Sobre su servicio entre los pueblos indígenas de la diócesis de San Cristóbal de Las Casas, por 17 años, asegura que solo trató de seguir “el ejemplo de nuestro Señor Jesucristo”, y de sus obispos antecesores, sobre todo de Monseñor Samuel Ruíz, “que se desgastaron tanto por los indígenas”.
“Ese es un servicio que el Señor Dios nos pide y yo he tratado siempre de servir, con mis limitaciones. A nivel Latinoamericano, también he coordinado algunos servicios del CELAM con los pueblos originarios. Y precisamente esos pueblos que servimos nos van formando", añade el próximo nuevo cardenal de la Iglesia católica, haciendo hincapié en que "somos deudores de Dios, de la Iglesia y de nuestros pueblos”.
En declaraciones a medios locales, Monseñor Arizmendi pidió a la grey de Chiapas que se considere como parte del reconocimiento, ya que sacerdotes, diáconos, catequistas o comunidad “no trabajan solos, trabajamos juntos. Este reconocimiento para un servidor es también para ellos”, les dijo.
El cardenalato, a su edad, ya no representa un servicio activo, sino más bien un reconocimiento por su trayectoria de servicio y fidelidad a la Iglesia.
“Soy lo que soy por Dios y por la comunidad. No quiero atribuir esto a méritos personales, sino como reconocimiento a la labor que como Iglesia juntos hemos estado haciendo, que lo gocen, lo sufran y lo sigamos apreciando y valorando de esta manera”.
Recordó que antes de él fueron cardenales eméritos en México Mons. Alberto Suárez Inda, que fue arzobispo de Morelia, Michoacán, y Mons. Sergio Obeso, Arzobispo emérito de Xalapa, Veracruz.
El nuevo cardenal nació el 1 de mayo de 1940 en el Estado de México. En el período de 1991 a 2000 fue obispo de Tapachula, en sustitución de Luis Miguel Cantón Marín, fallecido en un accidente aéreo en Tuxtla Gutiérrez, adonde viajó para recibir a Juan Pablo II.
Luego, de 2000 a 2017 estuvo en el obispado de San Cristóbal de las Casas, al relevar al extinto Samuel Ruíz García.
Reivindicada pastoral indígena
Durante su servicio en San Cristóbal de las Casas, Monseñor Arizmendi siguió los pasos de su predecesor Monseñor Samuel Ruiz García, impulsor de la teología indígena y defensor histórico de los pueblos originarios.
Una de sus luchas se verificó en el campo de la liturgia, pues impulsó la creación de libros para los sacramentos en lenguas originarias. El proceso no fue sencillo y hasta tuvo que acudir al Papa Francisco para finalmente conseguirlo.
En el 2016, con la visita del Papa a México, su oración postrado sobre la tumba de Monseñor Samuel Ruiz fue una señal de reconocimiento a toda la pastoral indígena desarrollada por la Iglesia particular de Chiapas a lo largo de décadas de no poco sufrimiento e incomprensión.
En la misa en el deportivo municipal de San Cristóbal en 2016, el pontífice subrayó, de hecho, la incomprensión que la cultura del descarte ha hecho de los pueblos indígenas además de la destrucción del entorno y del medio ambiente. A su lado, Monseñor Arizmendi, ya jubilado, escuchaba y, como la Madre del Señor, guardaba todo en su corazón.
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