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Viernes, 03 Mayo 2024
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El Tiempo de Cuaresma inicia con el Miércoles de Ceniza, que es hoy 22 de febrero. Este itinerario de 40 días nos llevará a la Semana Santa y a la Pascua, centro de nuestra fe.

El Miércoles de Ceniza para los católicos es un día de ayuno, abstinencia, oración y confesión. En las iglesias durante este día, en Eucaristías generalmente abarrotadas, se realiza la tradicional imposición de ceniza sobre la cabeza de los fieles.

Esta tradición perdura desde el siglo IX y existe para recordarnos que, al final de nuestra vida, sólo nos llevaremos aquello que hayamos hecho por Dios y por los demás.

El término “ceniza viene del latín cinis” siendo el producto resultante de la combustión del fuego. Este residuo frío y polvoriento pronto adquirió un sentido simbólico de  muerte y caducidad, así como de humildad y penitencia.

Mensaje de los obispos de la Conferencia Episcopal de Costa Rica

“Servir a Dios, liberados del pecado, hace madurar frutos de santificación para la salvación de todos”.

Cf. Romanos 6, 22.

 

«Que el Señor los haga crecer cada vez más en el amor mutuo y hacia todos los demás, semejante al que nosotros tenemos por ustedes» (I Tesalonicenses 3, 12).

Al iniciar el Tiempo de Cuaresma, se nos presenta la oportunidad de mostrar nuestro amor cristiano, para pasar de las palabras a los hechos y de encarnar lo que el Evangelio nos manda a hacer con el hermano que está en necesidad.

Precisamente, ese es el llamado que este año nos hace el Papa Francisco en su mensaje para este tiempo de gracia que vive la Iglesia, en el número 1:  «Si es verdad que toda nuestra vida es un tiempo para sembrar el bien, aprovechemos especialmente esta Cuaresma para cuidar a quienes tenemos cerca, para hacernos prójimos de aquellos hermanos y hermanas que están heridos en el camino de la vida (cf. Lc. 10,25-37)».

Muchos son nuestros hermanos sumidos en el drama de la pobreza y la pobreza extrema; otros son abandonados por razones de su edad o por enfermedad; hay hermanos que dejan sus tierras para buscar un mejor horizonte sin poder encontrarlo; también hay hermanos a los que no se les permite nacer...  Todos ellos claman la ayuda de alguien que les consuele o que simplemente los acompañe.

El mundo todavía arrastra graves consecuencias generadas por la pandemia provocada por el COVID-19; esto también ha dejado en estado de vulnerabilidad a personas que han perdido familiares y seres queridos en general.  Muchas personas están en situación de desempleo y también han sufrido el drama por no poder suplir todas sus necesidades para tener una vida digna.  Nuestro país debe unirse para superar y resolver una serie de problemáticas, si queremos vivir en paz y en procura de un desarrollo integral para todos.

Cuaresma es un llamado a que renovemos nuestro corazón y podamos construir caminos de solidaridad.  En todo tiempo, pero más ahora, estamos llamados a hacer el bien, y esta exhortación la dirigimos a todas las personas, católicos y creyentes, especialmente; pero a todos debe llegar este clamor, pues somos parte de una sociedad en la que ahora más que nunca necesitamos unos de otros.

«La Cuaresma es un tiempo propicio para buscar –y no evitar– a quien está necesitado; para llamar –y no ignorar– a quien desea ser escuchado y recibir una buena palabra; para visitar –y no abandonar– a quien sufre la soledad.  Pongamos en práctica el llamado a hacer el bien a todos, tomándonos tiempo para amar a los más pequeños e indefensos, a los abandonados y despreciados, a quienes son discriminados y marginados», nos dice el Santo Padre en su mensaje cuaresmal, número 2.

Para los creyentes, este llamado a hacer el bien surge del encuentro con una persona, Jesucristo, quien nos marca el camino; imitando sus sentimientos se nos llama a la unidad, a tener un mismo corazón y a buscar el bien de los demás (cfr. Flp. 2, 1-11).

La Cuaresma también está marcada por el itinerario que nos lleva a vivir el centro de nuestra fe: la Pasión, Muerte y Resurrección de Cristo.  Nos preparamos, por tanto, durante cuarenta días con una serie de prácticas que nos permiten despojarnos del hombre viejo, para renovarnos en el espíritu y revestirnos de un hombre nuevo creados a imagen de Dios en la justicia y santidad (cfr. Ef. 4, 22-24).

Invitados a la oración, al ayuno y al desprendimiento generoso, se crea el ambiente ideal para hacer el bien. Dios que ve en lo escondido sabrá recompensar nuestras buenas acciones (cfr. Mt. 6, 16-18).

Lejos del bullicio, que muchas veces tenemos en la sociedad, dedicar un momento a la oración nos permite escuchar la voz de Dios; los creyentes no podemos hacer oídos sordos al Señor que nos llama a practicar obras de misericordia, ni podemos poner oídos sordos a muchos de nuestros hermanos que claman por apoyo.

