“Guadalupe es el Sinaí de América. En el Sinaí nació el Pueblo de Israel. El pueblo cristiano de América nace en el Tepeyac. San Juan Diego es el primer profeta de América. La zarza ardiente que vio Moisés es la aparición de la Virgen. El fuego es Dios que baja a María, en la encarnación. Los cristianos de América no pueden estar sin su madre. El verdadero cristiano tiene a su madre, María”.
Son palabras de Fray Stefano Cecchin, OFM, presidente de la Pontificia Academia Mariana Internacional (PAMI) y un reconocido mariólogo a nivel mundial, quien visitó recientemente nuestro país para impartir una serie de charlas.
La PAMI promueve el estudio y análisis mariológico alrededor del mundo, igualmente promociona la auténtica piedad mariana. Nació debido a la necesidad de formar a los fieles en la correcta y sana veneración a María. De esta forma, se busca evitar que caigan en engaños, ideas erróneas, malinterpretaciones o abusos.
Precisamente, uno de los motivos de la visita de Fray Stefano fue coordinar para abrir cursos en línea, gratuitos, para aquellas personas interesadas en profundizar en la correcta devoción a María. Se espera que estos sean anunciados próximamente.
El especialista estuvo en la Basílica Nuestra Señora de los Ángeles, en Cartago, el pasado viernes 14 de marzo. Allí ofreció una charla, abierta al público, titulada: “La Madre del Señor nos anima a ser peregrinos de la esperanza en la vivencia de la sinodalidad”.
La Virgen camina
Al inicio de su disertación, Fray Stefano explicó que desde 1992, cuando se metió de lleno en el estudio mariano, todos los días descubre cosas nuevas. “María permite comprender el misterio de Dios”, apuntó.
Habló de la Madre del Señor como “alguien que nos invita a ser peregrinos de esperanza y vivir en sinodalidad”. Una mujer que camina y, al igual que Jesús, invita a caminar. “María es la mujer que une la humanidad. Porque es amada en todo el mundo”, observó.
Recordó cuando en la India, en la ciudad de Velankanni, sucedió el tsunami en 2024, que destruyó todo a su paso, pero milagrosamente se detuvo cuando llegó a la puerta del Santuario Mariano (el más importante de ese país). Un hecho que ha intrigado, hasta hoy, a los científicos.
También contó sobre una vez que iba en una procesión y rezaban el Rosario. Le dijo a la religiosa que lo acompañaba: “Mira cuántos católicos hay aquí”, ella le respondió: “No padre, todos son musulmanes e hinduistas. De hecho, no les de la Comunión en la mano porque se la llevan”. Justamente, las apariciones de María allí fueron presenciadas por hinduistas.
Casos similares han ocurrido en otros países. Por ejemplo, mencionó una aparición en Taiwán, donde la Virgen se manifestó a un grupo de taoístas. También habló de las Apariciones de Nuestra Señora de China y las Apariciones en Egipto atestiguadas por musulmanes.
Citó también la Aparición a Alfonso Ratisbona, quien fue un judío anticlerial y luego fundó la Congregación de Nuestra Señora de Sión. Así como el caso de Bruno Cornacchiola, un comunista protestante que incluso había manifestado su deseo de matar al Papa, justo el día que preparó un artículo contra los dogmas marianos vio a la Virgen de la Revelación y, a partir de ese momento inició un camino de conversión.
La esperanza no defrauda
Fray Stefano expuso entonces que Dios busca salvar a la humanidad y que siempre hay esperanza para todos. De esta forma, trajo a colación el inicio de la Bula para convocar el Jubileo 2025, Spes non confundit (La esperanza no defrauda, Rm 5,5), del Papa Francisco.
El texto dice: “Todos esperan. En el corazón de toda persona anida la esperanza como deseo y expectativa del bien, aun ignorando lo que traerá consigo el mañana. Sin embargo, la imprevisibilidad del futuro hace surgir sentimientos a menudo contrapuestos: de la confianza al temor, de la serenidad al desaliento, de la certeza a la duda”.
Y continúa: “Encontrarnos con frecuencia personas desanimadas, que miran el futuro con escepticismo y pesimismo como si nada pudiera ofrecerles felicidad. Que el Jubileo sea para todos ocasión de reavivar la esperanza. La Palabra de Dios nos ayuda a encontrar sus razones”.
Aquí reflexionó que Dios siempre quiere el bien y la esperanza es justamente la espera del bien, pero el diablo, por el contrario, siempre busca sembrar dos cosas: el miedo y la tristeza.
Procedió entonces a hablar sobre limpiar la memoria. “¿Qué pensamos? ¿Pensamos el bien o el mal? La memoria mala crea enfermedades”, dijo.
Seguidamente, expuso: “Cuando Dios plasmó al hombre de la tierra, era tierra, pero Dios sopló. Fue el respiro de Dios. Por eso la oración es respirar, es vivir en nombre de Jesús”, arguyó. Pidió a los presentes tener siempre en la memoria a Jesús, recordar que venimos de Él y hacia Él vamos.
“Alguien me hace daño y siento rencor, pero el rencor me hace daño a mí. Por eso en tu memoria pon a Jesús, ora: “Ayúdame a olvidarme de eso, ayuda a esa persona a convertirse, a cambiar su vida”. Cuando ponemos en la mano de Dios nuestros problemas, Él los soluciona”, afirmó.
