De acuerdo con las nuevas orientaciones pastorales de nuestra Congregación, creemos que la necesidad de una auténtica Vida Interior y Vida Comunitaria nos desafía, en nuestro mundo de hoy, a ser hombres de fe y oración, viviendo nuestra fraternidad con la sencillez del Evangelio, para escuchar, personal y comunitariamente, la llamada del Evangelio a seguir a Jesús en su vida y su misión siendo signos fraternos de esperanza en el mundo. El Espíritu nos recuerda y nos invita continua e insistentemente a intensificar nuestra relación con Jesucristo, a generar respuestas nuevas y eficaces a las necesidades emergentes del Pueblo de Dios, y a fortalecer nuestro testimonio fraterno. En este sentido, también estamos llamados a ser hombres de esperanza y para ello debemos ser hombres de oración. La oración nos permite estar atentos a los susurros del Espíritu que enriquecen nuestro discernimiento y nos conduce a elegir la mejor manera de responder a las necesidades concretas del mundo actual.
Estamos llamados a asumir los actuales desafíos, a poner la mirada siempre en el Evangelio para que nuestra vida, nuestra misión sea significativa y renovada y con esta nueva mirada, recorramos un camino en el que los Hermanos seamos más móviles, nos traslademos a lugares más arriesgados con poblaciones vulnerables; innovadores e impulsores, menos preocupados por nuestra comodidad, arraigados en nuestra relación con Jesús, y llevando la educación a quienes están en las periferias de la sociedad. Y es que “Seguir los mismos esquemas de siempre” no era una práctica aceptable para Jesús o Juan Bautista de La Salle y no es aceptable para los Hermanos de las Escuelas Cristianas. Porque el Evangelio es nuestra primera y principal regla, y porque en el Evangelio los pobres son el centro de atención, hemos sido llamados a cambiar la forma habitual de hacer las cosas. Se nos llama a derrocar los sistemas socioeconómicos injustos que oprimen a la gente y a formar a los jóvenes, especialmente a los pobres, de modo que se comprometan a construir un mundo en el que todas las personas puedan gozar de una vida en plenitud y porque otro mundo sea posible.
El Hermano Álvaro Rodríguez, antiguo Superior General de los Hermanos de La Salle , ha expresado a menudo su creencia de que “los pobres son los creadores del futuro, por lo que debemos tener conciencia de que ellos son los verdaderos agentes de cambio, fuente de dinamismo para todos”. Nos anima a “querer con todo, colaborar en cambiar las estructuras de la historia”. Todos queremos responder a las llamadas de Jesús, de la Iglesia y en particular de nuestro Instituto, para encontrarnos con aquellos que son diferentes; sin embargo, su diferencia nos hace dudar. Ir más allá de las fronteras y desarrollar relaciones con los demás son medios para superar nuestras dudas. Supone algo más que satisfacer las necesidades de los pobres y abandonados. Es una oportunidad para conocerse a sí mismo, abrirse a la posibilidad de diálogo y conversión a través del encuentro con el diferente. Ir más allá de una frontera nos beneficia a nosotros mismos, nos ayuda a crecer en Cristo, y nos impulsa a acercar a otros la luz de Cristo, mediante respuestas concretas a las necesidades prácticas de los demás.
Impulsados por el mandato de Jesús, grandes cosas son posibles cuando avanzamos juntos. Cada vez que intentamos volver a la fuente y recuperar la frescura original del Evangelio, brotan nuevos caminos, métodos creativos, otras formas de expresión, signos más elocuentes, palabras cargadas de renovado significado para el mundo actual. Queremos vivir la experiencia de ser una Comunidad Itinerante, en donde vayamos aprendiendo de lo que esta novedad pueda significar para esquemas y maneras tradicionales de lo que ha sido el enfoque de nuestra misión, esto requiere cambios de estructuras, nuevos modelos de concebir la vida comunitaria, cada vez más abierta a la cultura vocacional, en donde también los laicos puedan seguir siendo los protagonistas de una misión compartida, porque los otros también han sido llamados a responder a través de una vocación particular.
La misión lasallista, tanto a nivel nacional como internacional, se desarrolla en contextos secularizados, multirreligiosos y multiculturales. En esos contextos, los Hermanos nos seguimos esforzando por entrar en diálogo respetuoso con las personas a las que somos llamados a servir. Esa actitud presupone una apertura y una voluntad de escuchar, aprender, testimoniar los valores del Evangelio y, en cuanto sea posible, anunciar la Palabra de Dios. A partir de esta búsqueda por responder a nuevos horizontes de sentido, nos hemos dejado impresionar por el contexto multicultural, por lo que estamos invitados todos a la promoción humana de sectores vulnerables, olvidados muchas veces por los gobiernos locales. Y como lo ha manifestado el señor Obispo de Limón, ojalá en el futuro, otras congregaciones respondan a este llamado.
Que esta nueva experiencia junto al Pueblo de Dios en la Diócesis de Limón, nos permita encontrarnos, cara a cara con el Dios de la vida, como discípulos misioneros en salida atreviéndonos a cruzar a la otra orilla y ahora mismo.