Cuando Mons. Sanabria regresa a Costa Rica, existía un ambiente adecuado para impulsar ideas a favor de la justicia social. Una vez que asume como arzobispo de San José en 1940 su mensaje es más fuerte y claro que nunca.
Por su parte, Calderón asume la presidencia ese mismo año y en su discurso inaugural manifiesta explícitamente que aplicará las enseñanzas de la Iglesia en materia social.
En su Carta Pastoral sobre cuestiones sociales en 1941, con motivo del Jubileo de Oro de la Rerum Novarum, Mons. Sanabria expone: “León XIII no inventó ni introdujo doctrinas nuevas; simplemente aplicó, en uso de su autoridad suprema, en forma lógica y apropiada a las urgencias de los tiempos y a las nuevas necesidades económicas, la doctrina tradicional de la Iglesia en materias sociales, que no es otra, al fin y al cabo, que la que se halla fundamentalmente contenida en el Santo Evangelio”.
Por iniciativa del gobierno de Calderón y con el apoyo de Mons. Sanabria, se da la abolición de las leyes anticlericales de 1884, la creación de la Universidad de Costa Rica y de la Caja Costarricense del Seguro Social y se aprueba en primera legislatura el proyecto de las Garantías Sociales (1943), entre otros.
El investigador, Gustavo Soto, subraya especialmente la importancia del apoyo de la Iglesia, manifestado en el arzobispo Mons. Sanabria. Informa que estas propuestas fueron votadas por una amplia mayoría en el congreso, a pesar de que eran leyes que perjudicaban los intereses económicos de los sectores más poderosos.
Esto resulta más llamativo si se toma en cuenta que los diputados de entonces pertenecían justamente a esas clases privilegiadas ¿Qué los motivó a votar a favor casi de manera unánime por estas propuestas que parecían ir en contra de sus intereses personales? Pues, de acuerdo con Soto, mucho tuvo que ver su fe católica.
El visto bueno de Sanabria
El catedrático, de hecho, conversó personalmente con varios legisladores de la época y le manifestaron cosas como que era una reforma apoyada por la Iglesia y por el arzobispo, por lo que no podían votar en contra de su conciencia. Muy distinto a la actualidad, donde hay diputados que se dicen católicos pero votan favorablemente proyectos opuestos a la fe.
Soto afirma que en aquel entonces esas iniciativas no se aprobaban sin que antes fueran revisadas por Mons. Sanabria. Así, por ejemplo, hay cartas de sus observaciones al Código de Trabajo, que luego fueron consideradas por los legisladores antes de aprobar proyectos definitivamente.
El investigador de la UCR aprovechó para aclarar la relación que tuvo Mons. Sanabria con los comunistas de la época. Después de que la Reforma Social se puso en marcha, hacia 1943, Manuel Mora quiso unirse por motivos políticos en un pacto con Calderón.
Ciertamente Calderón tenía una amplísima mayoría en el Congreso y no necesitaba alianzas para pasar la Reforma Social. Por ejemplo, las Garantías Sociales fueron aprobadas con 44 votos a favor y ninguno en contra.
Mientras tanto, el Partido Comunista apenas tenía un diputado (Manuel Mora). Sin embargo, tanto uno como otro podrían beneficiarse de una alianza, por ejemplo, para tener el apoyo de sindicatos y más respaldo.
El arzobispo era abiertamente anticomunista, sin embargo, a pesar de su rechazo al comunismo tenía la capacidad de acoger a los comunistas. Soto revela que Calderón aceptó hacer un pacto con Mora, pero antes le pidió como condición que le solicitara la bendición a Mons. Sanabria.
Podía parecer impensable, pero Manuel Mora escribió a Mons. Sanabria una carta (14 de junio de 1943), le expuso que el Partido Comunista había sido disuelto un día antes, que nunca habían sido enemigos de la propiedad privada ni partidarios de la violencia como método de transformación social y que apoyaban las propuestas del presidente, basadas en la doctrina social de la Iglesia.
“Esa Reforma Social, por la forma, el fondo, la doctrina y el modo, fue totalmente cristiana y católica (...) hasta el punto que toda esa reforma se le envió al Papa Pío XII para que tuviera conocimiento, y este la bendijo.”, apuntó Soto.
El 25 de abril de 1938, Sanabria fue consagrado obispo de Alajuela y dos años después, el 28 de abril de 1940 tomó posesión como II arzobispo de San José.
Campesino y obispo
Víctor Sanabria Martínez nació en el seno de una humilde familia de campesinos el 17 de febrero de 1899, en San Rafael de Oreamuno, Cartago. En 1915 ingresó al Seminario Mayor.
Era un estudiante que destacaba por su empeño e inteligencia, por lo que fue enviado a estudiar a Roma, donde se graduó con honores y obtuvo el doctorado en Derecho Canónico. Fue ordenado sacerdote el 4 de octubre de 1921 en la Ciudad Eterna.
El 25 de abril de 1938 fue consagrado Obispo de Alajuela y dos años después, el 28 de abril de 1940 tomó posesión como II arzobispo de San José.
Rápidamente comenzó a ser reconocido por su labor pastoral y eclesiástica, pero también por ser considerado uno de los reformadores sociales de Costa Rica.
En la década de 1940 brindó su apoyo decidido a las Garantías Sociales, el Código de Trabajo y la creación de la Caja Costarricense de Seguro Social.
Propició el diálogo y la concertación en un contexto conflictivo a nivel nacional e internacional, como la Guerra Civil de 1948 y la II Guerra Mundial (1939-1945).
Bajo su episcopado se construyó el Seminario Nacional y se erigió el Seminario Menor, fundó Radio Fides, promovió y defendió la enseñanza de la Educación Religiosa, la organización de trabajadores como la central Rerum Novarum y la Juventud Obrera Católica, impulsó la Acción Católica, entre muchas otras obras.
Sufrió persecuciones incluso a nivel interno de la iglesia, acusado en ocasiones de obispo “comunista” y otros calificativos. Al punto que Mons. Sanabria presentó su renuncia al Papa Pío XII, quien no se la aceptó y más bien lo confirmó en su cargo apostólico.
Meses después, el 8 de junio de 1952, falleció de un paro cardíaco, con tan solo 53 años. Fue declarado benemérito de la Patria en 1959.