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Viernes, 03 Mayo 2024
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En su mensaje para el Tiempo de Cuaresma que los católicos iniciamos hoy con el rito de la imposición de la ceniza, los obispos del país invitan a vivirlo renovando la fe, la esperanza y la caridad. recuerdan que este tiempo de gracia es como una escalada que nos lleva a la cima de nuestra fe, pues, en efecto, "celebraremos, al terminar este recorrido de 40 días, los misterios centrales de la redención como lo son la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesucristo".  Lo podremos hacer, reiteran, de mejor manera, abrazando el ayuno, la oración y la limosna.

A continuación su mensaje:

 

“Miren, estamos subiendo a Jerusalén”

Mensaje para el Tiempo de Cuaresma 2021 de los Obispos de la Conferencia Episcopal de Costa Rica.

 

A las puertas de este tiempo de gracia, penitencia y conversión, tomamos conciencia de que “La Iglesia se une todos los años, durante los cuarenta días de la Gran Cuaresma, al Misterio de Jesús en el desierto” (Catecismo de la Iglesia Católica, n. 540).

Llegamos a este santo tiempo, y lo hacemos con esperanza, para recorrer junto a Jesús su camino hacia la cruz, al subir a Jerusalén. Conmemoramos su paso de entrega a la muerte, tras ser maltratado y azotado, pero después, como lo revela el Evangelio, resucitar al tercer día (cfr. Mateo 20, 18-19), lo que nos hace recordar que el camino cuaresmal es un itinerario o peregrinación espiritual hacia la Pascua.

Este gran momento celebrativo lo vivimos también acogiendo el llamado del Papa Francisco, quien titula su mensaje para este tiempo: “Cuaresma: un tiempo para renovar la fe, la esperanza y la caridad”.

Tras la pandemia que hemos vivido, y de la cual aún no hemos salido, renovamos nuestra esperanza en Aquel que no defrauda (cfr. Rom. 5, 5); lo hacemos con un espíritu llamado al amor fraterno y a la caridad, a sentir con nuestros hermanos que habitamos juntos una misma Casa Común, y que tenemos que cuidarnos mutuamente, mostrando un testimonio efectivo de amor y entrega, especialmente por los más pobres (cfr. Laudato Si’, 232).

La pandemia provocada por el Covid-19 nos ha mostrado, más que nunca, cuán conectados estamos en este mundo, nos ha hecho ver cuán frágiles somos como seres humanos.  Hoy, el tiempo de la Cuaresma nos debe hacer conscientes del espíritu solidario que habita en nosotros para entregarnos a los demás, mediante gestos que son propios de nuestra vida cristiana.

De manera catequética el Santo Padre nos resume la fe activa que debemos convertir en obras: “El ayuno, la oración y la limosna, tal como los presenta Jesús en su predicación (cf. Mt 6,1-18), son las condiciones y la expresión de nuestra conversión. La vía de la pobreza y de la privación (el ayuno), la mirada y los gestos de amor hacia el hombre herido (la limosna) y el diálogo filial con el Padre (la oración) nos permiten encarnar una fe sincera, una esperanza viva y una caridad operante”.

La Cuaresma, que comienza con el Miércoles de Ceniza y culmina en la tarde del Jueves Santo, es como una escalada que nos lleva a la cima de nuestra fe, pues, en efecto, celebraremos, al terminar este recorrido de 40 días, los misterios centrales de la redención como lo son la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesucristo.  Lo podremos hacer, de mejor manera, abrazando el ayuno, la oración y la limosna.

Tras vivir este recorrido de Jesús hacia Jerusalén, podemos también ver su paso en nuestra vida, particularmente en momentos de dolor y de dificultad, pero con la certeza de que su compañía nos fortalece y anima. Jesús acompaña a los enfermos, a los que sufren de agresión, a los desempleados, a los más pobres, a quienes viven sin esperanza, a los que están solos. Jesús se compadece y actúa en la vida de todos, especialmente de los más vulnerables.

Por eso, nuestra vida, que está hecha para trascender más allá de este tiempo y espacio, pensada por Dios para la eternidad, debe también reflejar estas acciones de Jesús, dígase gestos de compasión, de ternura y solidaridad.

Recién, en diciembre, celebramos el misterio de la Encarnación y Nacimiento del Hijo de Dios, y esta continuidad celebrativa nos ayuda a comprender el misterio de la fe para el cual hemos sido creados. Como decía San Atanasio de Alejandría: “Porque el Hijo de Dios se hizo hombre para hacernos Dios”.

El tiempo de la Cuaresma nos recuerda que hemos renacido del agua bautismal, por ello se trata de un camino de renovación de nuestro bautismo.  Vivamos este tiempo litúrgico fuerte con esa conciencia y actitud, pues si no nacemos del agua y del espíritu, no podremos ver el Reino de los cielos (cfr. Juan 3, 5).  Para eso ha venido el Señor a nuestras vidas, para hacernos nacer de lo alto y poner nuestra mirada en los bienes eternos.

Los obispos de la Conferencia Episcopal de Costa Rica han emitido una serie de orientaciones para vivir el Tiempo de Cuaresma, que iniciará el próximo 17 de febrero, Miércoles de Ceniza. Entre sus principales disposiciones, recuerdan que, a causa de la pandemia de Covid-19, siguen suspendidas todas las Procesiones, Vía Crucis y otros ejercicios de piedad en forma pública hasta nuevo aviso. A continuación el texto íntegro de su mensaje:

 

Orientaciones de la Conferencia Episcopal de Costa Rica para las prácticas cuaresmales en el año 2021

La Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos de la Santa Sede comunicó hoy una modificación del rito del Miércoles de Ceniza, con el que da inicio el tiempo de la Cuaresma.

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