Antes, Andrey Desanti no profesaba ninguna religión, ni siquiera había sido bautizado. No obstante, quedó fascinado por la riqueza y la belleza del Sacramento del Matrimonio, esto lo llevó a un camino de encuentro con el Señor y a convertirse en un católico deseoso de compartir lo mismo que él recibió.

Su recorrido hacia la fe ha sido algo particular. En su hogar no profesaban un determinado credo religioso, pero sí le transmitieron valores que hicieron de él un buen ciudadano, respetuoso y trabajador.

Recuerda que cuando era pequeño su abuelita lo llevaba a reuniones de los Testigos de Jehová, pero cuando ella falleció él dejó de asistir. Durante su adolescencia y parte de su vida adulta tenía una cierta espiritualidad, que se limitaba a una oración personal de vez en cuando, pero no tenía un encuentro con Cristo.

Tras una difícil experiencia de pareja, que él describe como traumatizante, conoció tiempo después a quien sería su esposa, Grettel Ruiz, ella lo invitaba a ir a Misa, él aceptaba ir, no solo para acompañarla, sino porque también le gustaba.

Esta apertura de Andrey a lo espiritual lo llevaría a enamorarse más del Señor y la Iglesia. Este anhelo de vivir el amor en el matrimonio, de un proyecto conjunto de amor mutua en medio de cualquier circunstancia, sirvió para ese encuentro.

Andrey aclara que Grettel nunca lo obligó a asistir a Misa y que nunca puso ningún tipo de condición, él siempre tuvo libertad para decidir. “A mí me gustaba la iglesia, yo quería que ella pudiera vivir su fe, sin ninguna carga”.

Así las cosas, tras años de acompañar a su entonces novia a la celebración de la Santa Eucaristía, ambos tomaron la decisión de tomar el curso de preparación para el Sacramento del Matrimonio. Cuando Andrey escuchó el testimonio de otras parejas casadas sintió que algo así era lo que él deseaba.

“Cuando empecé el curso prematrimonial conocí dos matrimonios, me enamoré de las mieles de la Iglesia, de lo importante que es este sacramento del servicio, un servicio que uno puede dar a la comunidad, en la familia…”, comentó.

Precisamente, el que también fuera un servicio era algo que le atraía pues, aunque su mamá no practicara la fe católica, le enseñó la solidaridad, algo que él tenía muy presente.

A sus 30 años, Andrey pidió ser bautizado. El sacerdote que había servido de guía en el proceso para el matrimonio celebró los Sacramentos de Iniciación Cristiana y finalmente su Matrimonio con Grettel el 12 de marzo de 2012.

Compromiso

El cambio en su vida lo notan sus amigos y familiares. Él mismo se considera una persona más equilibrada, aunque también es consciente que puede haber momentos difíciles, los cuales tendrá que enfrentar con la ayuda del Señor.

Andrey reflexiona y dice que rompió con una cadena, pues ni sus bisabuelos, ni sus abuelos, ni sus padres se casaron, algo que respeta y entiende, pero él quería algo diferente, quería precisamente la experiencia de recibir el Sacramento Matrimonial.

Mencionó que aquella mala experiencia previa que tuvo a nivel de pareja, le sirvió para comprender que la vida conyugal requiere por sobre todo compromiso.

“Cuando ingresé a los cursos, eso te abre las puertas para ver cómo es la vida de familia y de pareja. Uno piensa que las personas seres individuales, pero cuando uno vive el matrimonio de manera correcta uno sabe que lo que hace una es para hacer feliz a la otra”, expresó.

Y agregó: “Uno no se casa con otra persona porque sea bonita, tenga dinero o me dé comodidad, sino porque uno quiere hacer a la otra persona feliz”.