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“Que detalle Señor has tenido conmigo”

By Hna. Carla Vanessa Mora Agüero / Misionera Comboniana. Junio 12, 2022

El papa Francisco en su Mensaje para el Domund 2021 nos dice “Cuando experimentamos la fuerza del amor de Dios, cuando reconocemos su presencia de Padre en nuestra vida personal, no podemos dejar de anunciar y compartir lo que hemos visto y oído”.

Por esta razón es que me siento motivada a escribirles y compartir con ustedes mi alegría y agradecimiento a Dios por su fidelidad para conmigo y su gran misericordia a lo largo de todo este tiempo.

Soy Carla Vanessa Mora Agüero, Misionera Comboniana, natural de Costa Rica. Me encuentro en Mozambique y presto mis servicios como religiosa misionera y como enfermera en la misión de Mangunde que queda en la zona centro del país concretamente en la provincia de Sofala.

Por la Gracia de Dios este año celebro mis 25 años de Consagración a Dios y a la misión Ad Gentes.

Delante de este acontecimiento importante para mi vida sólo puedo decir…

“Que detalle Señor has tenido conmigo”

Cuando era muy joven descubrí a Jesús como mi tesoro escondido que encendió en mi el deseo de seguirlo y anunciarlo, solo que para poder hacerlo tuve que ir y vender todo lo que mas amaba, con ellos mi mamá, mi papá, mi hermana Susana, mis hermanos Agustin y Carlos, mi novio y hasta mi Maureen “hermana gemela” que después de dos años también decidió seguir a Jesús.

En mi discernimiento la balanza siempre pesó más hacia el lado de Jesús y fue eso lo que me ayudó a decidir.  Amigos… toda decisión exige una renuncia, no podemos tenerlo todo.  Lo bueno es el fruto de la alegría que llena tu corazón cuando has sido capaz de descubrir por donde Dios te quiere.

Movida por El decidí seguir Jesús en el espirito y el carisma de Daniel Comboni un hombre apasionado por Dios y por la misión. Su ejemplo fue un gran motivo de inspiración que me guio y me condujo hasta hoy.

Después de todos estos años y en una lectura retrospectiva, he podido descubrir la presencia de Dios desde que nací junto a mi hermana gemela y ver mi vida como una verdadera historia de Salvación donde Dios me ha hecho vivir ciertas cosas para que yo misma descubriera su presencia protectora y constante en mi vida. El colocó personas claves que han sido para mi como la estrella de Belén que condujo a los reyes magos hasta Jesús y a mí me iluminaron, guiaron y enseñaron a descubrir a Jesús y su gran amor por la humanidad.

De estos 25 años de Vida Consagrada, 15 de ellos he vivido en Mozambique y allá Jesús me ha permitido cumplir mi sueño más añorado de juventud… que era… compartir el amor que yo había recibido con las personas que aún no que le conocían.

Lo curioso es que uno piensa siempre en dar pero termina recibiendo más de lo que piensa o imagina.

Mi vocación como Misionera Comboniana en Mozambique ha sido marcada por varios momentos unos buenos y otros no tan buenos pero que con Jesús adquieren un sentido y significado diferente. A lo largo de todos estos años he crecido, madurado y aprendido tantas cosas que lo que hoy soy es gracias a Dios y a este pueblo Mozambicano.

Lo que caracteriza mi vida como misionera a lo largo de estos años es el servicio y entrega a las personas que encuentro en el hospital como también el trabajo pastoral en la parroquia de Mangunde concretamente con los jóvenes que viven en los internados por motivos de estudio.

En esta provincia de Sofala nosotras las Misioneras Combonianas somos entre las pocas congregaciones que estamos fuera de la ciudad. Nuestra misión queda a 300 kilómetros de la cuidad principal llamada Beira y ahí somos un signo de Esperanza para aquellos que necesitan atención médica, educación y evangelización. Si, toda mi comunidad intenta cuidar estos tres aspectos en favor de la promoción y dignidad del pueblo con el que vivimos.

Nuestra presencia es importante porque compartimos lo que hemos recibido gratuitamente: la vida, la fe y el amor.

Además de ser hermana soy enfermera obstetra y esto lo considero un Gran don que Jesús me ha hecho porque a través de esta profesión he podido llegar donde nunca imagine y con la ayuda de Dios hacer cosas que nunca pensé. Me gusta mucho lo que hago y aquí soy feliz, sí, soy feliz en mi trabajo, con mis compañeros y con los pacientes que me encuentro todos los días. En ellos veo la esperanza de este pueblo, cada día que vivo confirmo lo grandes y admirables que son, su fuerza, capacidad y tenacidad para hacerle frente a la vida, reconozco en ellos la presencia de Dios y me siento invitada a transmitirles ese mismo amor que yo recibí y recibo cada día.

Jesús dijo a sus discípulos… “Nadie tiene amor más grande que quien da la vida por sus amigos” Jn 15,13.

Queridos amigos yo vivo y hago experiencia de estas palabras, ellas están conmigo siempre en cada momento del día o de la noche, dan fuerza y motivación a mi ser hermana misionera y enfermera estando disponible a las necesidades de las personas que Jesús puso a mi lado y sobretodo de los enfermos y a las mujeres que están para dar a Luz.

