La carta pastoral es un escrito abierto que el pastor diocesano dirige a los fieles, al clero y a las personas de buena voluntad. La misma puede contener varios temas o un tema en específico sobre el cual se reflexiona, y pretende iluminar el momento en que se presenta. Es un documento que tiene como fin orientar y animar.
En esta oportunidad, he querido hablar sobre la visión y futuro de la Iglesia Particular en la pandemia y postpandemia, con la certeza, como lo dice el título, de que el Señor Jesús nos acompañará hasta el final de los tiempos.
No trato de hacer una reflexión exhaustiva sobre las condiciones que hemos debido enfrentar, como cuando la práctica cultual cambió en los momentos más difíciles e inciertos que nos mostraba la pandemia, al punto de que no podíamos celebrar los sacramentos con los fieles. Sin embargo, ofrezco algunas anotaciones y orientaciones sobre las cuales reflexionamos hasta este momento de la experiencia de pandemia.
Valoro en la Carta la fe de los fieles, la entrega de los sacerdotes, la adaptación a las nuevas exigencias que íbamos enfrentando, y la providencia de Dios que siempre nos acompaña.
En todo este tiempo de pandemia, hago énfasis en que Jesucristo siempre ha estado presente con nosotros; que la Misa, celebrada sin fieles hacía presente, cada día y en cada momento, al Señor en el santo sacrificio.
Este hecho debe marcarnos como creyentes por la palabra viva y eficaz de Jesús que nos prometió su compañía hasta el final, pues el Señor es fiel.
Como lo señalo en este escrito, la Iglesia debe vivir llevando al mundo la fe y la esperanza; debe seguir proponiendo a Cristo, que es cabeza y centro de nuestra existencia y de nuestra fe. “Sin Cristo no hay Iglesia”, titulo el primer capítulo de la Carta Pastoral.
Aunque el mundo, las modas o las ideologías pretendan negar a Cristo como piedra angular de nuestra fe y la existencia y misión de la Iglesia, es preciso entender, como lo señala el Papa Francisco, que “la Iglesia no es una asociación asistencial, cultural o política, sino que es un cuerpo viviente, que camina y actúa en la historia. Y este cuerpo tiene una cabeza, Jesús, que lo guía, lo nutre y lo sostiene. Este es un punto que desearía subrayar: si se separa la cabeza del resto del cuerpo, la persona entera no puede sobrevivir” (Audiencia General 19 de junio de 2013).
Roguemos al Señor para que, en momentos trascendentales, como el que vive la Iglesia en el proceso sinodal convocado por el Papa Francisco, podamos “propiciar el encuentro personal con Jesucristo encarnado en la realidad del Continente”, tal como se describe en uno de los 12 desafíos pastorales de la recién pasada Asamblea Eclesial de América Latina y del Caribe.
La Carta Pastoral está disponible en la web diocesana www.iglesiaciudadquesada.com y se han impreso algunos ejemplares que se harán llegar a las comunidades parroquiales.
Pidamos al Espíritu Santo que podamos reflexionar en el tiempo que vivimos, sin perder la mirada en la centralidad de nuestra fe, que nos da la certeza de estar llamados a alcanzar la eternidad.