Al practicar el ayuno nos daremos cuenta que podemos fortalecer nuestro espíritu, que no dependemos sólo de lo material, sino que somos personas que estamos llamadas a la vida eterna.

«Servir a Dios, liberados del pecado, hace madurar frutos de santificación para la salvación de todos (Cf. Romanos 6, 22)», reafirma el Papa Francisco en su mensaje para la Cuaresma, número 1.

Finalmente, al desprendernos de algo que poseemos para darlo a los demás, sabremos que la verdadera felicidad está en entregarnos por completo, nos pondremos en el camino de la solidaridad que nos ayudará a construir una sociedad mejor, más fraterna y más justa.

Con disposición de corazón preparemos este tiempo para vivirlo con la confianza puesta en aquél que en su misterio pascual se entrega a la muerte y muerte de cruz para darnos la salvación.  Sólo en Jesús nuestra humanidad tiene esperanza.

«Porque si nos hemos identificado con Cristo por una muerte semejante a la suya, también nos identificaremos con él en la resurrección.  Comprendámoslo:  nuestro hombre viejo ha sido crucificado con él, para que fuera destruido este cuerpo de pecado, y así dejáramos de ser esclavos del pecado» (Rm. 6, 5-6).

La Cuaresma comienza hoy con el signo característico de la ceniza, con cuya imposición se inicia una estación espiritual particularmente relevante para todo cristiano que quiera prepararse dignamente para la vivir el Misterio Pascual, es decir, la Pasión, Muerte y Resurrección del Señor Jesús.

Este tiempo vigoroso del Año Litúrgico se caracteriza por el mensaje bíblico que puede ser resumido en una sola palabra: “Conviértanse”. Este imperativo es propuesto a la mente de los fieles mediante el rito austero de la imposición de ceniza, el cual, con las palabras “Convertíos y creed en el Evangelio” y con la expresión “Acuérdate que eres polvo y al polvo volverás”, nos invita a todos a reflexionar acerca del deber de la conversión, recordando la inexorable caducidad y efímera fragilidad de la vida humana, sujeta a la muerte.

Cuaresma es un Tiempo propicio para reconocer que los grandes problemas sociales, que perjudican a tantos hermanos, tienen su origen en el pecado. Por ejemplo, en un mundo donde Dios destinó los bienes para todos no tendría por qué haber tanta desigualdad entre quienes tienes muchísimo y los que no tienen ni para comer.

Así reflexiona el Padre Edwin Aguiluz, secretario nacional de Pastoral Social Cáritas, quien motiva a participar de la Campaña Cuaresmal de la Solidaridad y de la Colecta de la Solidaridad, la cual se llevará a cabo con el propósito de apoyar económicamente a las diferentes obras sociales que lleva a cabo la iglesia en todo el país.

El sacerdote hace esta invitación en una época en la cual hay un llamado particular a la conversión a nivel individual, comunitaria, eclesial y social. “Para poder tener consciencia de la necesidad de la salvación en Cristo, a través del Misterio Pascual, debemos tener consciencia de nuestra condición de pecadores, por lo tanto, la necesidad de conversión, asimismo, la conversión permanente es una enseñanza de la Iglesia, pues constantemente debemos evaluarnos, corregirnos y acercarnos al Señor”, expresó.

El Padre Aguiluz explica que los problemas sociales y las injusticias son producto del pecado, “en el que todos participamos por acción u omisión”, si existen es porque hay algo que cambiar a nivel personal, comunitario, eclesial y social.

El representante de Cáritas expuso que este es un Tiempo Litúrgico propicio para reflexionar acerca de la labor social que se desarrolla en las Parroquias, a través de las Pastorales Sociales, relacionada con la promoción humana, el apoyo a sectores como agricultores y pescadores o la atención a poblaciones vulnerables (migrantes, personas en condición de pobreza, discapacitados…).

Asimismo, cabe mencionar el trabajo en la incidencia de políticas sociales en orden al Bien Común, como, por ejemplo, el impulso desde la Iglesia para que se favorezca la Economía Social Solidaria.

La Colecta de la Solidaridad                                                                         

Los obispos de la Conferencia Episcopal costarricense manifestaron su agrado ante el anuncio realizado por las autoridades del Gobierno de la República de quitar las restricciones de aforo en actividades, lo cual permitirá celebrar la Santa Eucaristía en los templos al 100% del espacio disponible. Asimismo, el episcopado hizo un llamado a la responsabilidad en medio aun de la situación de Pandemia.

Los prelados culminaron la Asamblea Ordinaria 123 y anunciaron las disposiciones para la celebración de la Cuaresma y la Semana Santa. Respecto a las procesiones en vía pública, el gobierno mantiene las restricciones y no ha respondido a la petición hecha por los obispos para que estas sean levantadas. 

 

A casi dos años de que se diera el primer caso positivo de COVID-19, los pastores diocesanos elevan una plegaria por las personas fallecidas, por quienes han sufrido a causa de esta enfermedad y por aquellos familiares o amigos que sufren por todas estas consecuencias por la pandemia.

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