La religiosa asesinada había servido en varias misiones en la provincia de Nampula. “Los dos últimos años fueron muy duros. En el norte del país hay una guerra por los campos de gas y la gente sufre y huye: en mi parroquia hay 400 familias que vienen de la zona de guerra. Luego vino el ciclón. Finalmente, el año pasado la sequía duró mucho tiempo. Hoy en Nampula hay pobreza extrema”, contaba la religiosa.
Pese a las dificultades, De Coppi expresaba la capacidad de la población para sobreponerse y no perder la esperanza: “A pesar de la pobreza material, escuchar a los demás sigue siendo un gran don, es reconocer su dignidad”.
De sus casi seis décadas en Mozambique, la religiosa nunca olvidó una fecha: el 4 de octubre de 1992, cuando el día de la fiesta de San Francisco se firmó el acuerdo de paz que puso fin a 17 años de guerra civil con cientos de miles de muertes y millones de desplazados a los países vecinos.
“Estaba en una misión y vino un catequista y nos avisó que venía un grupo de guerrilleros ReNaMo, pero nos dijo que no nos fuéramos porque se había firmado el acuerdo de paz. Con nosotros también habían soldados. Nos asustamos porque temíamos la violencia habitual. En cambio, los guerrilleros vinieron a nosotros y a los militares y repitieron 'Paz, paz'. Un militar compró productos típicos y se los ofreció a los guerrilleros. Todos bailaban y yo me preguntaba si era realidad o un sueño, porque hasta el día anterior los guerrilleros secuestraban y mataban. Fue un momento que me conmovió profundamente. Sentí la presencia de Dios, como la siento en las fiestas, en los bailes, en las bodas, en fin, cuando hay una gran alegría”, manifestó.
Los funerales de la misionera tuvieron lugar en Mozambique el pasado día 9. El Arzobispo de Nápula, Monseñor Inácio Saure, recordó las palabras del profeta Ezequiel ante el féretro: “Que el pecador se convierta y viva”.