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“Levántate y anda, no tienes nada”

By Padre Charbel EL ALAM / Orden Libanesa Maronita Junio 23, 2022

Una mujer casada, joven, atleta y siempre en acción, tiene un hijo recién nacido. Siente una inflamación en el nervio ciático. Esto ocurre cuando hay presión o daño en ese nervio. La joven tiene además otro problema severo en el menisco.

A causa de esta combinación de molestias, su estado anímico se fue deteriorando poco a poco; realmente como lo anímico es lo relativo al alma, al estado psíquico y espiritual, el efecto era significativo.

Tomemos en cuenta que la palabra anímica tiene su origen en el latín “anima” “animae”, que significa “soplo o respiración”, de ahí que luego se identificara con “vida” y, por último, con “alma”. En el sentido que lo he usado significa “la cualidad de la respiración, de vida, del alma”.

Era tanto el dolor que ni siquiera permitía que su hijo, quien la buscaba corriendo para abrazarla, pudiera hacerlo. De ahí que se sometió a muchos tratamientos y terapias, incluso en el extranjero.

Regresó a su tierra natal sin ningún signo de esperanza, fue a buscar al médico aunque este no estaba de acuerdo en operarla. Se sentía más que preocupada, el dolor era cada vez más inmanejable, lo mismo que el llanto. Pedía desesperadamente al médico que le hiciera la cirugía pero él rechazó su petición. En vez de ello, le dio otro tratamiento con la esperanza de que esta joven mamá se curara.

Entonces, cuenta ella: Vine a casa y abrí Facebook. Me apareció providencialmente un reportaje (la maravilla de la evangelización a través de las redes sociales digitales) de la curación de una niña, de nombre Yara, hija de una famosa presentadora de televisión en Líbano. Había escuchado mucho acerca del reportaje pero nunca lo había visto.

San Charbel no estaba siendo mi intercesor, lo conozco, lo he visitado como todo el mundo, aunque no hago novenas, mi relación con él era muy casual.

Cuenta la joven: La presentadora hablaba con una convicción y con una impresionante confianza. He tenido fe pero no tenía esta confianza, esa, que al escucharla hablar pudo transmitirme.

Después de haber visto el reportaje, cerré mis ojos y empecé a orar fervientemente, sentí que ya no estaba aquí, ya no sentía nada de mi alrededor me sentí fuera geográficamente hablando y fuera del tiempo. Lloraba abundantemente y no podía abrir mis ojos. Recuerdo que tenía en la mesa de noche una estampita de San Charbel, así que recogí la estampita y la puse sobre la rodilla, la froté contra esta. Sentí entonces una llama de fuego, como la de una quemadura, como una mano que apretaba mi rodilla.

No tengo la menor idea de cuánto tiempo duró esto, no sé, de repente sentí que yo estaba fuera de mí y que después alguien me soltaba. Recuerdo que todo lo que sentí fue a alguien tomando el control de mi ser, no podía abrir mis ojos…

Desperté y me di cuenta de que ya había llorado mucho. Una voz tranquilizante, de alguien mayor, me decía : “levántate y anda, ya no tienes nada”. Al escuchar esto me asusté. No me atrevía a bajar de la cama.

Empecé entonces a tocar los puntos de dolor. Pensé en que no sé qué me pasa porque no tengo nada. Bajé de la cama y empecé a dar vueltas en mi cuarto, la sensación era como si me hubieran quitado una espina, como si todo hubiera sido mentira, como si no existiera el dolor.

Golpeé la rodilla para estar segura de que ya no tenía nada. Salí de mi cuarto corriendo y gritando en el corredor de mi casa. Mi esposo estaba de viaje y mis papás no entendían nada, pero yo seguía diciendo que ya no me dolía la rodilla, que la intercesión de San Charbel me había curado.

En mi interior sentí algo impresionante. Mis papás lloraban felices, la sensación era indescriptible. Lo primero que hice fue ir a visitar a San Charbel, yo misma fui conduciendo.

¿Y qué fue lo que le dije a San Charbel?: ¡Gracias, te quiero, gracias por rezar conmigo como un intercesor entre Jesús y yo; gracias por interceder por mí y sí recibí la gracias que yo más necesitaba en este momento.

Continúa:

El mismo día fui a ver al doctor sin sacar cita, llegué al final del día para compartir mi felicidad con él.

Al verme brincando de la felicidad, exclamó Dios mío, Santa Rita o San Charbel, yo le dije ¿y como supiste? ni siquiera había tomado el tratamiento para que hiciera algún efecto. Le dije que la intercesión de San Charbel me curó.

Me dijo: ven, te voy a revisar. Me hizo una revisión muy meticulosa. Me dijo al finalizar: Tu rodilla está como recién hecha, frente al poder de Dios todos somos pequeños.

Las estampitas devuelven la mirada, entregan una forma de compañía que se podría interpretar como un valor de proximidad. Las estampitas religiosas actúan de manera cercana a las reliquias (como sacralidad fundante) en virtud de ese valor, el que incrementa su sentido sagrado.

Dios Todopoderoso, Tú que has manifestado el poder de la intercesión de San Charbel a través de sus numerosos milagros y favores, concédenos la gracia (…) que te imploramos por su intercesión, Amén.

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