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El nacimiento de Jesús

By Mons. José Manuel Garita H. / Obispo de Ciudad Quesada Diciembre 24, 2021

“Jesús nació en la humildad de un establo, de una familia pobre; unos sencillos pastores son los primeros testigos del acontecimiento. En esta pobreza se manifiesta la gloria del cielo”.

De esta manera, el Catecismo de la Iglesia Católica, en su número 525, resume el acontecimiento glorioso de la encarnación y nacimiento del Hijo de Dios, para que la humanidad entera fuera salvada.

Los creyentes sabemos la importancia de este misterio que es base de nuestra fe, que es esperanza para la humanidad y que significó un hecho que marcó la historia para siempre.

El Catecismo nos dice (n. 526) que “el misterio de Navidad se realiza en nosotros cuando Cristo ‘toma forma’ en nosotros (Ga 4, 19)”.

Precisamente, a pocos días de celebrar este acontecimiento, cabe hacer un alto en nuestro camino para ver si realmente estamos viviendo la encarnación del Hijo de Dios en nosotros.

¿Qué nos dice que el Hijo de Dios, el Mesías, haya querido nacer en un establo y de una familia pobre? Jesús sentía verdadera predilección por los pobres, por los marginados de este mundo.

El Papa Francisco nos dice en Evangelii gaudium, n. 195: “La belleza misma del Evangelio no siempre puede ser adecuadamente manifestada por nosotros, pero hay un signo que no debe faltar jamás: la opción por los últimos, por aquellos que la sociedad descarta y desecha”.

Celebrar la encarnación del Hijo de Dios debe movernos a hacer esa opción preferente, no solo en este tiempo, sino siempre. Encarnar el Evangelio en nuestras vidas debe motivarnos a estar con los que más lo necesitan, para hacer patente la Buena Noticia del Señor. Si nosotros queremos también asemejarnos a Cristo, debemos mostrar sus mismos sentimientos.

La Navidad, como tiempo que vive la Iglesia, conmemora el hecho salvífico del Dios que toma nuestra carne para darnos vida y vida en abundancia. La Navidad no es una moda, un acontecimiento social o un tiempo pasajero que transcurre sin ninguna trascendencia.

Debemos poner el acento de la Navidad en lo que realmente es: Jesús nacido en Belén. Se trata de centrar la mirada de nuestro corazón en su amor, en su gracia y en su luz que llenan toda la tierra.

Por ello, la Navidad ilumina toda nuestra vida e historia, pues lo hace Aquél que es la Luz verdadera que ha venido al mundo (Juan 1, 9). Es preciso que esta luz nazca en la sociedad, para apartar toda cultura del descarte, toda ideología que rechaza la vida y todo aquello que oscurezca la dignidad de la persona humana.

Dejemos que la luz nazca para cambiar todas aquellas situaciones de la sociedad que provocan dolor y sufrimiento; situaciones en la cuales la sociedad olvida o es indiferente con los marginados.

Que Navidad sea un momento para que permitamos que la luz verdadera nazca para ser más solidarios, fraternos y deseosos de promover la justicia social, la paz, el desarrollo integral y el bien común.

Para todos, como Pastor de la Iglesia, les deseo una Santa Navidad, llena de abundantes frutos espirituales y materiales, y que este tiempo nos permita acercarnos más a la voluntad amorosa y salvífica de Dios que ha nacido por nosotros.

 

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