Falsas profecías y apariciones
En este punto, Fray Stefano aprovechó para reiterar que la esperanza es el deseo o expectativa del bien y el bien es Dios, el Sumo Bien. Dios hace que surjan sentimientos contrapuestos al miedo, como la confianza y la esperanza.
Sin embargo, -subrayó- "hay falsos profetas, falsas apariciones, que hablan de catástrofes, de la destrucción de Roma y del Papa… “¿A quién le gusta esto?”, preguntó, “a las sectas protestantes”, respondió.
Pidió tener cuidado con ese tipo de “profecías”. Como aquello de los tres días de tinieblas, un relato falso, muchas veces atribuido falsamente al Padre Pío, pero que al parecer fue divulgado por una secta protestante en Nueva York para burlarse de los católicos que se creían todo lo que les decían. “Cuidado con todo aquello que provoca miedo. El miedo es para crear división”, alertó.
“Los santos, fundadores de congregaciones religiosas, como San Francisco de Asís o la Madre Teresa no han tenido miedo, han continuado. Padre Pío tuvo a la misma Iglesia en contra de él, pero no habló nunca en contra del obispo. Hoy tenemos apariciones que hablan contra el obispo, van a la policía y hasta llevan un abogado…”.
Y agregó: “Bernadette, los niños de Fátima, y en todas las apariciones verdaderas, la confianza está en la Virgen, no en un abogado”, dijo.
Recordó entonces las palabras de Nuestra Señora de Guadalupe a San Juan Diego: “¿Por qué tienes miedo? ¿No estoy aquí que soy tu madre? ¿tu alegría? ¿Qué te falta? Fray Stefano entonces declaró: “Si yo estoy con ella no tengo temblor. La Virgen contemplada es una portadora de serenidad, una palabra tranquilizadora”.
De esta forma, el especialista reafirmó que la experiencia de Dios no es una experiencia de miedo, sino de felicidad. “¿Qué dice el ángel a María? No le dijo: Pecadora, haz penitencia. El ángel le dice: “Alégrate” (Lc 1, 28). “El evangelio es alegría”, enfatizó.
Expuso que María se descubre amada por Dios, es “la victoria de la esperanza sobre la angustia, de la comunión sobre la soledad, de la paz sobre la turbación, de la alegría y la belleza”.
Y dijo: “Una boda es un momento de fe, la ordenación de un sacerdote, la consagración de una religiosa, la fiesta que hacemos en casa, un cumpleaños… Eso es el Reino de Dios. No tenemos miedo del final del mundo. Quien está con María no tiene miedo de entrar en la fiesta con Dios”, añadió.
Inmaculada, pero humana
Fray Stefano también se refirió al dogma de la Inmaculada Concepción. Expresó que María está en el Cielo, es Reina Gloriosa y Santa, pero también fue una mujer de Nazaret igual a las de su tiempo.
Según dijo, la Inmaculada Concepción “no cambió su naturaleza”, pues “María fue redimida como todos nosotros”, pero su redención fue una preservación del pecado. Sobre esto, aclaró que “todos estamos inclinados al pecado (concupiscencia), el Bautismo quita la culpa del pecado original, pero no sus consecuencias, así “María estaba para caer, pero Cristo la tomó con sus brazos para que no cayera”.
“María -prosiguió- no ha tenido la culpa del pecado, pero ha sufrido las consecuencias del pecado”. “María fue grande porque ella no pecó. Porque fue siempre unida a Jesús, fuente de la salvación. María luchó contra el mal, por eso tiene méritos y por eso podemos imitarla”, concluyó.
La humanidad de Jesús y María
Hacia el final de su alocución, Fray Stefano habló de María como modelo de la Iglesia. “No un modelo, sino El Modelo”. Afirmó que María tiene todas las vocaciones. Virgen, modelo de la vida virginal. Pero también es madre, esposa, viuda…”.
Asimismo, recordó que Jesús inició su predicación a los 30 años y la gente decía: “¿No es el hijo del carpintero?” (Mt. 13, 55). Es decir, el Señor pasó 30 años entre ellos y la gente nunca se dio cuenta de que Dios estaba entre ellos. “Dios se esconde en lo cotidiano”, apuntó.
Dicho esto, el especialista en mariología pasó a recalcar la humanidad de Jesús y María. Cristo sentía hambre y sed, tenía amistades, trabajaba… y en el Huerto de los Olivos sudó sangre y agua, sentía el acecho de la muerte, incluso rezó al Padre: “Si está en Ti, aparte de mí este cáliz” (Lc. 22, 42).
Para Fray Stefano es muy importante comprender la humanidad de Jesús y María. “Cuando rezas a ellos, les explicas tus problemas y no hay lejanía de su parte, sino comprensión”, exclamó.
De nuevo, volvió a recordar la idea de no tener miedo. Citó pasajes bíblicos: “¿Por qué tienen miedo hombres de poca fe?” (Mt. 8, 26). “No han recibido un espíritu de esclavos para volver a caer en el temor, sino el espíritu de hijos adoptivos que nos hace llamar a Dios Padre” (Rm. 8, 26). Y: “En el amor no hay lugar para el miedo; al contrario, el amor perfecto elimina el miedo, porque el miedo supone castigo, y el que tiene miedo no ha llegado a la plenitud del amor” (1Jn 4,18).
Y enfatizó: “A un buen padre, sus hijos no le tienen miedo (...) cuidado con aquellos que siempre hablan de castigo (...) Jesús vino para revelar el verdadero rostro de Dios, Jesús significa “Dios salva”, en el nombre de Jesús está la salvación del mundo”.