Monseñor José Rafael Quirós, Arzobispo de San José, explicando el sentido de la Cuaresma, dijo que todas las prácticas externas que durante este tiempo podamos manifestar, deben ser expresión de nuestra cercanía con Dios, cimentada en el bautismo y fortalecida a lo largo de toda la vida, a por medio de los sacramentos y la auténtica vida cristiana.
“La Cuaresma es un tiempo de gracia y de misericordia. Renovemos nuestra fe en el Señor al reconocer su bondad y que todo lo que de Él viene es regalo suyo, no por nuestros méritos, sino que realiza obras maravillosas en favor nuestro en el corazón de aquellos que estén dispuestos a acoger su presencia viva y transformante”, dijo.
En esta misma línea, Monseñor José Manuel Garita, obispo de Ciudad Quesada, recordó a los fieles presentes en la Catedral San Carlos Borromeo, que la Cuaresma implica un retorno al origen, que precisamente significa conversión: retorno para empezar y recomenzar de nuevo.
“El hecho de volver, levantarse y renovarse nos devuelve la esperanza”, dijo Monseñor. Por eso, insistió que la Cuaresma -aun siendo un tiempo netamente penitencial- es también tiempo de esperanza.
Monseñor invitó a preguntarnos ¿qué espera Dios de nosotros en este momento y en el inicio de la Cuaresma? “Sin duda que conversión, cambio de vida y volver a comenzar”, dijo, puntualizando en los medios que Dios pone en nuestras manos en esta Cuaresma para llevar a cabo nuestra conversión: oración, limosna o caridad y ayuno.
Oración como llamado a intensificar nuestros espacios de encuentro y diálogo con Dios; pero, sobre todo, llamado a orar mejor. Ayuno como privación de las muchas cosas que empequeñecen nuestra vida cristiana, y limosna, que llamamos también caridad y amor.
“Se trata del amor al hermano, sobre todo al necesitado, en quien Cristo se hace más presente, y que pasa por la ayuda material suficiente y digna; no mezquina. Todos estos medios se convierten entonces en impulso para entrar en la conversión, para avanzar en la fe y para caminar en la santidad”, concluyó Monseñor Garita.
Por su parte, Monseñor Javier Román, obispo de Limón, presidió la Santa Misa del Miércoles de Ceniza en la Catedral Sagrado Corazón de Jesús, donde insistió que el espíritu de la Cuaresma nos ayuda a superar el mal encarnado en nuestras estructuras sociales, en la desintegración familiar y el deterioro de relaciones, así como en tantas manifestaciones de desprecio por la vida, en los altos índices de violencia, en la pobreza y la exclusión creciente que deteriora la dignidad humana…
“Con la esperanza, podemos iluminar todas las realidades difíciles de la vida, ya que esta virtud nos recuerda la meta hacia la cual nos dirigimos; no existe realidad o situación crítica, por oscura que parezca, que no se pueda iluminar bajo la mirada de la esperanza. Cultivemos durante la Cuaresma estas virtudes que Dios nos da para vivir nuestra vida cristiana y caminemos hacia la Pascua con los ojos fijos en el Señor esperando su misericordia”, dijo Monseñor, retomando el mensaje de la Conferencia Episcopal para este tiempo litúrgico.