“Hoy, juntos, confirmamos que el santo rosario no es una práctica piadosa del pasado, como oración de otros tiempos en los que se podría pensar con nostalgia. Al contrario, el rosario está experimentando una nueva primavera. No cabe duda de que este es uno de los signos más elocuentes del amor que las generaciones jóvenes sienten por Jesús y por su Madre, María. En el mundo actual, tan dispersivo, esta oración ayuda a poner a Cristo en el centro, como hacía la Virgen, que meditaba en su corazón todo lo que se decía de su Hijo, y también lo que él hacía y decía”. Benedicto XVI

Fulton J. Sheen: Lourdes es un pueblo en la parte del sur del país. La Virgen se apareció allí en el siglo pasado (1858). He estado en Lourdes 30 veces. Nunca me olvidaré de la primera visita que le hice a Nuestra Señora de Lourdes. Era entonces un sacerdote estudiante en una universidad en Bélgica. Y tenía justo lo suficiente para llegar a Lourdes en el sur de Francia, pero no tenía dinero para el regreso. Estamos hablando de un viaje de unas 24 horas en tren. Sin embargo, tampoco contaba con dinero para hospedarme en el lugar y pasar un tiempo allí. Le pedí dinero a mi hermano quien en ese entonces estaba estudiando medicina, pero él era un típico estudiante universitario y no tenía dinero para darme. Me dije a mí mismo: si tengo suficiente fe para ir a Lourdes para celebrar el quinto aniversario de mi ordenación, le corresponde a la Virgen ayudarme con lo que me hace falta para el hospedaje y el regreso. Llegué a Lourdes sin un peso, pensé que, si la Virgen me iba a ayudar a pagar un hotel, para Ella sería lo mismo pagar uno pequeño que uno grande. Cuando pidas milagro no seas tacaño. Por lo que me fui al mejor hotel de Lourdes que en nuestros estándares sería de 5 a 6 estrellas. Me decidí quedar allí por 9 días haciendo la novena. En la mañana del día noveno nada pasó, nada pasó al mediodía, nada tampoco pasó al anochecer. Entonces, empecé a notar que el asunto de dinero se ponía serio. Pensé en darle otra oportunidad. Entonces, me fui para la gruta más o menos a las 10:30 pm. Y mientras estaba arrodillado, un hombre me tocó el hombro.

“¿Eres un sacerdote estadounidense?”, “sí”.

“¿hablas francés?”, “sí”.

“¿Te gustaría acompañarnos mañana a mi familia y a mí a París, hablarnos en francés y mostrarnos la ciudad?”.

Me acompañó de regreso al hotel. Luego me hizo la pregunta más interesante que he escuchado en mi vida. “¿ya pagaste el hotel?”. Y regresé a Lovaina con mucho más de lo que tenía cuando salí. La moraleja no es que vayas a hoteles sin pagar la cuenta. Pero así fue para mí en Lourdes.