“Los médicos nos indican que su situación es crítica, ante ellos tienen a otra adulta mayor con Covid, (una persona con muchos factores de riesgo en su contra lo que la hacía más vulnerable al virus) la cual posiblemente no saldría con vida del hospital”, explica Nazrha.
“En ese momento el dolor nos tiró al suelo, los nietos virtualmente comenzamos a unirnos en oración como nunca antes, la enfermedad había tocado a nuestro más preciado tesoro, entonces doblamos rodillas, pasamos en vela orando y suplicándole a Dios un milagro, pero al mismo tiempo le dijimos que nos sometíamos a Su voluntad, pero que nos diera entonces la fuerza necesaria para afrontar la situación que se venía”, declaró.
Poco a poco, al día siguiente y ante los ojos asombrados del personal de La Anexión, la abuela comenzaba a avanzar lenta y sorprendentemente, se le desconectó el abanico mecánico quedando con una nasocánula. “Acá seguíamos rezando y levantando al que caía, unos a otros comenzábamos a levantar al que lloraba y le inyectábamos fe”, relata la familiar.
“Todos de rodillas nos humillamos ante el Señor y le entregamos nuestro corazón. Nuestra fe había llamado la atención de Dios y el milagro de sanación de la abuela avanzaba cada día más, lo que nosotros desconocíamos, era que Dios se estaba valiendo de esa situación para salvar y cambiar nuestras vidas también. Él es inmenso en misericordia y sabe cómo y cuándo actuar”, afirmó Nazrha.
“Sé que la Virgen tomó nuestras oraciones y las presentó a los pies de su Hijo como perfumes y flores, ella nunca nos dejó solos por el desierto que cruzamos, nuestras oraciones seguían, pero ahora eran oraciones de agradecimiento y prometimos a Dios dar testimonio de Su amor y misericordia y llevar al necesitado ese mensaje de perseverancia y gritarle a todos que tenemos un Dios vivo que se goza en la conversión de sus hijos”, agregó la nieta.
El 6 de octubre, para la honra y gloria de Dios, doña Abdulia volvió a su casa. Ahora, ella cuenta que lloraba pero que nunca, a pesar del miedo a lo desconocido, dejó de rezar.
Con lágrimas en sus ojos ella confiesa sentirse agradecida con Dios porque volvió a nacer y junto con ella su familia también.
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