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Jueves, 25 Abril 2024
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Luego de que se materializara el llamado del Sindicato de Médicos Especialistas (SINAME) de no realizar tiempo extraordinario (4 p.m. a 7 a.m.) a partir del pasado lunes 1 de abril en los hospitales y centros de salud de la Caja del Seguro Social, la Presidenta Ejecutiva de dicha institución, Marta Eugenia Esquivel, solicitó, a través de una carta, la mediación de la Iglesia Católica, en la persona del Arzobispo Monseñor José Rafael Quirós.

En dicha misiva, la funcionaria reconoce “la posición neutral y objetiva en pro y la defensa de la salud del enfermo, el desvalido y los necesitados” por parte de la Conferencia Episcopal.

Sin embargo, tras analizar las características del conflicto, la Iglesia comunicó que, a pesar de que se comprende y comparte plenamente la preocupación por la grave situación manifiesta en el estado de emergencia institucional, en esta ocasión no será posible dicha mediación, dada “la complejidad de la negociación”, que involucra, “demandas relacionadas con salarios, horarios, jornadas, vacaciones, riesgos del trabajo, responsabilidades, deficiencias en infraestructura y equipamiento”.

Todo ello, prosigue la respuesta ofrecida por el Padre Edwin Aguiluz, director de la Pastoral Social-Caritas, siguiendo instrucciones de Monseñor Javier Román, presidente de la Conferencia Episcopal de Costa Rica, CECOR, supondría “conformar en poco tiempo un equipo humano competente en los temas sanitarios, financieros, infraestructurales, laborales y jurídicos de la CCSS, lo cual no está a nuestro alcance”.

Se explica además que la dimensión jurídica laboral es especialmente compleja en este caso, por lo mencionado en la carta de la misma Presidenta Ejecutiva de la institución, acerca de que los temas relacionados con la remuneración salarial no serán de discusión en los espacios que abriría la Iglesia.

Mensaje de los Obispos de la Conferencia Episcopal a la Iglesia y al pueblo de Costa Rica al finalizar la CXXVII Asamblea Ordinaria 

“El amor a Dios y al prójimo es un único amor”

Cuaresma: tiempo de actuar y de detenerse ante el hermano herido

 

Los obispos de la Conferencia Episcopal de Costa Rica, reunidos los días 26 al 29 de febrero de 2024, en el Seminario Nacional Nuestra Señora de los Ángeles, compartimos nuestro sentir.

En su mensaje para la Cuaresma del presente año, el Papa Francisco nos ha recordado que “es tiempo de actuar… de detenerse en oración, para acoger la Palabra de Dios, y detenerse como el samaritano, ante el hermano herido. El amor a Dios y al prójimo es un único amor. No tener otros dioses es detenerse ante la presencia de Dios, en la carne del prójimo”.

La Iglesia, desde su origen en nuestro Señor Jesucristo, es portadora de una buena noticia: “el Espíritu del Señor está sobre mí, por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres” (Lucas 4,18). Los discípulos del Señor se dispersaron “anunciando el evangelio del reino de Dios y el nombre de Jesucristo” (Hechos de los Apóstoles 8,12), mensaje que entraña la posibilidad de vivir según el proyecto de Dios, desde las actitudes de amor, justicia y solidaridad, tanto en el ámbito interpersonal como en el social.

Hemos querido en esta Cuaresma, en consonancia con la invitación del Papa Francisco, reflexionar sobre nuestra realidad desde la visión del desarrollo humano integral al que nos invitó san Pablo VI, en su encíclica Populorum progressio. Dicho desarrollo se concibe como el resultado de una dinámica social que permita que el ser humano vaya alcanzando cada vez más plenitud de vida, conforme con su elevada dignidad. Nos referimos a este tema fundamentados en que “la Iglesia está llamada a promover el desarrollo integral del hombre a la luz del Evangelio. Este desarrollo se lleva a cabo mediante el cuidado de los inconmensurables bienes de la justicia, la paz y la protección de la creación”. (Papa Francisco, Carta al Dicasterio Desarrollo Humano)

Como pastores, sentimos el deber de reflexionar sobre el desarrollo humano de Costa Rica y de la población de cada una de nuestras diócesis, atendiendo a sus desafíos, tanto en lo que debemos superar como en lo que debemos potenciar. Destacamos algunos aspectos de nuestra evaluación del actual modelo de desarrollo del país.

 

Aspectos que limitan el desarrollo humano integral

Mirar el desarrollo costarricense solamente desde indicadores económicos sería un error. Ya el Papa san Juan XXIII afirmó que “el desarrollo económico y el progreso social deben ir juntos y acomodarse mutuamente, de forma que todas las categorías sociales tengan participación adecuada en el aumento de la riqueza de la nación" (Mater et magistra, 73).

El país cerró el año pasado con una de las mejores tasas de crecimiento económico de la región latinoamericana: primer lugar mundial de atracción de inversión extranjera directa en proporción al tamaño de nuestra economía; reducción de la deuda pública respecto del producto interno bruto; reducción de la tasa de desempleo; país con la menor tasa de inflación de la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico OCDE; crecimiento sobresaliente en sus exportaciones, incluidas las exportaciones agrícolas; con un gran prestigio, al punto de haber sido declarados como el “destino turístico del 2024”[1].

