¿Qué nos dice que el Hijo de Dios, el Mesías, haya querido nacer en un establo y de una familia pobre? Jesús sentía verdadera predilección por los pobres, por los marginados de este mundo.
El Papa Francisco nos dice en Evangelii gaudium, n. 195: “La belleza misma del Evangelio no siempre puede ser adecuadamente manifestada por nosotros, pero hay un signo que no debe faltar jamás: la opción por los últimos, por aquellos que la sociedad descarta y desecha”.
Celebrar la encarnación del Hijo de Dios debe movernos a hacer esa opción preferente, no solo en este tiempo, sino siempre. Encarnar el Evangelio en nuestras vidas debe motivarnos a estar con los que más lo necesitan, para hacer patente la Buena Noticia del Señor. Si nosotros queremos también asemejarnos a Cristo, debemos mostrar sus mismos sentimientos.
La Navidad, como tiempo que vive la Iglesia, conmemora el hecho salvífico del Dios que toma nuestra carne para darnos vida y vida en abundancia. La Navidad no es una moda, un acontecimiento social o un tiempo pasajero que transcurre sin ninguna trascendencia.
Debemos poner el acento de la Navidad en lo que realmente es: Jesús nacido en Belén. Se trata de centrar la mirada de nuestro corazón en su amor, en su gracia y en su luz que llenan toda la tierra.
Por ello, la Navidad ilumina toda nuestra vida e historia, pues lo hace Aquél que es la Luz verdadera que ha venido al mundo (Juan 1, 9). Es preciso que esta luz nazca en la sociedad, para apartar toda cultura del descarte, toda ideología que rechaza la vida y todo aquello que oscurezca la dignidad de la persona humana.
Dejemos que la luz nazca para cambiar todas aquellas situaciones de la sociedad que provocan dolor y sufrimiento; situaciones en la cuales la sociedad olvida o es indiferente con los marginados.
Que Navidad sea un momento para que permitamos que la luz verdadera nazca para ser más solidarios, fraternos y deseosos de promover la justicia social, la paz, el desarrollo integral y el bien común.
Para todos, como Pastor de la Iglesia, les deseo una Santa Navidad, llena de abundantes frutos espirituales y materiales, y que este tiempo nos permita acercarnos más a la voluntad amorosa y salvífica de Dios que ha nacido por nosotros.