

Tenía tan solo cuatro años de edad cuando ocurrió un hecho que lo marcaría por el resto de su vida. Ingirió aguarrás por accidente y estuvo a punto de morir. “Fui testigo de la misericordia de Dios en mi vida. Desde aquel momento sentí que mi vida me había sido dada para servir a los demás, sentí que ese era mi propósito, mi misión”, dice.
Escucharon el llamado de Dios en el colegio en clases de Educación Religiosa, en la sencillez de la comunidad eclesial, en el testimonio ejemplar de sacerdotes o en el trabajo como sacristán… Así, cinco jóvenes de San José y Heredia respondieron al llamado del Señor y fueron ordenados diáconos esta mañana.