Hoy 29 de setiembre la Iglesia celebra la fiesta de los santos arcángeles Miguel, Gabriel y Rafael, pero, ¿quiénes son estos servidores del Altísimo?
Según el Catecismo de la Iglesia Católica (N. 328), los ángeles son servidores y mensajeros de Dios, se trata de seres espirituales, no corporales que contemplan “constantemente el rostro de mi Padre que está en los cielos” (Mt 18,10).
La etimología de la palabra “ángel” procede del latín angelus, y este a su vez del griego ágguelos o mal'akj en hebreo, que quiere decir “mensajero” o “servidor” de Dios.
Al respecto, señala San Gregorio Magno: “Hay que saber que el nombre de ‘ángel’ designa la función, no el ser del que lo lleva. En efecto, aquellos santos espíritus de la patria celestial son siempre espíritus, pero no siempre pueden ser llamados ángeles, ya que solamente lo son cuando ejercen su oficio de mensajeros. Los que transmiten mensajes de menor importancia se llaman ángeles, los que anuncian cosas de gran trascendencia se llaman arcángeles”.
San Miguel Arcángel
El nombre del Arcángel Miguel viene del hebreo “Mija-El” que significa “¿Quién como Dios?” y que, según la tradición, fue el grito de guerra en defensa de los derechos de Dios cuando Lucifer se opuso a los planes salvíficos y de amor del Creador. La Iglesia ha tenido siempre una gran devoción al Arcángel San Miguel, especialmente para pedirle que nos libre de los ataques del demonio y de los espíritus infernales. Se le suele representar con el traje de guerrero o soldado centurión poniendo su talón sobre la cabeza del enemigo.
San Gabriel Arcángel
Según el profeta Daniel fue Gabriel el que anunció el tiempo de la venida del Mesías y quien se apareció a Zacarías “estando de pie a la derecha del altar del incienso” (Lucas 1, 10-19), para darle a conocer el futuro nacimiento del Precursor. Finalmente el arcángel, como embajador de Dios, fue enviado a María en Nazaret para proclamar el misterio de la Encarnación.
San Rafael Arcángel
En el Libro de Tobías se cuenta que Dios envió a San Rafael a ayudar al anciano Tobías, quien estaba ciego y se hallaba en una gran aflicción, y a Sara, la hija de Raquel, cuyos siete maridos habían muerto la noche del día bodas. San Rafael tomó la forma humana y se hizo llamar Azarías. Acompañó a Tobías en su viaje, le ayudó en sus dificultades y le explicó cómo podía casarse con Sara sin peligro alguno. En el libro de Tobías el mismo Arcángel, se describe como “uno de los siete que están en la presencia del Señor”.