Nuestra vida es bella y vale la pena cuando se entrega al servicio de los más pobres y abandonados. Hoy hago también mías las palabras de Daniel Comboni “El día y la noche, el sol y la lluvia, me hallarán igualmente y siempre atento a vuestras necesidades espirituales; el rico y el pobre, el sano y el enfermo, el joven y el anciano, el amo y el criado, siempre tendrán el mismo acceso a mi corazón. Vuestro bien será el mío y vuestras penas también serán las mías. Yo acepto hacer causa común con cada uno de vosotros, y el más feliz de mis días será aquel en que pueda dar la vida por vosotros”.

Abrazar esta vida no ha sido fácil porque como ustedes saben seguir a Jesús implica renuncia, adhesión, constancia, perseverancia, fidelidad y sobre todo Fe a Él que nos llamó. Concretamente en esta vida misionera como extranjera mi mayor desafío y mi más grande pobreza ha sido mi incapacidad de aprender los dialectos del pueblo y por consiguiente comunicarme fluidamente y personalmente con las personas. Con certeza que el trabajo exige un esfuerzo de nuestra parte para comprender mejor las necesidades de los pacientes no obstante tengo que reconocer que preciso de un intérprete para poder ayudar mejor. A nivel de trabajo en la salud, está la falta de lo necesario para tratar y curar a las personas, es realmente triste y uno vive una gran impotencia cuando no tenemos lo necesario para trabajar bien.

Increíblemente tenemos falta de muchas cosas comenzando por medicamento y material médico cirúrgico, no se diga alimentos y material de limpieza por mencionar lo mínimo indispensable para que un hospital pueda satisfacer las necesidades de los pacientes y funcionar bien. Lo bueno de todo es que estando nosotras ahí presentes hacemos lo posible con la ayuda de los bienhechores comprar lo que hace falta para el buen atendimiento de los pacientes y por consiguiente el buen funcionamiento del Hospital.

El país vive una guerra silenciosa y nosotras que formamos parte del pueblo sufrimos la inseguridad por la falta de una paz efectiva. Por ejemplo ha habido tiempos en que hemos vivido momentos de miedo por causa dos conflictos internos entre los militares y guerrilleros y lo peor ser testigos del desaparecimiento de personas conocidas por cuestiones políticas o peor aún escuchar las historias de las personas que tienen que huir o que pierden todo por causa de la guerra.

Gracias a Dios la vida es más fuerte que la muerte y nuestro estar aquí adquiere sentido en Jesús nuestra fuerza y nuestra esperanza. A lo largo de estos años he recibido muchas satisfacciones, comenzando por las personas que he conocido como ya dije antes para mí ha sido muy importante el relacionamiento con ellos. La convivencia diaria me ha permitido ver y descubrir su potencial, creatividad, inteligencia, alegría, tenacidad, generosidad, fe y capacidad intelectual. Aspectos que Comboni también había descubierto. Estas actitudes han sido importantes para mí porque siento que enriquecieron y alimentaron mi existir y me han permitido también aprender amar, estimar, creer y dar confianza.

En Mozambique ya hice la experiencia de Simeón cuando el dijo “Ahora,  Señor, puedes,  según  tu palabra,  dejar que tu siervo se vaya en paz,  porque han visto mis ojos tu salvación…” si ya fui testigo que esta salvación ya llegó y está presente en el pueblo Mozambicano cuando he visto  jóvenes sacerdotes que aman a Dios y a su pueblo,  cuando he visto doctores y enfermeros competentes que entregan su vida por los enfermos,  cuando he visto la entrega de una madre que trabaja la tierra bajo el fuerte sol para buscar el sustento para sus hijos,  cuando he visto la fe fuerte de un anciano,  pilar de su comunidad cristiana que pese a la guerra y a las persecuciones siempre fue fiel a su fe en Jesucristo.

Otra enorme satisfacción que he recibido es cuando con la ayuda de Dios conseguimos reanimar positivamente un recién nascido que por causas desconocidas o lejanas a nuestro deseo nascen con problemas. Para mí que estoy aquí día y noche y que soy consciente de la precariedad de nuestras condiciones en el sector de la salud considero como un continuo milagro de Dios en medio de las cosas que vivimos. Ustedes no imaginan la sonrisa que se diseña en nuestras caras cuando ayudamos a quien más necesita sea cual sea la situación y condición en la que se encuentre. Es ahí donde perder el sueño o estar cansado vale la pena, todo por el bien de las personas que Dios ha puesto a nuestro lado. “Todo lo que hemos recibido, todo lo que el Señor nos ha ido concediendo, nos ha regalado para que lo pongamos en juego e se lo regalemos gratuitamente a los demás”

Con mi comunidad de hermanas, colegas del trabajo, niños, jóvenes, papás, mamás y enfermos he aprendido el valor de la vida y la importancia de nuestra Consagración a Dios para la misión. Es por Jesús, en Jesús y con Jesús que vivimos y existimos, es El quien da sentido a todo en nuestro diario vivir.

Muchas gracias por la atención y me encomiendo a sus oraciones por nuestro pueblo y por nosotras las Misioneras Combonianas que este año también estamos celebrando 150 años de fundación.

Pidamos al dueño de la mies que envíe trabajadores para su cosecha.  “La vocación a la misión no es algo del pasado.  Hoy Jesús necesita corazones que sean capaces de vivir su vocación como una verdadera historia de amor, que les haga salir a las periferias del mundo y convertirse en instrumentos de compasión”.

 

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