Pero, lamentablemente, hay evidencias de que no marchamos decididamente hacia un mayor desarrollo humano integral:

Los obispos de la Conferencia Episcopal de Costa Rica

ante el aumento de la violencia homicida en nuestro país

“¿Qué has hecho? ¡Escucha! La sangre de tu hermano grita hacia mi”

Gén 4,10

 

Hermanos y hermanas en Cristo Jesús

Hoy nuestra palabra brota entristecida por la gravísima situación que atraviesa nuestro país. Cerramos el 2023 con un aumento histórico de homicidios, llegando a contabilizar 907 asesinatos y, apenas en estos primeros días del 2024, somos testigos de horrendos nuevos crímenes que nos estremecen el corazón y nos motivan a asumir una posición firme y clara.

En particular, manifestamos nuestra cercanía con las comunidades que más sufren este flagelo, a saber, nuestras costas, tanto del Pacífico como del Caribe, así como de San José, nuestra ciudad capital, convertidas en escenarios casi cotidianos de balaceras y “ajustes de cuentas”.

La paz y la justicia se abrazan

Mensaje para el tiempo de Navidad de los obispos de la Conferencia Episcopal de Costa Rica

  Porque un niño nos ha nacido, un hijo nos ha sido dado (…) y se le da por nombre: “Príncipe de la paz”. (Cfr. Is 9,5)

Que la paz de nuestro Señor Jesucristo esté con cada uno de ustedes y sus hogares en estos días de Navidad.

Navidad es un tiempo que conmemora el acontecimiento glorioso del nacimiento de Nuestro Señor Jesucristo en la carne y sus primeros pasos en la historia. En esa noche es cuando, con gran esperanza, resuena el canto angélico: “¡Gloria a Dios en las alturas y en la tierra paz, a los hombres amados por él”! (Lc 2, 14). 

Deseamos que también hoy, en nuestros días, resuene este canto con mayor fuerza y fervor en nuestro país y en el mundo entero. Sin embargo, contrasta con una realidad marcada por el incremento de muchas formas de violencia, la cual toma su rostro más nefasto en los conflictos armados y guerras, que como varias veces ha dicho el Papa Francisco, constituyen una verdadera “tercera guerra mundial en pedazos”. Y también que “no existe sólo la violencia de las armas, existe la violencia verbal, la violencia psicológica, la violencia del abuso de poder, la violencia escondida de las habladurías” (Francisco, Discurso a la Curia Romana con ocasión de las felicitaciones navideñas, 22 de diciembre de 2022).

No podemos olvidar, en la búsqueda de la paz, que “no hay paz sin justicia”, pues, “la justicia y la paz se besan” (Sal 85). La paz, por tanto, solo puede conseguirse con la instauración de un orden querido por Dios, el cual comporta una justicia más perfecta entre los seres humanos (Cfr. GS 78). “La verdadera paz, pues, es fruto de la justicia, virtud moral y garantía legal que vela sobre el pleno respeto de derechos y deberes”. (San Juan Pablo II, 1 enero 2002).

La justicia no es una simple convención humana, porque lo que es «justo», no está determinado originariamente por la ley, sino por la identidad profunda del ser humano. (Cfr. Compendio de Doctrina Social de la Iglesia, 202). Exige, por tanto y, en primer lugar, reconocer al otro como persona, desde su concepción, hasta el desenlace natural de su vida terrena. Esto es particularmente importante hoy cuando se anteponen, al valor de la persona, de su dignidad y de sus derechos, los criterios de utilidad, de tener, o de ideologías deshumanizadoras. En este sentido es importante sensibilizar en la generosidad a las familias para recibir a los hijos y revertir así el “invierno demográfico” en que nos encontramos, garantizando, con ello, una proyección a futuro para las nuevas generaciones (Cfr. Sal 37,11.37).

El origen de muchas formas de violencia está ligado, la mayor parte de las veces, a la ausencia de justicia, en donde “las poblaciones excluidas de la distribución equitativa de los bienes, destinados en origen a todos, podrían preguntarse: ¿por qué no responder con la violencia a los que, en primer lugar, nos tratan con violencia?” (SRS 10). El debilitamiento que vive nuestro país con respecto al contrato social, y que se evidencia en la terrible desigualdad social en todas sus expresiones, el empobrecimiento, la brecha educativa, las redes de narcotráfico, la falta de atención integral a la crisis migratoria y a poblaciones vulnerables (pueblos originarios, “gente del mar”, agricultores) y otras formas propias de la “cultura del descarte”, puede considerarse como una de las principales causas del aumento de violencia.

Al término de su última Asamblea Ordinaria a comienzos de este mes de setiembre, los obispos del país renovaron la Junta Directiva de la Conferencia Episcopal. Como nuevo presidente resultó electo Monseñor Javier Román, obispo de Limón.

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