En su predicación, el Nuncio Apostólico apeló a la comunión y a la unidad, no solo de los obispos con el Papa, sino de todos los fieles, sea cual sea la vocación y la situación. “Lo que nos toca, queridos hermanos y hermanas, en la Iglesia, es luchar para permanecer en la gracia y el amor de Dios para poder transmitir ese amor al mundo que nos circunda”, expresó.
Manifestó además que “por los errores de algunos miembros de la Iglesia, los cuales han causado inmenso dolor y escándalo, no podemos dejar de proponer el camino de vivir los mandamientos de Dios”. Y agregó que, en menos de un año de servir en Costa Rica, puede decir, sin ninguna duda, que ha visto ejemplos de santidad en muchos sacerdotes, personas consagradas y fieles comprometidos.
“La Iglesia ofrece una contribución contundente a la sociedad en todos sus varios ámbitos: educación, cultura, economía, política, justicia; una contribución que nos ayuda permanecer más unidos, más fraternos”, dijo.
Mons. Mark también recordó que hace tan solo unas semanas se reunieron para celebrar la Santa Misa en sufragio por el alma del Papa Francisco, y hoy, en cambio, gracias a la Divina Providencia, se reúnen ahora, después de la elección de León XIV para celebrar esta simbólica solemnidad, llamada con razón el “Día del Papa”.
Hora del amor
Por su parte, Mons. Javier Román, presidente de la Conferencia Episcopal de Costa Rica y obispo de Limón, aprovechó para referirse al ejemplo de San Pedro y San Pablo, “dos príncipes de los apóstoles”, cuyo valor “remite directamente al corazón de la Iglesia naciente”.
“Ambos fueron valientes proclamadores de la Buena Noticia de Jesucristo. Superaron sus debilidades, recorrieron un largo y difícil camino de entrega al Señor que los llevó a ofrendar su vida por Él”, aseveró.
Mons. Javier reflexionó sobre la situación actual del mundo y los conflictos armados. Recordó aquella frase del Papa Francisco: Vivimos una Tercera Guerra Mundial a pedazos.
“Como cristianos no podemos permanecer indiferentes ante tanto sufrimiento y dolor. Hoy levantamos nuestra voz, no para juzgar ni condenar, sino para pedir paz. Basta de odio, basta de muerte, basta de tanto sufrimiento y dolor”, exclamó.
“Una nueva humanidad debe surgir de los escombros en que estamos convirtiendo el mundo, una donde la fraternidad, el respeto a la dignidad humana y el amor sean los principios sobre los que se asienten nuevas relaciones y nuevas formas de convivencia”, anotó.
Por último, el obispo limonense lanzó un mensaje de esperanza y mencionó el llamado que hizo el Papa León XIV al inicio de su pontificado: “Hermanos, ¡Es la hora del amor!”, -y reafirmó- es la hora de la fraternidad, de la concordia y del encuentro.