de tu nombre, de por qué Victoria.

  1. Victoria: Se dio cuenta que papá estaba muy bravo porque él quería puros hombres, para que vieran las fincas, porque, ¡diay! salimos un montón de mujeres.

Monseñor sabía que papá estaba molesto porque yo era una mujer. Él quería hombres. Y después vino Adriana, Felicia, Lilia y Carmencita…vino un hombre y se murió. Pero papá seguro quería que los muchachos le ayudaran en sus fincas y en todo. Y las mujeres cómo íbamos a ayudar en fincas…Qué va.

 

Víctor-Victoria

 

Sofía -Contá cómo te bautizan y por qué te ponen ‘Victoria’.

  1. Victoria: -Ah sí, lo que no me acuerdo es cómo me iban a poner.

Sofía -Te iban a poner el nombre de Rebeca. Pero él dijo: “Me faltó el respeto, para empezar, naciendo el mismo día que yo nací”. 

  1. Victoria: -Ah sí, pero si me ponían el nombre ´Rebeca´, me iban a decir ‘Queca.’ Entonces resulta que siempre fue muy unido conmigo, pero desde mucho tiempo. Seguro como papá a mí… cuando yo nací como que no le hizo mucha gracia, le dice: “¿Quién es el que está bravo con la voluntad de Dios? ¡Ahora es que le pongo mi nombre!” Y fue ahí cuando me puso ‘Victoria’. Que yo francamente digo, para mí ese nombre no me hizo mucha gracia, claro…él porque era él, verdad. Pero un nombre ‘Victoria’ para una chiquita, es muy duro. Yo sí que sufría con eso.

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